lunes, septiembre 20, 2004

Dialogo con el presidente de la CDHDF

La mexicana noche del 15 de septiembre estaba festejando mi precumpleaños con varios amigos, entre ellos el escritor y periodista Sergio González Rodríguez, el escritor y traductor Ari Volovich y el antropólogo marroquí Tarek Elhayk en un bar de la Condesa, of all places. Sergio se retiró alegando mucho trabajo y nos quedamos los tres felices amigos hablando de cosas muy importantes. Sorpresivamente apareció en nuestra mesa nada menos que el presidente de la -multimencionada en este aburrido espacio- Comisión de Derechos Humanos del DF. Qué casualidad...

-Hola, Rogelio -me dijo. Lo saludé también y le pregunté que a qué se debía su súbita presencia en nuestra mesa (como yo estaba de espaldas no pude ver quién lo acompañaba; me habría gustado...). En suma, para no hacer el cuento largo, me espetó mi mala conducta con la Comisión y lo chueco que les he jugado. Así que ahora el agraviado es él, resulta. Le dije que nunca se había dignado contestar a mi carta de renuncia, entregada personalmente en su oficina el 15 de enero y en la cual explicaba detalladamente las razones de mi justificado enojo con la CDHDF. Esto no es raro, por lo general Emilio Alvarez Icaza no recibe o no responde a este tipo de reclamos, como pueden atestiguarlo varias personas que han trabajado y otras que siguen prestando sus servicios en esa institución -y de las cuales algunas han dejado constancia en dos o tres diarios.

Me reclamó también el hecho de haber publicado esa carta en Día Siete: Claro, le dije, la publiqué UN MES DESPUES porque ustedes no saben dialogar con la crítica. Y ni la misma directora de Comunicación Social fue capaz de desmentir ni una sola de las afirmaciones que hicimos no solamente en esa carta, sino en el anexo que preparó Héctor Villarreal que lleva por gracioso y certero título Quién nos defiende de los ombudsman? Por el contrario, Irma Rosa Martínez solamente se dedicó a descalificarnos, como acostumbra cada vez que tiene que responder a una carta en la que se acusa a la CDHDF de irregularidades y actos injustos.

Emilio se veía muy molesto. Le reclamé que me hubiera fincado un chaqueto proceso administrativo por haber sustraído información perteneciente a la Dirección General de Administración de esa institución pública y haberla subido a una página de internet, como saben ustedes, queridos amigos. Esa información, por cierto, no es confidencial ni clasificada, ni pone en peligro a la institución que preside Alvarez Icaza -en ella se muestra cómo y en qué gastan el presupuesto. Sin embargo, su director de Administración y su contralora interna decidieron que yo había sido y me acusaron en venganza por haber hecho pública mi renuncia y una serie de irregularidades cometidas por la CDHDF contra varios de sus propios trabajadores. Emilio, al parecer, tambien cree en esa versión y hasta llegó a decirme que eso ameritaba una acción legal... Era una amenaza?Incluso llegó a mencionar el pobre desempeño que tuve como subdirector de Publicaciones... Ay, qué le habrá dicho mi antigua jefa, la sagaz y hábil política Rocío Culebro pero ignorante de pe a pa de todo lo que tenga que ver con publicaciones y hasta con redacción y diseño... Ya no se acuerdan del desmadre que era armar los informes anuales, mal concebidos y peor preparados por su equipo de superasesores? Tengo testigos de alto nivel dentro de la CDHDF que pueden dar testimonio de la impreparación de asesores -salvo una excepción- y directores de área.

Sin embargo, me hizo saber que quería seguir hablando conmigo. Seguro, le di mi tarjeta de Promotor de Estrellas diseñada por Jorge Alderete y le dije que me llamara cuando quisiera.

