domingo, agosto 28, 2005

Sexualidad replicante

Hoy, dominguito 28 de agosto, Antulio Sánchez publicó esta nota sobre el no. 4 de Replicante en Milenio Diario...

El tema de la sexualidad tiene tantas aristas como posiciones. Por ello, no es de extrañar que la más reciente edición de Replicante aborde tantos matices de la misma. Así, hay un sabroso trabajo de Paola Garibi sobre la diversidad sexual extrema y esquizofrénica de la mocha zona de los Altos de Jalisco, pasando por una 'incorrecta' serie de fotos de embarazadas de María José Gorozo, hasta el provocativo ensayo de Miriam G. Medel, 'Amaos y reproducíos: el extraño mundo de los derechos sexuales y la libertad personal'.

Por el particular interés de quien esto escribe de explorar los vasos comunicantes entre tecnología y cultura, particularmente entre red y sexualidad, destacamos el corto pero sustancioso trabajo de Esther Gasca, 'Diana ha ingresado'. Para la autora, por internet circula la variedad sexual típica de los tiempos que corren, una es la bisexualidad femenina. Para ella dicha preferencia no nació con la red, pero gracias al ciberespacio muchas féminas han podido experimentar dimensiones sexuales que en el pasado no se atrevían. El amplio universo de sitios dedicados a promocionar encuentros, foros de discusión y chats son parte de ese escenario que ha llevado a muchas mujeres a experimentar nuevas dimensiones del placer.

De acuerdo con Gasca, podemos decir que nuestras incursiones, a medio camino entre la etnografía del ciberespacio y la sociología digital, nos han llevado a hurgar en servicios P2P, de mensajería instantánea y chats en donde nos hemos percatado que en nuestro continente ha crecido el número de chavas que se declaran abiertas a la experimentación sexual, dentro de ese espectro sobresalen las inclinadas por las de su mismo género, en donde a diferencia del pasado hoy incluso hacen públicos datos personales como correos electrónicos o teléfonos. Una práctica que también aumenta es la de usar fetiches y gadgets sexuales para alcanzar el placer. El crecimiento de ese fenómeno es desigual y es en el Cono Sur en donde el incremento es destacado. Sin duda es una tendencia en auge pero sin ser todavía el estado perfecto para toda mujer de los tiempos que corren, como dice la referida autora.

En todo caso sirva esto para acercarse a leer Replicante, que sobresale en un entorno cultural de revistas adocenadas y acomodaticias, de publicaciones políticamente correctas. Apenas con cuatro números de vida demuestra que combina la frescura y originalidad con el debate y la reflexión. A lo largo de sus páginas desfilan la desigual transculturación de nuestro país, los muchos mundos y submundos urbanos que convergen en esta nuestra rota nación de inicios del siglo XXI. En fin, sin intentar trazar oráculos y sin afán de dibujar en cada página el advenimiento del apocalipsis, Replicante ofrece una mirada plural de nuestro fragmentado entorno cultural.

antulio.blogspot.com

miércoles, agosto 24, 2005

La decadencia y el desvanecimiento de la contracultura

[Un articulillo publicado en el suplemento Traspatio del Milenio Diario, el 14 de agosto d'este año...]

