sábado, octubre 29, 2005

Notas sobre contracultura: fantasías e incongruencias

Anoche, en el Black Horse, quise leer este texto pero no hubo chance, así que solamente comenté algunos de los puntos que trata. Fue la última sesión del Seminario de Comunicación y Contracultura organizado por la Universidad Iberoamericana. En vista de los comentarios sobre Replicante expresados por Carlos Martínez Rentería la semana pasada en el Claustro de Sor Juana durante el encuentro de revistas culturales, le respondí anoche con la amabilidad y la camaradería que me caracterizan. En sus ofuscadas intervenciones, Carlitos defendió nostálgica y apasionadamente su idea de la contracultura y no dudó en aludir una y otra vez a los beatniks y al carácter irreverente de la contracultura del siglo XXI. Incluso llegó a decir que le gustaría ver desnudarse a López Dóriga en su noticiero y que... en fin. Espero que haya agarrado la onda, porque se fue como alma que lleva el diablo directo al Bombay, aunque antes reconoció a regañadientes que le gustaría que Generación se vendiera también en Sanborns... Es tiempo de declarar ya la muerte de la contracultura?

I. Por más vueltas que le doy, no alcanzo a ver en qué la estoy regando. Dice mi amigo Carlos Martínez Rentería que publicar una revista como Replicante y después venderla en las tiendas Sanborns es una incongruencia. Pero Replicante también se vende en las librerías Gandhi, en las de Educal, en las del Fondo de Cultura Económica, en librerías de usado, en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en varios lugares más. Es decir, en puntos de venta desde Tijuana a Mérida a los que habitualmente va la gente de este país de lectores para comprar libros y revistas. Pero creo adivinar que su resquemor se debe a que probablemente piensa que las revistas contraculturales no deberían de venderse en las tiendas del señor Slim. (No sé por qué.) (Y no estoy muy seguro de que Replicante sea una revista contracultural de acuerdo con el baremo que, me imagino, le gustaría establecer al buen Carlitos.) Ahí, en los Sanborns, se venden libros de muchos autores extranjeros y mexicanos (como el viejo José Agustín y el no tan joven Guillermo Fadanelli), revistas del país y extranjeras (como Adbusters) y diarios estalinistas como La Jornada, en el que cada semana publica Martínez Rentería su columna 'Salón Palacio' sin que a la fecha, que yo sepa, le haya reclamado nada a la comisaria Carmen Lira por esa misma razón.

II. Lo que me desconcierta un poquitín es que quizá el maloso de Carlos piense que una revista contracultural no debería de venderse en Sanborns pero sí en las librerías del Estado, como las de la red de Libros y Arte de Educal. O sea: en los estantes del culto Carlos Slim no pero en los de la ignorante Sari Bermúdez sí... Según esto, una revista como la nuestra, producida con nuestro dinero y con nuestro esfuerzo, no debería empañar, al exhibirse impúdicamente en los detestables Sanborns, la pureza virginal de la contracultura -cualquier cosa que eso sea en la era digital y de globalización rampante: ¿por qué no están aquí Naief Yehya y Antulio Sánchez? Pero, eso sí, los editores deberíamos de pedir (y hasta exigir a sombrerazos, como hacen algunos) becas y subsidios de Conaculta (al cabo hay becas del Fonca hasta para los hoyos fonqui, H. Yépez dixit) y quizá atrevernos a negociar humildes intercambios con librerías, restaurantes, bares y pequeños negocios. (Usted perdone, pero, ¿no quisiera anunciarse en nuestra revistita? Ándele, ¿sí?)

III. Estoy seguro de que el perverso Carlos juega conmigo. Todo mundo sabe que su revista, de la que nadie duda que sea contracultural, faltaba más, ha subsistido casi toda su vida gracias al Estado y que además se jacta de no pagar las colaboraciones. Es que no es un negocio, dice el pícaro Carlos, como queriendo precisar: 'un negocio pérfido y sucio'. ¿Y ahora cómo le digo que Replicante sí lo es? O más bien, que lo quiere ser. Como lo son los negocios en los que Carlos compra alcohol y alimentos y ropa y zapatos y medicinas y libros y discos y electrodomésticos y regalos para él y su familia. Y alcohol. Y como los negocios en los que compra el papel para su revista y los que la imprimen y encuadernan. Porque, que yo sepa, nadie regala nada en este mundo (ni Conaculta), y si nosotros podemos pagarle a los numerosos (y extraordinarios) escritores, académicos, fotógrafos, ilustradores y diseñadores que colaboran con Replicante, lo vamos a hacer, así sea modestamente y aunque no quieran -y para eso estamos buscando la maldita publicidad. (No sé por qué los dioses, y los funcionarios, sonríen cada vez que se menciona la palabra 'contracultura'.)