Es curioso. Después de haberle reclamado airadamente a los directivos de Día Siete por haber publicado mi carta de renuncia -y hasta de intentar vetarme en ese medio- y de acusarme de robar información, ahora Emilio quiere hablar conmigo... Claro, hay que hacer sentir primero el poder del estado y luego hablamos, no?

O Emilio es ingenuo o está mal informado, o las dos cosas. O simplemente le vale madre el estado en que se encuentra la CDHDF. Saben que Emilio gana 80 mil pesos mensuales, más que el Peje, por ejemplo? Y que sus directores de área ganan 70 mil cada mes? Saben cuánto gana la gente que hace la limpieza en esa institución que defiende los derechos humanos? Una mierda... Pero con esos sueldos la defensa de los derechos humanso es más cómoda, no es así, Emilio?

Pese a todo, estoy dispuesto a hablar con Emilio si él quiere hacerlo. Aunque dudo que a estas alturas tenga todavía esa intención. Sin embargo, pongo una condición: que responda puntualmente a cada una de las afirmaciones que hicimos en mi carta de renuncia y en el artículo de Héctor. En caso contrario, será difícil hacerme cambiar de opinión respecto del carácter simulador de la CDHDF -con el cual incluso estuvo de acuerdo una cercana colaboradora suya, cuyo nombre me reservo para otra ocasión...- y seguiremos publicando cada vez que sea necesario nuestro punto de vista en relación con la defensa de los derechos humanos en la Ciudad de México.

Nota: si les interesa saber cuál es la resolución de la Contraloría Interna de la CDHDF en el proceso administrativo en mi contra -y durante el cual interrogaron de manera policiaca a varios empleados-, les diré que es de una ambigüedad espeluznante: como pude haber sido, pude no haberlo sido. El castigo? Una amonestación pública! Huy! No te parece, Emilio, un vergonzoso dispendio de recursos y de esfuerzos? Esa burocracia a la que tanto defiendes no cambia, verdad?

Una última pregunta, amigos queridos: Quién eligió a Emilio Alvarez Icaza para el puesto que ocupa? El pueblo? No. La Asamblea Legislativa del DF. Y quiénes conforman la ALDF? Se los dejo de tarea.

Por su atención, muchas gracias...


viernes, septiembre 10, 2004

La cobardia y los derechos humanos...

Hoy por la tarde, mientras comía con un par de buenos amigos en el Bull -antes Bar Vat, un restaurante en Av. Chapultepec, a unos metros de la CDHDF- entró Eric Ochoa, jefe de Sistemas de Cómputo de esa Comisión. Me saludó amablemente pero supongo que se acordó del proceso administrativo entablado cobarde y vengativamente en mi contra por su jefe, Román Torres Huato, director general de Administración, porque inmediatamente puso cara de circunstancia. Me reclamó entonces que yo lo había embarrado a causa de la sustracción ilegal de información perteneciente a esa administración y de haberla subido a un sitio de internet -en el cual, por cierto, se muestran cifras que hablan del manejo discrecional del presupuesto de ese organismo público-. Le contesté que dado que yo no había sido el responsable de esa acción y que incluso la reciente resolución de la Contraloría Interna de la CDHDF era ambigua en ese sentido, si alguien lo había embarrado era su propio jefe -a quien, por cierto, le gusta atravesar en veloz motocicleta la campiña morelense, enfundado en sus sexy Versace negros de cuero-. Y no solamente a él, sino a otros empleados de Administración, Publicaciones y Vinculación, a quienes les hicieron interrogatorios policiacos y además a algunos de ellos los amenazaron veladamente para que evitaran cualquier contacto conmigo.

Eric es un buen tipo que solamente defiende su puesto y su salario, cuatro veces menor que el de su jefe. Lástima que se ponga la camiseta de una institución falsaria, simuladora e hipócrita, a la que no le importa dañar a su propia gente en aras del minúsculo poder que detentan y, sobre todo, de conservar e incrementar el control de esa desacreditada institución pública. Ya Carlos Marín denunció irrebatiblemente hace varias semanas el carácter tramposo y demagógico de ese organismo al demostrar que su heroína Digna Ochoa cometió suicido y que no fue asesinada por las fuerzas del mal, como quieren Emilio Alvarez Icaza y la abogada Pilar Ochoa -defensora del Mosh, recordemos, durante la huelga de la UNAM.