La incultura en México

¿Por qué se divide la historia, la más reciente, en cápsulas decenales? ¿Es que los acontecimientos se aglutinan en décadas para hacer más fácil la labor de los historiadores? Así, los años de la posguerra, los sesenta, los setenta y los ochenta serían inconfundibles y tendrían características muy definidas. Pero, ¿qué pasó con los posmodernos noventa? ¿No se asemejaban un poco a todos esos decenios anteriores, con sus roqueros que eran punks y fresas a la vez, con tantos remakes cinematográficos y esos constantes y machacones covers musicales? (Una tendencia que continúa en nuestros días: a este ritmo nadie conocerá nunca las versiones originales de las viejas películas y canciones.) ¿Y el sospechoso revival del arte conceptual? ¿Qué con el resurgimiento de los políticos y líderes guerreros y fundamentalistas de uno y otro signo, de Oriente a Occidente?
Los noventa arrancaron con Carlos Salinas de Gortari espuriamente acomodado en la silla presidencial. Un jefe de Estado que quiso modernizar el país y fracasó con todo y su doctrina del 'liberalismo social', pero que logró amansar desde el Conaculta a una buena parte de los artistas e intelectuales (por no hablar de empresarios, inversionistas y narcotraficantes). Ya sabemos cómo llegó al poder su sucesor Ernesto Zedillo, quien al término de su sexenio, con un PRI desacreditado y desgastado, transfirió en el año 2000 el poder a un aspirante no priista por primera vez en siete décadas.
'El presidente del cambio', se autonombró Vicente Fox. Sin embargo, en el México profundo las cosas siguen igual o peor. Pese al discurso oficial, las estadísticas del propio INEGI en rubros como alimentación, salud, vivienda, educación y empleo arrojan números que sonrojarían a países más pobres que el nuestro.
En los noventa creímos que México despegaría por fin y se integraría al primer mundo, como quería Salinas. Habría vinos y quesos franceses para todos y el Tratado de Libre Comercio atraería inversiones y la ansiada prosperidad que nos habían prometido -y escamoteado- los cachorros de la Revolución. La cultura estaba de fiesta con los encuentros de la revista Vuelta ('El siglo XX: la Experiencia de la Libertad', 1990) para festejar el desgajamiento del comunismo, coordinado por el premio Nobel Octavio Paz y sus liberales a puerta cerrada en los estudios de Televisa, y el 'Coloquio de Invierno' (1992), organizado por la revista Nexos, ligeramente a la izquierda, con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo, el paisaje distaba mucho de ser idílico. Se trataba de dos fieros grupos antagónicos entonces, los de Vuelta y los de Nexos, en sorda pugna por conseguir los favores y los reflectores del Estado: puestos en la gestión pública, espacios en los medios de comunicación, publicidad para sus respectivas revistas, asignación de trabajos... La historia de este encono está documentada en los diarios y las revistas de la época, así como uno de sus significativos resultados: Octavio Paz pidiendo a Salinas de Gortari la destitución del presidente del Conaculta, Víctor Flores Olea, porque no fue invitado 'a tiempo' al coloquio invernal. Nuestro mayor poeta ejerciendo de censor...(1) Por su parte, los izquierdistas de Nexos ocuparon cada vez más importantes puestos en el gobierno, como quería Carlos Fuentes desde los años setenta.
La relación de los intelectuales y los artistas con el poder, siempre intrincada y veleidosa y no pocas veces cómplice, nos lleva necesariamente a observar el carácter de las manifestaciones culturales en los últimos años en México, en los que el Estado ha asumido un papel protagónico como promotor y difusor (especialmente si se trata de proyectos monumentales y oropelescos como los que exaltan el esplendor de las civilizaciones prehispánicas o lo sorprendente que es el arte de nuestros jóvenes genios). Aunque es cierto que es obligación del Estado proteger y fomentar la cultura, entiéndala como la entienda y lo haga como mejor le parezca, las gestiones del ex funcionario, fotógrafo y profesor investigador de la UNAM Víctor Flores Olea a la periodista Sara Bermúdez han sido profusas en políticas erráticas y los habituales viajes y gastos de representación, más las consabidas y ridículas escenas en el extranjero, inauguraciones suntuosas, intercambios faraónicos, megabibliotecas... Es cierto también que muchas de las becas y los apoyos otorgados han servido para paliar temporalmente la precaria situación de cientos o miles de artistas, escritores y comunidades marginadas, así como para impulsar la labor discreta y constante de investigadores en distintos campos de las ciencias sociales.
Pero si hay algo que puede sorprender por su rareza y originalidad es que en este país incluso la contracultura -o lo que se entiende por contracultura en México: un rosario de clichés importados de la contracultura estadounidense de los años sesenta- ha sido subvencionada por un Estado marcadamente patrimonialista y paternalista, para el que todos, antes que ciudadanos, somos menores de edad a los que hay que cuidar, vigilar y castigar.