IV. Dice el diantre de Carlos que los objetivos de la contracultura son, entre otros, provocar y desmadrar los estereotipos. Oh sí, eso está bien. Pero me gustaría saber cuáles. Es curioso cómo la imagen del director de Generación siempre ha estado invariablemente asociada a la bohemia -ahí están los cientos de fotos de él y sus compinches publicadas en su bonita sección de 'sociales'-, es decir, a un estereotipo perfectamente definido y previsible en el cual confluyen la noche, el alcohol, las mujeres, la poesía, los bares, ¡el performance! ¡argh!, las putas, las drogas y el amanecer. (Hey, ¿por qué no pedirle también becas a Bacardí, al Grupo Modelo o al cártel de Juárez?) Bueno, no quiero ser aguafiestas, pero eso, eh, no tiene nada de contracultural... Una cosa es divertirse en donde y como a uno se le pegue la gana, como en las sanas y benditas cantinas, y otra asociar ese tipo de vida con la provocación, la irreverencia, la crítica y el aniquilamiento de los estereotipos. ¿Acaso no es en los bares donde millones de padres de familia de este país guadalupano y priista buscan esparcimiento? ¿Son todos ellos contraculturales? (Por cierto, en esos lugares lo único que he visto desmadrarse son numerosas narices y miles de bolsillos.) Ahora que, si de meterse cantidades industriales de drogas vamos, yo creo que en este país los más contraculturales, por amplia mayoría, son los artistas de Televisa y los políticos. Preguntémosle al Niño Verde, por ejemplo.

V. Los beats. Ah, los beatniks. Ya déjenlos en paz, por favor. Está bien leer a Kerouac, a Ginsberg, a Ferlinghetti, a Lamantia y a todos ellos, y además al viejo Burroughs y al bienamado Bukowski, por supuesto. Pero déjenlos ya descansar en paz. Cada vez que se habla de contracultura en este país se les debe invocar forzosamente. Como en un ritual. Como si fueran los únicos grandes escritores estadounidenses. Algunos lo son, sin duda, pero la mayoría, seamos honestos, no superan al genio de William Faulkner ni al de Philip Roth ni al de Kathy Acker, por escoger nomás tres magníficos ejemplos de tres generaciones. Qué afán el de la contracultura el de rendirles homenaje al menor pretexto. Les apuesto lo que quieran a que uno de los primeros actos del Centro de Estudios de la Contracultura (impulsado por el propio Carlos y por la Universidad de Guadalajara), cuya sede estará, al parecer, en Lagos de Moreno, Jalisco, será precisamente eso: homenajear a los iconos de la contracultura estadounidense. La cátedra Ferlinghetti. El auditorio Bukowski. Y, bueno, el aula José Agustín, la cafetería María Sabina. Qué buena onda.

VI. Con todo este relajo ya no me queda claro qué es la contracultura. Rebeldía, provocación. Algo así, ¿no? Yo creo que Carlos debería sacarnos de la duda de una vez por todas y hacer una lista muy precisa y estricta en la cual se nos explicara qué es ser contracultural y qué no lo es. No se puede vivir en esta incertidumbre. Imagínense la confusión que privará entre los estudiosos y los biógrafos y los chavos que están haciendo su tesis... Porque, si nos fijamos bien, de la antigua contracultura de los años cincuenta y sesenta ya no queda nada. El rock es uno de los principales puntales de la industria discográfica y de los medios, y la psicodelia y el amor libre y el vegetarianismo y la buena onda oriental ya valieron madres, lo mismo que los intentos por cambiar las conciencias y hasta el mismo mundo. En Rebelarse vende. El negocio de la contracultura (Taurus, 2005) los autores, un par de ex anarcopunks un tanto decepcionados de la rebeldía hueca y estridente de la contracultura globalifóbica norteamericana y europea, muestran suficientes ejemplos de cómo la contracultura no ha hecho más que aceitar -eso sí, a veces de maneras muy creativas- el mecanismo del consumo capitalista. (Aunque es justo decir que Heath y Potter despiden un tufillo un tanto derechoso al justificar tan vehementemente en su libro su acendrado gusto por las normas y la competencia.)

