domingo, agosto 23, 2009

Peter Hook en Guadalajara




Eugenio Arriaga organizó una comida para Peter Hook y tuvo la amabilidad de invitarnos. Un tipo sencillo y buen platicador. Me preguntó si conocía buena música típica colombiana —cumbias y eso— porque va a Bogotá, y le recomendé al salvajón Alfredo Gutiérrez y los Corraleros del Majaguar y, desde luego, a Joe Arroyo —le hice una lista porque no se iba a acordar. También irá a Buenos Aires, y le dije que allá buscara cumbias villeras. En fin, cada quien sus gustos.
Le di un par de Replicantes y me pidió que las firmara, después de haberme firmado el Technique para Wences. (Aquí está la prueba, Wences, ya pronto te daré el disco...) Y se llevó las Replis, no las dejó por ahí abandonadas como hizo el mamón de Volpi cuando le di una... (Las fotos son de Martín Mora)

Roberto Vallarino


Morir a los 47 años es despedirse demasiado rápido de este mundo. Roberto Vallarino tenía esa edad cuando partió, aunque ya era dueño de una copiosa y variopinta obra que abarca periodismo cultural, ensayo literario, novela, narrativa, poesía e incluso literatura infantil —y que hoy, nadie lo dude, sería tan avasallante como necesaria. En su compilación de ensayos Textos paralelos, a propósito de El tañido de una flauta de Sergio Pitol, escribió que “una de las finalidades de la novela contemporánea es dotar al mundo real de significados inéditos y proposiciones diversas a través de los elementos del mundo ideal, imaginario, voltímetro y potencia de todo artista verdadero” (México: UNAM, 1982). A pesar de su espíritu beligerante, este sonorense nacido en 1955 era uno de esos artistas verdaderos y muy temprano ofreció muestras de talento y sensibilidad. Tenía veinte años cuando un jurado integrado por Octavio Paz, Alí Chumacero, José Luis Martínez, Juan José Arreola y Héctor Azar celebró y premió su obra poética, a la que consideró “una de las más novedosas de habla hispana”.
Fue fundador de Cuadernos de Literatura, editor, corresponsal para el unomásuno de la guerra entre Irak e Irán en 1984 y autor de una memorable entrevista a Octavio Paz en la que el Nobel mexicano habló hasta de rock, ese “gran acto de comunión” (véase su libro póstumo Sendas de tinta, colección Periodismo cultural, Conaculta, 2006).
La noche en que lo velaron, cuenta su amigo Cosme Álvarez en su bitácora electrónica, coincidieron poetas y artistas, entre ellos un estruendoso José de la Colina, que contaba con aspavientos algunas anécdotas del escritor fallecido, y un ensombrecido Juan García Ponce en silla de ruedas que no apartaba su triste mirada del féretro donde yacía su protegé (cosmeal.blogspot.com), que gustoso se habría levantado a brindar con ellos por su viaje al más allá.
Su esposa, Adriana Moncada, recuerda que a Paz “nunca le pareció que Roberto ejerciera una crítica irónica y mordaz”, y que “le sugería no escribir mal sobre nadie ni nada” (Milenio, 19-IV-08), pero ése fue un consejo que Vallarino casi nunca siguió. Incendiario, provocador, Roberto Vallarino reivindicaba el derecho a defender con los puños sus ideas ante las no pocas mentes obtusas que medraban en el ámbito de la cultura mexicana. Una vez llegó a la casa de García Ponce, ahí estaba un joven aprendiz de editor y teórico marxista —hijo de un académico de renombre— que se había atrevido a proferir alguna habladuría sobre él. Vallarino saltó por encima del sofá persiguiendo al aterrorizado insolente, a quien finalmente le asestó un par de madrazos para enseñarlo a decir las cosas de frente. García Ponce, divertido, le perdonó el quijotesco lance.
Nos vimos pocas veces. Roqueros al fin, invité a Vallarino a la discoteca El Nueve —of all places—, donde, encaramado en un alto escalón, prodigaba copas a sus amigos y se balanceaba al ritmo del new wave de los ochenta. Por esos días regenteó durante unos meses El Club del Algodón, como él rebautizó a la conocida tienda de discos Hip Setenta, al sur de la Ciudad de México, donde brindamos con recelo respetuoso.
Minado por la diabetes, Roberto Vallarino murió en 2002. Su poema “Otra premonición” podría ser muy bien el corolario de su breve e intensa vida: “Y sé que cuando muera/ muchas voces dirán/ el exceso terminó con su vida,/ con sus sueños./ No saben que el exceso/ alimentó esta vida/ y estos sueños”.