A mediados y fines de los ochenta surgieron grupos de rock que poco después se desgañitaban en éxtasis místico por Chiapas mientras triunfaban en las pantallas de TV; pintores y artistas de barriada (Tepito Arte Acá) y grafiteros perseguidos por las patrullas que hoy exponen tranquilamente en muros y recintos oficiales y publican su trabajo en revistas de gran tiraje; fotógrafos y videoastas, escritores y poetas malditos que se morían por aparecer en las listas de los escogidos; periodistas y editores de revistas alternativas que insisten aún en la legalización de la mariguana y adoran eternamente a Bukowski (quien, si viviera, les daría una patada en el culo); bailarines y performanceros 'transgresores' y proyectos de toda índole de chavos-banda que más bien pronto se desvanecieron en la enrarecida atmósfera de la ciudad. De entonces a la fecha son pocos los que no han recibido alguna clase de beca o apoyo estatal, incluyendo a los exitosos artistas conceptuales que rechazaban el arte tradicional por su impropia condición de mercancía. Concedamos que todo esto no está mal para quienes buscan el reconocimiento (así sea afanosamente) o para los que simplemente desean vivir de su trabajo, como todos los demás. Todos saben que una norma de las manifestaciones marginales, alternativas o contraculturales es que éstas, tarde o temprano, se incorporan al mainstream, al gran mercado: ahí están los ejemplos suficientemente conocidos del punk y otros movimientos musicales, artísticos y literarios. Lo que parece un tanto risible es que muchos artistas y escritores beneficiados insisten en mantener una rabiosa postura contra el sistema, adoptando poses insolentes o graciosamente rebeldes, tomando casi al pie de la letra la fallida traducción literal de contracultura (against culture): contra la cultura establecida, y no counterculture: servir de contrapeso a la cultura dominante. (Pero de esto ha escrito mucho mejor Luis Racionero en sus Filosofías del underground.)
Pero México es un país de paradojas. La Ciudad de México está al borde del colapso y el país entero es ya una sucesión de suburbios de la capital, con sus grandes malls y sus estrenos hollywoodenses simultáneos; con todos sus jóvenes bailando y cantando al unísono las tonadas de los concursantes de La Academia (ya nadie será ingeniero o doctor o abogado); con la inmensa mayoría de la población pendiente de las expulsiones del Big Brother; con informadores que dan las noticias a medias o a conveniencia de las dos grandes corporaciones televisivas. Es también este país uno de revolucionarios de pacotilla, con sus boinas y sus playeras con la imagen del Che Guevara ?un mito cuya patética historia desconocen: un invento descarado del dictador con más años en el poder en todo el mundo. O con sus playeras de Marcos, un enmascarado que quiso hacer una revolución y se ocultó en la selva como el enigmático coronel Kurt de El corazón de las tinieblas para rumiar el rechazo y el semiolvido mientras trama... ¡el regreso de la vieja nueva izquierda! Y con sus políticos de Tijuana a Cancún que han perfeccionado el arte del engaño, de la corrupción, del asesinato y de la fuga. Con sus narcos, que han amasado un poder inmenso que muchas veces se traslapa con el de las instituciones. Y con los asesinatos y las ejecuciones impunes de hombres, mujeres y niños en todos los jirones del territorio. Y con sus jerarcas eclesiásticos que saben darse la buena vida a costa de la fidelidad de creyentes y la gratitud de los políticos. Con todo esto, ¿hay lugar para la contracultura, o lo que eso sea ahora, como no sea en los minúsculos escondrijos de una sociedad cada vez más alienada y mediatizada?
Fuera de México todo es Cuautitlán, se decía antes, insinuando que lejos de la metrópoli no había sino rancheros, vacas y pastizales. Ahora la gran ciudad también se ha convertido en un gran rancho, más provinciano que nunca. Un presidente que nunca pudo crecer para convertirse en estadista y encauzar la lenta transición democrática y que, encima, recomienda a los pobres no leer para no enterarse de las malas noticias. Un jefe de Gobierno zafio y mesiánico que desprecia el diálogo y la cultura y que en ella ve exclusivamente un campo de apoyo para su próxima campaña electoral. Políticos y funcionarios que velan solamente por su propio bienestar y que se aumentan el salario a la menor provocación. Universitarios que apenas saben leer y ciudadanos que votarán por alguien que les dará la espalda al poco tiempo. Por si esto no bastara, la era de las revoluciones se ha acabado, como escribió Octavio Paz, lo mismo que el de los grandes proyectos de transformación social. La revolución vive ahora en los programas de MTV.
La noche de la civilización también se cierne sobre este país. Los intelectuales encumbrados permanecen ensimismados y los artistas sólo quieren fama y dinero, al igual que los escritores que se desviven por publicar ya la obra que los consagrará y que leerán solamente quinientos lectores.(2) Hay dispersos en el territorio nacional, seguramente, otros proyectos de creación y confrontación inteligentes que quizá no reciben ningún apoyo. Existen de manera independiente, si bien pocos, algunos sellos disqueros, estaciones de radio vía internet, editoriales de libros, revistas y CDs y otras empresas culturales que aprovechan las oportunidades de las nuevas tecnologías informáticas. Quizá la contracultura esté oculta y no sabemos reconocerla, deambulando por el ciberespacio o en oscuros cuartuchos de vecindad. Aun así hemos perdido la batalla. La degradación y la descomposición continúan su marcha irrefrenable. Las décadas serán todas iguales de ahora en adelante.