VII. Replicante ya no es tan agresiva como lo fueron en su momento La Regla Rota (1984-1987) o La Pus moderna (1989-1996), las revistas que dirigí hace muchos años. Esto no lo afirmo yo, sino, ¿quién creen?, el travieso Carlos (se me hace que no has leído los cinco números que llevamos, pillín). Tampoco lo es su motto: 'Ideas para un país en ruinas'. Ni tampoco los temas que hemos explorado en un año (Migraciones, racismo y mestizaje; Ideologías: de la ultraizquierda a la ultraderecha; El mito de la posmodernidad; Erotismo y sexualidad y El estado del arte) ni, por supuesto, el acercamiento a éstos por parte de especialistas como Roger Bartra, Néstor García Canclini, Luis González de Alba, Octavio Rodríguez Araujo, Jorge Juanes... Tampoco parecen convencerlo los textos de autores más jóvenes como Heriberto Yépez y su aguda diatriba contra Huntington y Krauze, Guillermo Fadanelli y su llamado a abrir todas las puertas, Héctor Villarreal y su puntual análisis sobre la escenificación mediática de los grandes debates contemporáneos, Alejandro Rozado y su manifiesto sobre la noche de la civilización, Diana Palaversich y sus filosas críticas literarias, Francesca Gargallo y su amargo descreimiento del amor, Wenceslao Bruciaga y su crudísima crónica sobre las orgías homosexuales en San Francisco. Tampoco, snif, mi ensayo sobre el fracaso del socialismo real y la pervivencia de los mitos de la revolución cubana -una auténtica dictadura en pleno siglo XXI- y del tan querido por los mamones e ignorantes altermundistas Che Guevara: un tipo autoritario, intolerante y homofóbico. Vaya, tampoco encuentra agresividad en las imágenes de María Gorozo embarazada y desnuda ni en los cómics de Clement burlándose de las tesis indigenistas más socorridas ni en la crónica de Paola Garibi-Harper sobre la promiscuidad en un mochísimo pueblo de los Altos de Jalisco ni en las reseñas de Rubén Bonet o J.M. Servín o Jorge Flores-Oliver o Zektor 01 ni en el ensayo de Maricruz Castro sobre las cómicas del cine mexicano ni... Bueno, concedamos, quizá no hay tal agresividad. Quizá porque hemos preferido el discurso de la inteligencia y la sutileza antes que el de la provocación adolescente y la vulgaridad. Porque agresividad, así como en los fanzines de los patinetos y de los thrashers, pos no. (Aunque la verdad ese tipo de agresividad nos da un poco de risa, cuando no de ternura.)

VIII. Los contenidos de Replicante ya los juzgan sus lectores. Lo que hacemos nosotros, los editores y los miembros de la mesa de redacción y del consejo editorial, a partir de nuestro criterio y de nuestras preferencias estéticas e intelectuales, es proponer temas, textos e imágenes y armar discursos con distintas voces y tesituras. Son ya cinco números en los que hemos publicado a más de doscientos autores entre escritores, académicos, periodistas, críticos, fotógrafos, ilustradores, humoristas, artistas, diseñadores, poetas y comiqueros, muchos de ellos publicados por primera vez en las páginas de una revista cultural abierta y horizontal. (Porque las hay cerradas y verticales, como ésas que muy de vez en cuando abren sus compuertas para dejar pasar a uno o dos nuevos valores de las letras y, claro, las vuelven a cerrar.)