Bonet, el ángel terrible


"El sabueso, retrato de Bonet", Ramon Sanmiquel

En otra época pudo haber sido cómplice de los surrealistas o de Guy Debord y el situacionismo. Seguidor de Hakim Bey y sus zonas temporalmente autónomas —espacios que eluden las estructuras formales de control—, puedo imaginarme a Rubén Bonet en derivas enloquecidas —Debord dixit— al lado de Sid Vicious o viajando a Las Vegas en el convertible de Hunter Thompson. Nieto de un anarquista, Bonet pasó la niñez y la juventud sin apreturas en Barcelona, cultivándose con la lectura de Kafka, Boris Vian, Borges y hasta Sartre y Camus. Sus amigos, mozalbetes mayores que él, lo iniciaron precozmente en el reino de la noche, las mujeres, y las drogas, las que lo volvieron un experto en los estados alterados de la mente. Beneficiario de la movida, Bonet asistía en estado extático a los conciertos de Nico y Nick Cave y las bandas españolas y extranjeras de la new wave. “Buen hashís, buenos ácidos, mescalina... y muy baratos; casi me vuelvo loco”, recuerda este sobreviviente: un amigo y una ex novia murieron en esos días por sobredosis de heroína.
Llegó a la Ciudad de México en 1992 y desde entonces hizo de este país su vasto laboratorio existencial. Ha vivido en Tijuana y en Xico y ha dejado su huella en playas, montañas y desiertos como el de Real de Catorce, donde, en busca de peyote, acabó con los labios suturados por traicioneras púas de otras cactáceas. Ahora escribe y pinta en un amplio cuarto de la colonia Santa María la Ribera.
Quienes han atestiguado los sorpresivos performances de Rubén Bonet no podrán negar que son una mezcla de arrojo suicida, una comicidad extravagante y una provocación que va de lo guarro —quema de vellos púbicos— a lo sublime, en los que no faltan hirientes imprecaciones o súbitas declaraciones de amor. Arrojarse a los pies de una beldad en una inauguración mientras acaricia y besa sus tobillos; hacerse perseguir por la policía y rendirse para reconocer que merece la cárcel o asomarse a la ventana del departamento de un amigo y pedir auxilio porque lo tienen secuestrado ahí. Bonet es lo más parecido que hay a un ángel terrible arrojado al infierno.
Sabe arreglárselas con poco dinero. Disfruta como un gourmet un plato de arroz con un huevo estrellado y es feliz si cuenta con unos pesos para una cerveza. Una vez Bonet recorrió a medianoche el trayecto de su casa a un Oxxo gritando a los cuatro vientos su contento por tener un pequeño capital que le permitiría sobrevivir unas semanas más. Expansivo y vital, sin complejos ni prejuicios, cultiva la amistad y, sobre todo, la lealtad. Y, como escritor y terrorista literario, es de los raros en México que traslada a las letras su agitada experiencia personal cargada de libertad, inesperadas reflexiones y un humor indefinible. Autor de amebas y logaritmos (Tijuana: La Espina Dorsal, 1998), sin título. sin nada (México: Nitro/Press, 2000) y de “pite hasta que choque. ensayo modular # 5” en el volumen colectivo Me ves y sufres (México: Nitro/Press, 2003), Bonet regresa al mundo de las publicaciones con Jaikús maniacos (México: Moho, 2009), una colección de aforismos, ensayos y narraciones de peculiar ortografía que irritarían al más plantado de la adocenada República de las Letras. Para acercarse a la experiencia Bonet puede visitar su atalaya digital: fundacionadopteaunescritor.blogspot.com, aunque, como él mismo dice en su nuevo libro, “cualquiera que me conozca sabe que mi seriedad consiste en que precisamente es imposible tomarme en serio”.