Ahora se habla de que el mofletudo ombudsbaby, Alvarez Icaza, busca la presidencia de la CNDH, lo cual será harto difícil de conseguir, ya que hasta ahora nadie toma en serio al pequeño simulador, eterno zalamero de las ligas menores de la grilla local.

Más información sobre esta abyecta gentuza muy pronto...

Leer cuentos mexicanos*

Para Emmanuel Carballo, en su retiro de la crítica literaria...

?Soy homosexual, soy drogadicto, soy alcohólico, soy un genio?, declaró alguna vez Truman Capote, el celebrado y vanidoso autor de Otras voces, otros ámbitos y Música para camaleones, entre varias obras más. También afirmó en muchas ocasiones que el género que mejor conocía era el cuento; en suma, en el que más se acomodaba y el que más le interesaba. Sin embargo, su megalomanía le hizo apostar todo a una gran novela ?A sangre fría?, lo cual lo sumió en una angustiosa crisis creativa que duró dos décadas (prácticamente hasta su muerte en 1984). [José María Espinasa, ?El bailarín de tap?.]
No será necesario hablar de los grandes cuentistas de la literatura mundial -de la Rusia zarista a la América sajona e ibérica, del África negra y sahariana a China y las ignotas islas del Pacífico- para asentar una vez más que el cuento no es un género menor ni la hermanita fea de la novela, como tampoco hace falta apelar a los analistas de las letras universales para entender las particularidades de uno y otro ni al agobio existencial por el cual atraviesan algunos escritores que quieren convencerse de que el cuento es un mero ejercicio de estilo, una etapa necesaria de ardua preparación mientras conciben y dan a luz a la gran novela que habrá de consagrarlos de una vez y para siempre. Para demostrar que esto último es una falacia hay escritores que transitan con solvencia de un género a otro, como lo han hecho con suficiencia desde el vasto Balzac hasta el parco Rulfo, para arribar a territorio mexicano, y tantos autores más antologados en pujantes compilaciones regionales y nacionales de la variopinta narrativa del siglo XX, y hasta del XXI, como las de Christopher Domínguez (Antología de la narrativa mexicana del siglo XX, Vol. II, Fondo de Cultura Económica, 1991), Leonardo da Jandra y Roberto Max (Dispersión multitudinaria, Joaquín Mortiz, 1997), Bárbara Jacobs (Los mejores cuentos mexicanos, edición 2001, Joaquín Mortiz), Martín Solares (Nuevas líneas de investigación, Era, 2003) y las descuidadas recopilaciones anuales que hace el Fonca con sus precoces becarios -prestos para tomar por asalto el cielo de las estrellas literarias-, por mencionar sólo unas cuantas de las decenas disponibles, al menos en teoría, en las 380 librerías -sin contar los Sanborns- de todo el país [según Luis Gómez Hernández, miembro activo de la Asociación de Libreros de México, ?cifra realmente ínfima para una población de más 120 millones de mexicanos. Por cada librería hay hasta dos mil 500 cantinas?, Milenio Diario, 13 de enero de 2004].
El catedrático madrileño Eduardo Becerra incluye en Líneas aéreas (Lengua de Trapo, 1999) a trece mexicanos entre un total de setenta noveles escritores iberoamericanos. Si algo caracteriza a esta horda de tundemáquinas -escribe en el prólogo de su voluminosa antología-, a pesar de sus peculiaridades, es que ?el rechazo al realismo mágico merece para ellos, entre otros calificativos, el de superstición decorativa, truco localista y falsamente folclórico o narrativa para grandes almacenes?. Añade: ?Su rechazo a las etiquetas homogeneizadoras es conciencia de la falta de principios aglutinadores de lo americano, de marcas históricas y referentes generacionales de carácter global; como consecuencia de esta fragmentación del imaginario narrativo se facilita el viaje hacia el individuo, hacia una experiencia del mundo que se asume desde el comienzo como parcial?.