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* Una primera versión de este texto fue leída en la conferencia 'Mexico City 1990s: The Paints Not Dry', organizada por el Departamento de Artes Visuales de la Universidad de California en San Diego, el 13 de mayo de 2005.

Notas
1. En su relatoría, a cargo del doctor Gerardo Estrada, director de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, éste dedicó la mayor parte de su tiempo a desmentir varias de las afirmaciones de mi ponencia. Sin embargo, incurrió en el error ?uno de tantos? de decir que yo había acusado a Octavio Paz de 'neoliberal' y acto seguido se dedicó a presentarlo como uno de los mayores impulsores de la democracia mexicana. En efecto, nadie puede negar las valiosas contribuciones del poeta a la construcción de la endeble y caricaturesca democracia en este país, como tampoco el hecho de que su intervención fue decisiva para que Salinas de Gortari despidiera de su cargo a Flores Olea, lo que también negó Estrada. Según él, a Flores Olea lo hundieron 'los numerosos enemigos dentro del Conaculta...'. Fue inevitable que durante la exposición de Estrada el público se mirara entre desconcertado y divertido por la infame, chusca y cantinflesca pronunciación del inglés del conspicuo funcionario de la UNAM. El colmo fue cuando, para atenuar quizá las referencias a la acelerada descomposición de la sociedad mexicana, de la violencia en todos los ámbitos de la vida en México, Estrada dijo alegremente, ante sesenta atónitos testigos, que en este país hay fiesta cada noche, y puso por ejemplo la Plaza de Garibaldi. ¿Qué otra cosa podría esperarse de un alegre funcionario que ha cambiado según sopla el viento, de la izquierda al priismo al foxismo? Un funcionario que ha vivido casi cuarenta años del presupuesto no puede vivir en el error.
2. A quienes no les haría mal leer las siguientes palabras de Javier Marías: 'Un escritor [...] lo es siempre por elección. Nadie le obliga a ello, decide voluntariamente, opta por un tipo de vida arriesgada en la que puede fracasar o triunfar, en la que nada le está garantizado, ni siquiera la publicación de sus textos, menos que nada su talento, o la perduración de éste. A cambio no tiene patrón ni horarios, o sólo los que se impone, y nadie le dice lo que debe escribir (o él no debería escucharlo). No es un trabajador por cuenta ajena y por tanto no debe aspirar a nada semejante a un empleo seguro, ni a pensiones (porque nadie lo jubila de su actividad), ni a seguridades sociales. [...] un escritor no es mejor que ningún otro ciudadano por el mero hecho de escribir. Algunos quedarán como benefactores, en la medida en que sus libros conmovedores o inteligentes sirvan a las generaciones venideras, que los seguirán leyendo. Pero no sabemos quiénes serán, ignoramos quiénes permanecerán vigentes y vivos después de muertos. Mientras tanto, hay también escritores pésimos que deberían dedicarse a otra cosa, los hay ruines y los hay ofensivos. [...] Nadie tiene 'derecho' a que le publiquen, nadie tiene 'derecho' a que se lo ampare si tuvo mala fortuna o no fue precavido o gastó su dinero. Quizá, si me apuran, el escritor menos que nadie. Lejos de considerar su actividad sagrada, como tienden a hacer la mayoría de quienes la ejercen, hay que verla cercana a la del jugador profesional, el tahúr, el apostador impenitente que ha decidido vivir como le gusta y asume sus riesgos' (Mano de sombra, 1997).

domingo, agosto 21, 2005

Replicante en El Informador, de Guadalajara

Una entrevista de Liliana Zamora, publicada hoy en Guadalajara

Sale el cuarto Replicante
Una revista que se enriquece

El cuarto número de la revista Replicante aborda el tema de la sexualidad. Uno de los atractivos de la publicación es la serie de fotografías incluidas en la misma.