Infamias culturales

¿Lo recuerdan? Sari Bermúdez, presidenta de Conaculta por la gracia de Fox en su sexenio, jugó a las escondidas con miembros del “gabinetazo” en el Museo de los Guerreros de Terracota, en China, y no escatimó gastos en viajes y lujos, con cargo al erario, a pesar de ganar 150 mil pesos mensuales, más prestaciones, bonos y gastos de representación. En la inauguración de la exposición Azteca, en Berlín, exclamó “¡Oh, Strauss!” al escuchar los acordes de “Sobre la olas” y, al comienzo de su gestión, respondió a una pregunta de los reporteros que “apenas iba a la mitad” del famoso minicuento de Monterroso.
La dolce vita que se regalan diputados y políticos también es propia de funcionarios de la cultura oficial y de no pocos de nuestros preclaros artistas e intelectuales. Personajes ejemplares, se pensaría, sus actos los desnudan apenas llegan a la mina de oro que son los cargos públicos de primer nivel —sobre todo en el plano federal.
Entre las acciones que hizo Carlos Salinas de Gortari para legitimarse en el poder y congraciarse con la “comunidad” intelectual y artística estuvo la fundación del Consejo y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, así como del Sistema Nacional de Becas para la Creación Intelectual y Artística. Un jurado integrado por escritores y académicos de las revistas Vuelta y Nexos otorgó las primeras becas a sus discípulos y amigos —la mayoría con holgada situación económica— y poco después se concedieron becas vitalicias a sí mismos. Así, Octavio Paz, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska, José Luis Cuevas y una lista que hasta marzo de 2008 sumaba 58 privilegiados reciben —los vivos, por supuesto— 35 mil pesos al mes solamente por ser quienes son. “La iniquidad fue tal que Carlos Fuentes y García Márquez ‘donaron’ el monto de sus becas vitalicias a la Cátedra Julio Cortázar en Guadalajara [...]”, apunta la reportera Carmen García Bermejo en 25 infamias culturales (Cuadernos de El Financiero, 2008).
Aunque la historia de las incontables trapacerías en el ámbito de la cultura oficial es vieja, al menos veinticinco casos vergonzosos para la cultura mexicana de 1989 a 2008 —de Salinas de Gortari a Calderón— fueron recogidos y documentados por García Bermejo en ese breve pero cargado volumen. Un pequeño libro, de apenas 300 ejemplares y 80 páginas, que amerita ya una reedición y el seguimiento de los delitos, despojos, bribonerías y veleidades registrados ahí, como el secuestro y la muerte de Nellie Campobello, las pugnas entre grupos de intelectuales por los favores del poder, la destrucción del Casino de la Selva, los millones de libros de texto gratuitos embodegados en el sexenio de Ernesto Zedillo, la renta de edificios públicos y monumentos históricos para conciertos y fines de particulares, el remate de Imevisión y otros medios públicos, así como de cines, teatros e invaluables patrimonios artísticos, el fracaso de los programas Hacia un País de Lectores y Enciclomedia, la inutilidad de la “Megabiblioteca” Vasconcelos y, en general, el reprobable desempeño de la mayoría de los funcionarios públicos relacionados con la cultura y sus pobres o nulos resultados.
Si la cultura es necesaria para el desarrollo armonioso de un país, puede afirmarse que los encargados de la política cultural —si tal cosa existe— son también cómplices del atraso mexicano. ¿Llegará el momento en que al escuchar la palabra cultura desenfunden un arma?

domingo, agosto 09, 2009

Replicante no. 20: Teoría y práctica del cómic


Hoy domingo 9 de agosto, Betty Boop cumple 79 años...

En la nueva edición de la revista cultural Replicante —agosto a octubre— se explora el cómic como medio de expresión, forma de arte y literatura gráfica. Diversos autores abordan una de las formas de consumo cultural más populares y polifacéticas: el cómic, disciplina desde la cual puede hablarse de ella misma, como lo demuestra Patricio Betteo en un collage de imágenes que son ensayo y muestra de sus posibilidades narrativas y discursivas.