IX. Vamos, incluso publicamos en dos partes un larguísimo ensayo sobre una transvaloración cultural que nos envió un viejo amigo en el que abordaba, entre otras cosas, la impostura de Jorge Volpi. El trabajo constaba de más de cien cuartillas, razón por la cual le propuse a su autor que lo editaría para poder publicarlo en los dos primeros números de Replicante. Accedió y así se hizo. Lo publiqué incluso ante la opinión adversa de Roberta Garza, la directora, y de otros honorables miembros del consejo, a quienes les parecía enfadoso y farragoso y horroroso. Al ver publicada la primera parte de su extenso artículo el autor estaba de plácemes. Qué felicidad, eres mejor editor que [Huberto] Batis, me decía, gozoso. Bien. Pero al ver la segunda parte cambió de opinión y lo que antes había sido un acucioso trabajo de edición (lo que hacemos con todos y cada uno de los textos) se convirtió en una vulgar censura. Ahí va el autor con el chisme a Batis y a la sección cultural de un diario capitalino. ¡Censura en Replicante! Oh, no. Y ahí está otra vez mi amigo Martínez Rentería repitiendo mecánicamente la acusación. ¡Mecachis! Nomás no le da gusto uno a nadie... (Ya luego les platicaré de la vez que mandé a chingar a su madre a Gurrola.)

X. Ni modo, qué le va uno a hacer. Replicante no es monedita de oro y jamás se venderá tan bien como Quién o Caras o TV y Novelas. Quizá eso consuele un poco a Carlitos. Somos un poquito contraculturales y un poquito comerciales, ¿no? ¿Se puede ser eso? Pero, después de todo este rollo, quiero dejar muy claro que no tengo nada contra Carlos ni contra Generación. Somos viejos amigos y hemos compartido muchas cosas a lo largo de veinte años de trabajo editorial y cultural y se ve mal que a estas alturas nos estemos peleando por frivolidades, y más en un bar. Los bares son para pasar bien el rato. Por nuestra parte, nos queda muy claro que su revista es, sin discusión, la única realmente contracultural en este país y la nuestra, pues... eh, solamente una revista de cultura. ¿Eh?

sábado, octubre 22, 2005

Las opiniones de mi compadre...

Ayer, 21 de octubre, se publicó esta nota en La Crónica de Hoy

El objetivo de la contracultura es desmadrar estereotipos
Raquel Sanz

Las revistas culturales en ocasiones resultan poco atractivas para los jóvenes, por lo que los medios independientes tratan de hacer contracultura y tener un mayor alcance en la sociedad mexicana, como sucede con Replicante, Arte al Día y Generación, cada una con diferentes tácticas.
Los editores de estas ediciones se reunieron en el primer encuentro de revistas universitarias e independientes, que se llevó a cabo en la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde coincidieron que el objetivo de la contracultura 'es molestar a la sociedad, desmadrar todo tipo de estereotipo', expresó Carlos Martínez Rentería, director de Generación.
Los tres ponentes reconocieron que este tipo de periodismo se volvió viejo y aburrido: 'El formato viene desde los años ochenta, y tal vez el hecho de que no tengan éxito es porque a la larga se vuelven aburridos. Ahora lo que intentamos hacer es algo diferente, fresco y llegar a toda la sociedad que esté deseosa de saber cosas que en otros medios censuran, como el caso del cómic, las crónicas duras y la fotografía que no sólo muestra a los indígenas y niños de la calle', expresó Jorge Flores, colaborador de la revista trimestral Replicante la cual se distribuye en la cadena de Sanborns.
Ese detalle de que la revista independiente se distribuya en centros comerciales de un cierto estatus social, no es bien visto por Martínez Rentería: 'No quise expresar que era malo, cada quien ve sus propias herramientas para triunfar, pero se me hace algo incoherente', aseguró el editor de Generación.
Lo cierto es que el medio se ve afectado, porque la gente siempre ha visto la cultura como algo selecto y mucho más el tipo de contenido de las publicaciones independientes: 'que son escritos sin censura o artistas pocos conocidos que realmente tienen algo que ofrecer y que decir', por lo que algunos han encontrado la solución para difundir la cultura y el arte de manera gratuita como es el caso del periódico Arte al Día, que se distribuye de manera internacional, en Miami, Argentina, México y Sudamérica gratuitamente.
El director de esa publicación, José Costa Peuser, asegura que el regalar los ejemplares en México no es la mejor solución: 'Por desgracia los mexicanos no están acostumbrados a leer y aunque se les regalen las cosas, muchas veces ni así se acercan'.

jueves, octubre 20, 2005

Encuentros y desencuentros

Hoy al mediodía Jorge Flores-Oliver, integrante de la mesa de redacción de Replicante, leyó en el Claustro de Sor Juana el texto que reproduzco a continuación, con unos breves comentarios a la mesa en que participó en nuestra representación.

