
Viernes, 29 de agosto de 2008
Defiendan a Cuba, pero a Cuba
'Nos dieron golpes.
No sé donde están ni Hebert ni Ciro.
Yoani escapó.
Creo que se llevaron a alguien pero no sé a quién.
La prensa lo filmó todo.
Llevamos una pancarta y gritamos.
La gente corría en masa y la Seguridad daba golpes
por unos segundos el concierto fue un caos.
Alertamos a la comunidad internacional a seguir de cerca el caso de Gorki Águila y del estado en que podrían encontrarse Ciro Díaz, Hebert Domínguez y Renay Kayrus, integrantes de Porno Para Ricardo, así como de la bloggera Yoany Sánchez.'
Este escueto comunicado, redactado en versos, es lo único que se sabe a ciencia cierta de lo que pasó anoche en la Tribuna Antimperialista de La Habana, ese lugar que los cubanos han bautizado como el Protestódromo y que ayer, mientras Pablo Milanés cantaba, se protestó por primera vez en contra del régimen de Fidel Castro, el convaleciente dictador cubano.
En el transcurso de la semana, decenas de artistas, escritores y periodistas cubanos firmamos una carta abierta a Pablo Milanés y a los que compartirían el escenario con él (Kelvis Ochoa, Polito Ibáñez, Santiago Feliú y Omara Portuondo, entre otros), pidiéndoles que aprovecharan 'la oportunidad de esa tribuna pública para pedir la liberación del músico Gorki Águila, cantante y director de Porno Para Ricardo'.
Ninguno lo hizo. Y mientras ellos cantaban, la Seguridad del Estado, eso órgano represor al que pertenecen los cinco espías encarcelados en Estados Unidos, patearon a los integrantes de la banda que están aún libres, reprimieron a la bloggera Yoany Sánchez y pisotearon el único motivo del salvaje acto: un cartel que decía 'Free Gorki!'
La escena de los policías y los sicarios de la Seguridad golpeando salvajemente a los asistentes al concierto, debió producir una especie de deja vu en Pablo Milanés, que vivió escenas muy parecidas en Santiago de Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet. Felizmente Chile hoy disfruta de una de las democracias más exitosas del continente, ahora es la propia patria de Milanés la única en América Latina que padece la ignominia de un tirano.
Muchos escritores y artistas dentro de Cuba, aunque estén en contra del encarcelamiento de Gorki Águila y probablemente de todos los presos de conciencia que hay en la Isla en este momento, continuarán callados por una cuestión de sobrevivencia. Es comprensible. Pero sería una vergüenza que firmen un documento condenatorio perpetrado por la UNEAC, el Ministerio de Cultura o cualquiera de las instancias del poder.
Los cantantes españoles Alejandro Sanz y Miguel Bosé manifestaron su rechazo a la detención de Gorki Águila y ya hicieron pública su solidaridad. No podemos decir lo mismo del dominicano Víctor Víctor y del puertorriqueño Danny Rivera, que mientras esto sucede, le cantan a los cinco espías en Nueva York. Ojalá que todos los artistas de Iberoamérica defiendan a Cuba con ahínco a partir de este momento. Pero que defiendan a la Cuba de todos los cubanos y no a la de un dictador moribundo que ha dejado a su país en las mismas condiciones que él.
Publicado por Camilo Venegas
www.elfogonerovenegas.blogspot.com
Un interesante comentario de Juan Antonio Molina:
Aquí tenemos un buen ejemplo para ilustrar la conversación sobre los dialectos y de paso encuentro un pretexto para combinar mis inquietudes políticas con las estéticas. Detrás de la detención del cantante de Porno para Ricardo hay una larga historia de rechazo al rock dentro de la cultura oficial cubana. No creo que ello se debiera a que ciertos funcionarios tuvieran un gusto estético demasiado conservador. Simplemente la cultura del rock tiene que ver con la articulación de un discurso sobre la libertad, de una manera que cuestiona las relaciones entre el individuo y el grupo, así como las relaciones generacionales y, por supuesto, las relaciones con los diferentes poderes que actúan en la sociedad.
En Cuba, cualquier discurso sobre la libertad entra en el rango de los dialectos, si no es generado, sancionado y 'redactado' desde las altas esferas del poder político. El rock, que no sólo es discurso, sino también práctica de la libertad, fue desplazado hacia los márgenes de la cultura cubana y fue (no sin razón) entendido como un fenómeno cultural de índole contestataria.
Dentro de la cultura del rock puede llegar a apreciarse la marginalidad como un elemento de respuesta o de resistencia ante los poderes establecidos. Porno para Ricardo puede incluso explotar (en términos ideológicos al menos) su posición marginal respecto al mercado internacional de la música. Pero creo que hay elementos de más peso para que su lenguaje entre en el rango de los dialectos, y es que su discurso es inaudito en el contexto cubano, más por la forma que por el contenido. Una manera tan directa y tan poco poética de dirigirse y oponerse a las autoridades, no tiene antecedentes en el arte cubano postrevolucionario, un arte que, por lo menos en los últimos tiempos, ha refinado sus mecanismos para estetizar la inconformidad. Por eso, si algo le molesta a las autoridades no es el 'ruido' que hace la banda en sus ensayos, sino el ruido que significan ellos dentro de un sistema (también lingüístico) construido de susurros, metáforas y retruécanos.
Ese sistema garantiza el orden en las relaciones entre los artistas y los poderes en Cuba. Violentar de una manera tan poco 'diplomática' ese orden no sólo es poco 'estético', sino incluso es poco "político". El discurso de Porno para Ricardo es poco estético, entre otras razones porque también es marginal respecto a la noción tradicional de belleza. (¡Cuán tímida parece ahora la manera melancólica en que Silvio Rodríguez hablaba de la libertad!) Y es poco político porque no deja margen para la negociación. Y a las autoridades les quedan solamente dos opciones: o reprimen brutalmente o encuentran otras fórmulas para negociar.
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