He aquí una de las claves de las nuevas narrativas hispanoamericanas y, en particular, de las mexicanas. Un universo ancho y complejo donde caben la tradición y la posmodernidad, donde se desgranan diversas y contradictorias maneras de explicarse la existencia y el mundo mismo, de abordar historias y anécdotas, fantasías y perversiones, complacencias e impertinencias, desde el involucramiento psicótico hasta la distancia más glacial.
Desde la frontera norte hasta los estados del sureste, pasando por el altiplano, nombres como los de Cristina Rivera Garza, Heriberto Yépez, Rafa Saavedra, Luis Humberto Crosthwaite, Daniel Sada, Alberto Chimal, Patricia Laurent Kullick, Enrique Serna, Guillermo Fadanelli, Sergio González Rodríguez, Jaime Muñoz, Jorge Volpi, Naief Yehya, Mauricio Carrera, Pepe Rojo, Élmer Mendoza, Mario González Suárez, Eduardo Antonio Parra, Juan Manuel Servín, Vivian Abenshushan, Mauricio Montiel y decenas o centenas más que descuellan con mayor o menor fulgor y glamour en el espinoso y abigarrado paisaje de las letras impresas (de la novela al cuento al ensayo y viceversa; de las grandes editoras transnacionales a las austeras independientes; de las metrópolis a las rancherías), y cientos o miles más que han decidido, ¿por qué no?, autopublicarse en el ciberespacio, contribuyendo al auge inusitado de los blogs, alacenas virtuales donde caben confesiones, diarios, diatribas, conjeturas, pensamientos y hasta, con cierta saludable frecuencia, sorprendentes dosis de creación literaria refrescante y novedosa.
Imposible leerlo todo. Aun cuando la profesión de corrector y editor en varias editoriales me ha obligado a leer una enorme cantidad de textos, ni todo el tiempo del mundo bastaría para estar al tanto de los cuentos que se producen y publican en este país; de haber nacido hace treinta años Emmanuel Carballo y Huberto Batis ya se habrían vuelto locos (¿y por qué no se han vuelto locos los nuevos paladines de la crítica? Porque leen muy poco o de manera muy selectiva. O porque leen literatura pasteurizada, la ?narrativa para grandes almacenes?). Uno quisiera detenerse parsimoniosamente en cada libro, en cada revista, en cada una de sus páginas, en cada biografía. Imposible. ¿Qué hacer? Rastrear. Husmear. Escoger cuidadosamente. Discriminar. Tuvo que venir de Australia la crítica Diana Palaversich para hacerme descubrir a la sorprendente tamaulipeca Patricia Laurent. Guillermo Fadanelli debió fundar la revista Moho y la editorial del mismo nombre para que algunos lectores pudieran leer los ácidos y desencantados relatos de Wenceslao Bruciaga (de Torreón), Alejandra Maldonado (de Pachuca), Constanza Rojas (de Mazatlán), Ari Volovich (de Ashdod, Israel), Tanya Sandler, Kyzza Terrazas y Guadamur (chilangos estos tres) y hasta las fugaces road movies de papel del tapatío Enrique Blanc. A veces uno quisiera que, al igual que el atribulado Capote, el noventa por ciento de los escritores sufrieran prolongadas crisis de creatividad, que tuvieran el extraño pudor de Rulfo, que antes de sentarse a escribir repasaran algunos capítulos de la historia de la literatura -por lo menos la de los últimos decenios. Pero no puedo quejarme, entre el alud de palabras que arriban a mi correo electrónico siempre hay sorpresas que complacerían a los editores más exigentes, si éstos no estuvieran más ocupados en buscar al autor de la gran novela anual que ganará el excelso premio que llenará arcas y bolsillos de billetes y lucirá por el mundo su flamante prestigio, tan dudoso como fugaz.