La sección “Pensamiento y reflexión” ofrece un panorama general del cómic actual, de sus géneros e idiosincrasias, con autores de Uruguay, Estados Unidos, España, Japón, Argentina y Francia, y con textos e historietas de diferentes puntos de México: Guadalajara, Yucatán, el Distrito Federal. En cuanto a las formas, hay cartones y novela gráfica, comix e ilustración: un abanico de posibilidades estéticas y gráficas.

La variedad de aspectos sobre el cómic tratados en este número también es amplia. Mientras que Bef y Matt Madden apuestan por los subgéneros, el humor está representado por cuatro de los más singulares autores mexicanos, alejados del lugar común regional: los contemporáneos Jis y Trino y los viejos maestros Carlos Dzib y Abel Quezada, ya desaparecidos. Por su parte, Eko y Clément/Bachan optan por el erotismo en muy particulares acercamientos, en tanto que el uruguayo Fabián Rodríguez utiliza la simplicidad de una manera diferente a la del estadounidense Keith Knight: aquél enclavado en el cartoon absurdista, éste, en la crónica sencilla y directa.

Mexicanos también, Osko y Ostos Sabugal participan con trabajos de alta densidad gráfica y narrativa. Por su parte, el ilustrador japonés Gez Fry y el mexicano Martín López, autor de bizarras versiones de Los Simpson, son entrevistados a fondo. Argentino avecindado en México, Jorge Alderete “retrata” al padrino del punk gráfico: Gary Panter.

También se consigna en esta edición la elegancia del francés Tardi y el porno soft de los cómics Sensacionales en México, pasando por el sello alternativo de Peter Bagge y el feminismo de Jean-Marc Reiser, la tradición renovadora del punk gráfico en Elvis Road y una crítica a los cartonistas mexicanos en “El cómic intelectual” de Jorge Aviña —ilustrador de El Libro Vaquero—, así como artículos sobre el cómic en España, el cómic en el cine, la evolución del manga y el ánime, la historia de la censura de los cómics estadounidenses y más. Un banquete visual repleto de contenido para legos y especialistas por igual; un repaso de un universo tan amplio como inabarcable, coordinado por Jorge Flores-Oliver, a.k.a Blumpi, dibujante y monero él mismo, con la intención de aglutinar material de calidad, significativo y representativo de su momento histórico. Por si fuera poco, en www.revistareplicante.com se publican más cómics que no se incluyeron en la versión impresa.

Como siempre, en las secciones “Reseñas y noticias” y “Apuntes y crónicas” se da cuenta de las novedades en libros, cine, música, arte, teatro y fotografía, así como de lecturas sobre Galileo y Darwin, la web 2.0, la cartografía cultural de Sergio González Rodríguez, los chistes sobre mexicanos y las pinturas del Taka Fernández, entre muchos contenidos más.

Replicante también tiene un blog: www.revistareplicante.wordpress, en el cual los colaboradores abundan sobre noticias y textos de actualidad.

Índice

Portada Jorge Flores-Oliver y Roger D.
Gráfica Diego Agrimbau, Ata, Arnaud Baumann, Óscar Bazaldúa, Frédéric Boillet, Pedro Luis de la Cueva, Stephen DeStefano, Mariano Enríquez, Juanjo Escofet, Gez Fry, El Garage, Dante Ginevra, Jeff Koons, El Listo, Martín López, Pablo López Luz, Annabel Mehran, Miguelanxo Prado, César Javier Reynada, Emma Ríos, Juan Manuel Rodríguez, Kiko da Silva, Aaron Siskind

