jueves, mayo 29, 2003

El arte está en otra parte:
aforismos para la feria [del mercado] del arte

“Los artistas de todos los tiempos son como los jugadores de Montecarlo: la lotería ciega hace sobresalir a los unos y hunde a los otros”. Marcel Duchamp.

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Una de las más rudas lecciones de la posmodernidad habla del fracaso de las grandes utopías: los ambiciosos proyectos de transformaciones económicas y sociales se desvanecieron inexplicablemente frente a los ojos atónitos de la humanidad. El futuro promisorio fue sustituido por la sangrienta vuelta al pasado y a las tradiciones. Un rasgo distintivo de la época actual es el recogimiento individual y el conservadurismo en todos los planos de la vida: la política, la sexualidad, la economía y, mírenlo bien, el arte.

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En México, pocos años después del aplastamiento del movimiento estudiantil del 68
-que, sin embargo, consiguió aflojar un poco la soga-, algunos artistas e intelectuales quisieron prorrogar sus consignas y decidieron llevar el arte y la cultura a la calle, al pueblo, a las comunidades rurales. La década de los setenta vio florecer (y marchitarse) a grupos como Proceso Pentágono, El Colectivo, Germinal, Taller de Arte e Ideología, No-Grupo, Taller de Investigación Plástica, Suma, Tepito Arte Acá, Fotógrafos Independientes, Mira, Peyote y la Compañía y otros que sólo tuvieron incursiones apenas dignas de mención. Explorando nuevas formas de creación plástica y de vincular el arte con la sociedad, los grupos trataron de expulsar a éste de los recintos privados y oficiales y acercarlo a la gente de la calle: quedan en la memoria exposiciones callejeras, murales realizados al alimón con obreros y campesinos, bardas con siluetas de trabajadores plasmadas con aerosoles, murales en patios y vecindades tepiteñas, acciones e instalaciones, así como manifiestos “gran parte de ellos impregnados de histérica fraseología marxista” y declaraciones sobre la democratización de los sindicatos y protestas contra la burocracia cultural nacional y extranjera.

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Las necesidades individuales de subsistencia y de expresión pronto dieron al traste con la euforia grupera. Los colectivos fueron dando paso a personalidades individuales que reclamaban más espacio y libertad. Las colaboraciones grupales fueron desapareciendo y los artistas regresaron paulatinamente a las galerías y a los museos: al reconocimiento algunos, a la estabilidad económica casi todos. No obstante, los grupos dejaron su marca en el arte contemporáneo mexicano y ahora los artistas recurren con naturalidad al performance, a las instalaciones, a los ensamblajes, a los medios electrónicos y a otras formas de transgresión de las convenciones del arte tradicional. Acaso éste sea uno de los mayores aportes de aquel movimiento vanguardista que en los setenta y comienzos de los ochenta intentó transformar radicalmente las escasas relaciones entre el arte y la sociedad.

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Los grandes mecenas fueron los primeros curadores de la historia del arte. El escultor y el pintor que no eran tocados por la gracia del rey o del papa, del príncipe o del señor, simplemente no existían. Desde entonces el arte ha ido de la mano del poder.

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“Cuanto más vivo entre artistas, más convencido estoy de que se convierten en falsos desde el momento en que empiezan a tener el mínimo éxito. Esto también significa que todos los perros que rodean a los artistas son estafadores”.-Acerbas palabras - también de Marcel Duchamp.

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No hay lugar en este mundo para el arte de los locos, los enfermos, los niños, los parias, los olvidados. Hay otra historia del arte, escribió Jean Dubuffet.

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Gran parte del arte actual padece de vacío, artificio y reiteración. Aun las obras más huecas van acompañadas siempre de intrincados textos que intentan explicarlas. Miles de artistas surgen todos los días en todas partes del mundo para descubrir embelesados el hilo negro sin pensar jamás en dar un vistazo a la historia -pero con la mira bien puesta en los grandes circuitos de promoción y exhibición del arte contemporáneo.

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Hubo un tiempo en que el galerista era una mujer sabia, un hombre sensible: un personaje culto y refinado. Hoy es un vulgar mercachifle.

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Galeristas y curadores, directores de ferias y grandes exhibiciones se han apropiado del discurso de los artistas. ¿Será que éstos ya no tienen nada qué decir?

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Museos, festivales, galerías, conciertos, marchas, plazas y calles son insuficientes para contener la avalancha de viejos y nuevos y novísimos artistas ansiosos de mostrar al mundo su genio intransferible, irrefutable, irrepetible (y solemne, fanfarrón, aleccionador: insoportable). Así, el mundo es transformado, explicado y vuelto a explicar hasta el hartazgo. Nueva York vuelve a ser la Meca del Arte (para los neomexicanos; para el resto del mundo nunca dejó de serlo) y el hilo negro se descubre cada vez con más azoro o desfachatez: una caja de zapatos vacía demuestra que el arte es una osadía hueca que se solaza en su provocación elemental.

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Ah, el arte conceptual: mientras más se nutre de la cultura popular, más rápido toma distancia de ella.

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No son pocos los que signarían ahora aquella vieja frase “No hay más ruta que la nuestra”.

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Otro gallo cantaría si los artistas de nuestros días leyeran El arte y su distribución, del maestro Juan Acha...

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Galerías y museos vacíos: no importa. Lo que de veras ansían los artistas es tener becas, invitaciones, premios, reconocimiento. Internacional, of course.

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Son pocos los artistas de hoy capaces de hallar, sorprender, provocar, irritar, indignar... (escupir nombres sería abusar groseramente de este espacio.)

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El arte es una broma costosa que a nadie causa gracia. Salvo al exclusivo circuito de exhibición y consumo.

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“En el mundo del arte se habla sólo inglés y el tiempo se mide en bienalesa” [leído en Letras Libres].

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¿Está el arte a la altura de las circunstancias?

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“Desean ser malos y buenos al mismo tiempo”, se lee en uno de los epígrafes de La caja de Houdini. El arte de la fuga, subyugante libro de Adam Phillips [Anagrama]. Esa frase se adecua sin malicia a nuestros desmañados artistas: buenos y malos al mismo tiempo...

roger56@prodigy.net.mx