* Una versión de este texto se leyó el 26 de agosto en el bar la Mutualista, de Guadalajara, como parte del ciclo Re-cuento organizado por la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de esa ciudad.

lunes, septiembre 06, 2004

Alteracion de imagenes digitales

Hace unas semanas mi querido amigo Pedro Meyer me envió la convocatoria de un concurso de fotografía lanzada nada menos que por la Comisión de Derechos Humanos del DF (sí, ya chole con eso, pero esperen un poco...), y me decía en tono burlón que me fijara especialmente en el apartado 4, precisamenmte el párrafo que dice: "...[las fotografías] deberán ser a color o blanco y negro, analógicas o digitales, siempre y cuando las imágenes no hayan sido manipuladas, ni alteradas, de acuerdo con la percepción del jurado".

Por lo visto, la alicaída CDHDF no se cansa de hacer el ridículo, pues un fotógrafo más o menos ducho en lides digitales sabe perfectamente que es imposible determinar si una fotografía fue alterada digitalmente o no, a menos que esté confeccionada con las patas. La convocatoria cerró el pasado 3 de septiembre, y es de esperarse que solamente los fotógrafos más chambones habrán respondido a su llamado. ¿Quiénes son los miembros el jurado? Ya lo sabremos pronto. Con especial dedicatoria a la sagaz directora de Comunicación Social, Irma Rosa Martínez Arellano, va la entrevista que le hice a Pedro Meyer hace ya casi cuatro años -publicada en su momento en la Tempestad-, y la cual será reproducida también en mi próximo libro El dilema de Bukowski (Ediciones Sin Nombre). A ver si aprenden algo para el siguiente concurso...


La fotografía digital, el internet y el burdel de Manila. Una conversación con Pedro Meyer

Pedro Meyer es pionero en el mundo no sólo de la fotografía digital, sino de las nuevas herramientas tecnológicas que han hecho posible el desarrollo de los CD-roms, las impresoras digitales y los libros electrónicos. Es autor de varios libros, entre ellos Espejo de espinas [Fondo de Cultura Económica, col. Río de Luz, 1986] y Tiempos de América [Cittá de Anghiari, 1985] y de dos CD-roms: Fotografío para recordar/I Photograph to Remember [Voyager, Los Angeles, 1990] y Verdades y ficciones/Truths and Fictions [Voyager, Los Angeles, 1992]. Ubicado en el centro mismo de una polémica discusión internacional en torno al falso o legítimo carácter documental de la fotografía digital, Pedro Meyer toca en esta charla temas como la analogía entre la edición en cine y video y la construcción de imágenes digitales, la vertiginosa expansión del internet y zonezero.com, el website de fotografía más visitado en el mundo.