GENERACIÓN EQUIS (o sea, equis)

Jorge Flores-Oliver (brutalblumpi.blogspot.com)

Ya regresé del encuentro ese. Me sentaron junto a José Costa Peuser, director de Arte al Día. También estuvo Carlos Martínez Rentería, de Generación. El texto que leí creo que le llegó y se tomó todo de manera personal, así que comenzó a tirar ondas contra la Replicante ('no es tan cabrona como La Pus y La Regla Rota', 'pero ya está en Sanborns', 'mi revista yo no la veo como un negocio') y se armó un leve debate.

A mí me tiró uno del público porque dije que Repli era una revista horizontal y en mi texto nombro varias veces a Roger Villarreal, lo cual le pareció incongruente. No había incongruencia, pues mi texto lo escribí como lector de los proyectos de Rochelieu, antes que como coordinador o colaborador. Fue una pifia de mi parte pero ni modos, así es mi tatema.

Pero en general me jué re bien, pus hasta me aplaudieron y varios chavos que hacen fanzines se acercaron para presentarme sus publicaciones. Una chica del claustro me felicitó y me dijo que le gustaba la revista y la moderadora, Alejandra Quiroz, me preguntó por qué cuestionaba a los fanzines. Para nada: qué mejor que sigan existiendo; muchas veces son mucho mejores que las revistas 'pro'. Simplemente creo que en el caso particular de Repli se pasó de una edición más rústica típica de los años en que se editaba la Pus a lo que ahora es.

Quedamos de vernos en una cantina cercana al Claustro, pero nunca la encontré y mejor: el debate iba a seguir con alcohol de por medio y así Rentería es más necio aún. Bueno, pues aquí les dejo el texto que leí, a ver qué opinan. Si no opinan nada no hay pedo, pus ya me acostumbré a que nadie comente nada, esnif.

Estoy aquí para hablarles del proyecto de Roberta Garza y Rogelio Villarreal. Para mí, que antes que nada fui un lector ávido de La Regla Rota y La Pus moderna, la cosa es muy clara: Replicante sigue teniendo el espíritu desmadroso y abierto de sus antecesoras. El panorama actual es diferente pero sólo un poco, pues a diferencia de los tiempos en que aquéllas fueron publicadas, ahora abunda todo tipo de revistas. Las hay hasta culturales. Pero la cantidad, como ya sabemos, casi por regla está peleada con la calidad. Exceptuando muy honrosos casos, los estantes están llenos de catálogos de boutiques que hablan de bandas, cineastas, pintores y proyectos hechos por y para juniors, ese segmento de la población que bien podríamos denominar 'artistas'. Sí: artistas del engaño.

Por otra parte, los viejos estandartes editoriales de la cultura nacional siguen allí, pero fuera de que resultan indispensables para saber los últimos chismes de la intelectualidad mexicana, la solemnidad las vuelve en ocasiones francamente intragables. Es que el intelectual no tiene (o no quiere tener) ni una sola pizca de sentido del humor, como si las artes y las letras tuvieran que ser serias para volverse relevantes.

En Replicante se da espacio a aquellas expresiones que no tienen cabida en ningún otro lado: la gráfica enferma, el cómic, las crónicas duras, la fotografía que prefiere saltarse el lugar común de retratar indígenas y niños de la calle, así como las disciplinas de las que sólo sabemos por publicaciones especializadas, como la biología o la lingüística. En vez del clásico retrato en acuarela, un dibujo de Freud en baby doll mientras dice: '¡Ay, chiquilines!' En lugar de las caricaturas de los ya muy conocidos moneros -quizá demasiado-, alguna ilustración de un artista desconocido pero con mayor vitalidad y fiereza.

Esa es otra de las principales características de Replicante: dar cabida a los artistas emergentes, esos que para entrar en alguna de las revistas culturales deben esperar a que el editor o el director de arte esté de buen humor. Lo malo no es hacer cola en este medio tan atiborrado, sino que publicar dependa de editores desastrosos y pedantes. Replicante es horizontal. Colaborar en ella no es tan difícil (pero sí): sólo se necesita tener propuestas frescas, macizas y que provoquen la discusión. Supongo que en realidad no es tan fácil, pues la experiencia nos dice que las revistas se hacen justamente con los ingredientes opuestos: ideas anquilosadas, blandas y olvidables.