A cuatro números de su gestación, Replicante se afina. Si lo hace es porque está dispuesto a provocar a todo aquél que la sostenga en sus manos. No es cuestión de apantallar, es cuestión de dar ideas para un país en ruinas...

El cuarto Replicante ya danza por las librerías y alguno que otro puesto de periódicos. El tema de la sexualidad es el distintivo en esta ocasión. Había que hablar al respecto, cuenta Rogelio Villarreal, director editorial de la revista trimestral.
La razón es sencilla. Se habla mucho, pero se dice poco del sexo. Villarreal comienza a sospechar de 'tanta aparente libertad para hablar de sexo en la televisión, en todos los medios, en términos cotidianos, y sigue habiendo temas tabúes, prejuicios; las marchas gays son mal vistas, se hace mofa de lo trasvesti, de lo que hay en la televisión'.
Son estereotipos que permanecen en el ambiente diario. El director editorial la llama 'hipocresía', por el hecho de que la sociedad presume una tolerancia que simplemente, no existe. En el fondo no implican más que intolerancia y prejuicios desde diferentes propuestas... 'El sexo es bien visto, pero con toda la carga hipócrita que hay detrás de la política de los derechos humanos'.
Es entonces cuando Replicante sale al ataque. Y es que en esas más de 120 páginas hay historias, reseñas, fotografías, caricaturas que se refieren a la sexualidad, sin censura.
Son contenidos reales, que parten de la experiencia y de la investigación. En resumen: cada letra está respaldada por un argumento. No se trata de hablar, sino de profundizar en el tema. 'Son contenidos que se alimentan tanto del periodismo como de la academia', explica Rogelio Villarreal. 'Llegar a más gente, pero de manera más seria'.
Hay artículos como el de Elvira Reyes, psicóloga por la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. Ella publica en el cuarto número parte de las entrevistas que integrarán su próximo libro, que llevará como título Una agenda vacía: los derechos humanos y la prostitución en el Distrito Federal.
Se trata de historias reales de tres trabajadoras sexuales de La Merced, abordadas desde otro punto de vista, en este caso, desde la psicología.
También aparece uno que Eusebio Ruvalcaba, cuentista, novelista y ensayista, escribió a partir de una experiencia personal, sobre un amigo que estaba enamorado de él y que murió sin confesarlo. Lo descubrió gracias a unos poemas que se encontró en su departamento días después de su 'accidente': Luis Ignacio escribió de puño y letra, con letra nerviosa y menuda, de pronto ilegible: ?Las mujeres son superiores a los hombres, pero prefiero a los hombres... Decirle a Eusebio Ruvalcaba que compré un vino especial para él para ahora que venga a visitarme (no compré nada; ni siquiera me acuerdo quién me lo regaló ni cuándo). A ver si así viene''.
También hay imágenes fotografiadas por distintas personas. Son aportaciones que van en torno al mismo tema. Según el director editorial, la respuesta ha sido entusiasta, sobre todo de jóvenes estudiantes, sus principales seguidores. ?Son los más interesados e, incluso, proponen colaboraciones y escriben para felicitar?. Aunque esto no significa que Replicante sea, ni busque, ser una revista generacional.
Pero está la otra cara de la moneda, el lector que de alguna manera rechaza los contenidos de la publicación. 'Es un poco raro porque gente que se supone tiene bibliografía, que tiene maestros, que está cumpliendo un programa académico, de repente hay como dudas, inquietudes que también reflejan un poco el prejuicio del entorno familiar o social, o de una sociedad conservadora como la mexicana'.
Replicante no quiere convencer, quiere provocar. Esa es la idea. 'Hay gente que dice que publicar eso es peligroso porque estamos dando ejemplos, en vez de comprender y entender qué pasa. No estamos publicando para sorprender a nadie, ni para apantallar a nadie, simplemente porque es una realidad y le estamos dando un tratamiento periodístico, literario y gráfico, más o menos ameno, interesante, según nuestro punto de vista'.

Mas bonita que ninguna...

Que no te dé hueva leer...
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