De la fotografía analógica a la fotografía digital

?¿Cómo llegaste a la fotografía digital?
?Fue un proceso evolutivo muy lento, no es como hoy en día, que alguien decide el jueves a las tres de la tarde que ya se convenció y salta a la fotografía digital. Cuando yo comencé no había nada. Aún tengo una serie de imágenes muy modestas de principios de los noventa; quienes las veían se preguntaban primero por qué se me ocurría invertir mi tiempo y mi energía en ese tipo de ?fotografía?, y segundo, que eso me pareciera que tenía más promesas que la fotografía de laboratorio, con sus exquisitas líneas y sutilezas y todo lo demás. Así, de retratos a base de puntos con una impresora también de puntitos ?no como las de hoy, los puntos eran como de coladeras? a nuestros días, hay un progreso inmenso. Puedes ver los primeros esbozos de eso en el libro que publicó Trisha [Trisha Ziff, Between Worlds, Contemporary Mexican Photography, Nueva York: Impressions Book, 1990]. El desarrollo de todo esto ha sido tan rápido que en una década pasó de ser algo de lo más primitivo a una complejidad que supera a la fotografía analógica: hoy una copia digital que yo hago es mucho mejor que la misma copia hecha en el laboratorio.
?Ya adivinabas las posibilidades de la fotografía digital...
?Desde el primer momento en que me senté a la computadora me dije: por aquí va el asunto, y es que no podía ser de otra manera. ¿Por qué? Creía que la fotografía química, después de 150 años, ya había agotado sus opciones, y por más vueltas que le dieras siempre terminabas en donde habías empezado, es decir, ya todo se parecía a todo y no había nada que realmente me entusiasmara. Desde luego, había aquí y allá algunas imágenes sugerentes, interesantes, pero eran incrementos mínimos en relación con el conjunto de la historia. Aun cuando hoy se están produciendo imágenes malas o banales por carretadas, estamos en el principio. Estoy seguro de que en diez o quince años van a empezar a salir cosas extraordinarias.
?Dices que ya se habían agotado las posibilidades de la fotografía analógica, ¿te refieres también a sus aplicaciones y a todos los géneros, la fotografía artística, la científica, el periodismo?
?Si haces una evaluación de las principales obras en el plano mundial vas a encontrar que el discurso de la fotografía se volvía reiterativo, es como si alguien planteara que una novela es diferente de otra porque los personajes tienen distintos nombres, pero el género de la novela fue evolucionando. En cambio, en la fotografía no había nada parecido. En las fotografías de reportajes, por ejemplo, solamente cambia la locación geográfica, pero el tratamiento del tema es siempre el mismo; tan es así que los fotógrafos con más experiencia hacen su trabajo con un cierto dejo de cinismo, repiten lo mismo: si ves sus obras, de un lugar a otro hasta el encuadre es semejante, los personajes son parecidos...
La fotografía digital vino a sacudir la historia de la fotografía, y no sólo la que viene, sino también la que ya aconteció. Se están revisando ahora los archivos de los fotógrafos del pasado, y se descubre, por ejemplo, que autores como Eugene Smith hacían montajes, pero él nunca se atrevió a decírselo a nadie porque eso era mal visto. Durante estos últimos años he tenido intensas discusiones en todo el mundo con muchos fotógrafos en relación con su negativa a reconocer las manipulaciones generadas por el laboratorio, por las lentes y por las cámaras mismas, por la selección de las imágenes y de los encuadres en la tira de contactos; así, la fotografía convencional se había revestido de un falso purismo: existen fotógrafos que pretenden fotografiar todo sin ?alteración? alguna, sin ?manipulación?, colgándose una aureola de santos con respecto a la realidad, pero si te pones a inspeccionar sus imágenes esa aureola empieza a craquelarse: al primer análisis se desvanece la discusión. Tú me hablas de la realidad y luego me muestras una imagen en blanco y negro ?que es además la técnica que con mayor frecuencia usan los puristas. Después de que te recetan su pureza absoluta te enseñan la foto en blanco y negro. No queda más que sonreír y preguntar: ¿Ésta es tu representación ?pura? de la realidad?
?Octavio Paz escribió, a propósito de la obra de Álvarez Bravo, que la realidad es más real en blanco y negro.