Replicante destaca porque sabe diferenciarse. Villarreal y Garza aprendieron a dejar de hacer fanzines impresos en papel chafa repletos de colaboraciones más chafas aún, para intentar colarse en donde a la gaceta 'contracultural' le da miedo. Ser una revista independiente tiene que ver más con los contenidos que con la presentación, pero las reglas no escritas del underground mexicano han dictado desde siempre que para ser independiente se debe editar e imprimir como en los años ochenta. Qué raro ser una revista 'alternativa' y acompañar textos con viñetitas de hadas y manchones de tinta como esos viejos periódicos de poesía absolutamente olvidables: ¿dónde queda la apuesta por diferenciarse?

Después de que brotaran tantas y tantas revistas 'radicales', lo mejor era publicar una revista sin adjetivos. Replicante no es alternativa ni contracultural ni vanguardista. Replicante es simplemente una revista de cultura, pero no de la cultura tal y como la entienden los editores tradicionales. Es bien conocido el gusto de Villarreal por levantar ámpula en este medio en el que se acostumbra a ser totalmente condescendiente por miedo a perder la chamba o los cuates. A hacer crítica sin criticar. A no burlarse. ¿Por qué en las cantinas, esos lugares de encuentro de la intelectualidad, se comenta que Octavio Paz tenía voz de pito y no se puede hablar de ello en voz alta? ¿Por qué las críticas de los libros se hacen sólo leyendo los boletines de las editoriales y la contraportada de los libros? ¿Por qué ser autocomplacientes y no buscar colaboradores que verdaderamente rifen? ¿Cuál es el miedo? ¿Perder las becas y los anuncios de restaurancitos?

En un país en el que los muy pocos lectores optan por las propuestas más elementales, al equipo detrás de Repli no nos deja de sorprender que la gente verdaderamente lea los contenidos de la revista. Aunque ese es el objetivo, podría no suceder: yo mismo en muchas ocasiones sólo hojeo las revistas culturales pero no las compro ni me detengo demasiado en sus contenidos porque, aceptémoslo, la mayoría son brutalmente aburridas. Si siempre nos hemos quejado de que la cultura no tiene más adeptos por su terrible hermetismo y seriedad militante, ¿por qué repetir la fórmula? Mejor no tener una fórmula o, por lo menos, irla creando en cada número.

Queremos que el número de lectores crezca y que la revista no se quede sólo en el DF. Por eso se ha optado porque la distribución no sea la típica de antaño, esa que se basaba en regalar números a los cuates y esperar a que las pocas librerías dispuestas a mover nuestras publicaciones lograran vender un ejemplar. Eso sería condenarnos a que los lectores volvieran a ser nuestros tres amigos. Cuesta trabajo y esto no habría sido posible hace años, pero, como dijera Damon Albarn: 'There's no other way'. No hay otra forma de hacer las cosas. La industria editorial es eso: una industria y un negocio, así se hable de publicaciones independientes. Preferiría ver el fanzine Invasión convertido en una publicación de alta calidad y solvencia como la vieja Ben is Dead de San Francisco, porque tiene con qué. Ojalá el culto que crean ciertas publicaciones subterráneas llegaran a más gente porque supongo que la idea del editor es que su publicación se venda. Dejar el ostracismo aferrado y autoimpuesto para que, ahora sí, por fin, exista eso que llaman la escena cultural independiente. Si no, seguiremos siendo recordados como las 'jóvenes promesas' del under, reconocidos solo por otros borrachos en las cantinas y por los puesteros del Chopo.

Quiero agradecer, a nombre de Roberta y Roger, que estén aquí, escuchándome, pero agradecería aún más que compraran la revista y, mejor aún, la leyeran. Y si es posible, que reaccionen. No le saquen.

miércoles, octubre 19, 2005

El estado del arte

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En la primera semana de noviembre... una revisión exhaustiva del mundo del arte, desde los artistas hasta los museos y galerías, ferias, bienales y fiestas, curadores, empresarios, coleccionistas y diletantes... Un número esencial para comprender lo que pasa con el arte contemporáneo. (Y por qué el arte conceptual ya no le dice nada a nadie).