Noticias y reseñas
LECTORES QUE ESCRIBEN | LIBROS Y AUTORES La fractura mexicana, de Roger Bartra - Todo nada, de Brenda Lozano - Jaikús maniacos, de Rubén Bonet - Los esclavos, de Alberto Chimal - 41 clósets, de Heriberto Yépez - Mientras menos hagas, de Feli Dávalos - ¿Quién merece vivir?, de Natan Stern Strauch y Cuauhtémoc Vite - La sabiduría sin promesa, de Christopher Domínguez Michael - Los elementos del estilo tipográfico, de Robert Bringhurst - Réquiem, de Lêdo Ivo - Eso no, de Marcelo Birmajer - El secreto de Joe Gould, de Joseph Mitchell - Evguénie Sokolov, de Serge Gainsbourg - TIEMPO FUERA Francisco Arvizu Hugues - BUZÓN HACHE Heriberto Yépez | MÚSICA Jacko ha muerto - Two Suns, de Bat for Lashes - El Dorado, de 17 Hippies - Re: Generations, homenaje a Nat King Cole - PROSA SONORA Javier Fernández Aceves - Marry Me y Actor, de St. Vincent - The Song Remains the Same, de Led Zeppelin - CINE Gomorra, de Matteo Garrone - Anvil! The Story of Anvil, de Sacha Gervasi | TEATRO Ivanov, de Anton Chejov - Cenizas escogidas, obras 1986-2009, de Rodrigo García - Edip en Colofón, de Flavio González Mello | ARTE Tania Bruguera y Teresa Margolles en la Bienal de Venecia | FOTOGRAFÍA El impacto de la modernidad, de Jesse Lerner | EL CÓMIC INTELECTUAL Jorge Aviña | ART TOONES Pablo Helguera

Apuntes y crónicas
Galileo y Darwin. 2009: dos lecturas científicas, Jesús A. Castañeda
La web 2.0. Encerrados en una pecera, Rafael Toriz
La cartografía cultural de Sergio González Rodríguez, Alejandro de la Garza
A propósito de Federico Vite, Brenda Ríos
Susana Moo y Jorge Rueda. Erotómanos sin fronteras, Pablo Santiago
También hay chistes sobre mexicanos, Enrique Olmos de Ita
Apuntes orales, Alonso Ruvalcaba
Del Valle del porno a la Fábrica de los sueños, Rodolfo JM
Pinturas de Taka Fernández. Los durmientes y las criaturas del futuro, Rubén Bonet
Miedo y asco en el Rectum, Carlos Velázquez
La sangre hierve a la misma temperatura que el agua, Eusebio Ruvalcaba

Pensamiento y reflexión
¿Qué son los cómics?, Patricio Betteo
Porno y grafía, Héctor Villarreal
Novela negra, Bef
El otro dibujante de Los Simpson, Miriam Canales
Mondo Geek, Blumpi
Según la autopsia, Dzib vive, Celia Pedrero
Paula, Clement y Bachan
Colectivo comiquero El Garage, Alejandra Ruiz Flores
Milagro, Ostos Sabugal
El cómic en España, Pablo Santiago
El espía, Matt Madden
Gary Panter, Jorge Alderete
Cine de historieta, Hugo Hernández Valdivia
La taquería del horror, Ozko
Boedo shinobi y sus criaturas, Mario Sandoval
Qué lindo que es Brad Pitt, Fabián Rodríguez
Crónicas marcianas, Trino
Gez Fry: fragmentos de cómic, Jesús Pacheco
It wore shorts!, Peter Bagge
The K Chronicles, Keith Knight
Mátalas callando, Jis
Malet, Tardi y el nacimiento de un héroe, Héctor Delgado
La virtud no merece placer, Eko
La historieta franco-europea en la gestión del feminismo, Vianett Medina
Horror, terror y censura, Andrés Bacigalupo
Lo nuestro y lo ajeno, Iván de la Torre
La evolución del ánime, Eve Gil y Murasaki Fujita
Elvis Road, de Helge Reumann y Xavier Robel, Mauricio Matamoros
Shephard Fairey, ¿situacionista?, Ask a Chola
El país problema, Abel Quezada

La edición impresa se vende en las tiendas Sanborns, las librerías Gandhi, Fondo de Cultura Económica, Educal Libros y Arte y otros puntos de venta en todo el país. En Tijuana: Librería Sor Juana (www.tijuanalibros.com) y Librerías El Día. En Guadalajara: puesto de periódicos de Av. Américas y Morelos; Librería México y Cafetería El Sorbo (Plaza del Sol); Magazine Depot (Plaza Arboledas); Librería Ítaca (Marsella y López Cotilla).

Contacto: editorial@revistareplicante.com
Números atrasados: lectorio3@gmail.com