?Como poesía o como una interpretación vale, pero pretender que eso es una prístina representación de la realidad, obviamente no. A eso puedes añadir la serie de deformaciones de las lentes de gran angular, la introducción de la luz artificial de un flash electrónico, etc. Hace falta redefinir la fotografía documental. Los realizadores de documentales cinematográficos o de video, por ejemplo, asumen una serie de conceptos básicos, como que los personajes que aparecen en la pantalla sean los mismos de la realidad y no actores contratados, eso es un presupuesto básico. Lo que estás fotografiando no es un set de la realidad, ¿de acuerdo? Pero nadie ha pretendido jamás que un documental no se edite ni se arme de acuerdo con un guión, así, ¿por qué en una fotografía fija no debería editar y armar si puedo hacerlo con un documental fílmico? El hecho de que se trate de imágenes en movimiento o de que sean imágenes fijas, ¿qué importancia tiene ahora? Yo puedo construir una imagen fija con personajes que estuvieron ahí, personajes reales en un lugar real, ¿cuál es la diferencia con el cine? Alguien podría argumentar que eso, como yo lo presento, no existió así en el mismo instante, y mi argumento es que no es así el cine documental ni es así en ningún otro medio; no existe ningún medio en donde no edites y no compongas para hacer más eficiente tu discurso, así ¿qué tontería es ésa de que no puedo hacerlo con la foto fija? Es tal el escándalo que se ha armado en torno a eso que todos están temerosos de incursionar en el ámbito documental. Creo que ya es tiempo de que la gente empiece a sentir que tiene el derecho, la posibilidad y las herramientas para hacerlo mejor, sin que deje de llamarse documental.
A veces me siento ahí a hojear mis libros, mis viejos archivos, y mis archivos viejos no se diferencian de las fotos que tomé ayer. Veo las fotos y veo cómo las voy a tratar, qué conexiones hay entre una foto y la otra, y puedo juntar dos o tres fotos y después empiezo a escribir; esto se convierte en algo mucho más interesante que en el pasado.
?¿Qué va a suceder con la fotografía analógica de aquí a unos años, cuando el empleo de la fotografía digital se haya generalizado?
?La fotografía es exactamente la misma, ya sea analógica o digital. En el mundo analógico usas medios y herramientas particularmente definidas por lo químico; en el digital utilizas medios electrónicos que te permiten llevar el discurso fotográfico mucho más allá que con la fotografía analógica. Son las herramientas electrónicas las que te permiten modificar tu discurso, es el discurso fotográfico posanalógico el que se replantea. La historia de la fotografía es una. Fotografía quiere decir escribir con luz. Aun así había quienes decían al principio, por desinformación e ignorancia, que la fotografía digital no escribía con luz porque se trataba solamente de cuestiones electrónicas.
?Lo que nos remite a una estructura mental, a una cultura y una tradición muy difícil de cambiar. No es sólo una revolución conceptual, sino incluso filosófica.
?Técnica, conceptual, estética, filosófica. El hecho de poder incorporar sonido e hipertexto a una imagen fotográfica hace que te replantees, por ejemplo, este momento: estás grabando, y en otra ocasión alguien tomará fotos. Con las nuevas herramientas puedes transcribir electrónicamente esta conversación y crear un texto electrónico donde puedes mezclar las fotografías, el sonido ?mi voz, la del entrevistador, música, ruido?, referencias, anotaciones, imágenes en video, bibliografía, todo en un solo soporte, y hacer un conjunto de nuevas presentaciones más versátiles... En cambio, seguimos trabajando con métodos tradicionales que obedecen a una estructura tradicional.
?Incito a los fotógrafos en todas partes ?escribió Pedro en el editorial de mayo del 2000, en ZoneZero? a que prueben, a que experimenten con la producción de trabajo documental que resulta muy sólido aplicando la tecnología digital. Obviamente están presentes los riesgos del abuso, pero siempre han estado ahí, también en otros medios, y esto nunca impidió que los creadores responsables usaran todas sus herramientas. Hemos llegado a una redefinición de la fotografía documental; ahora es el momento de demostrarlo.?
?Con las herramientas digitales ahora uno mismo puede ser su propio editor...
?Claro, estas herramientas son los vehículos más completos para expresarnos y presentar nuestras ideas. Por ejemplo, este libro sobre la mesa [señala un libro objeto hecho por su esposa Trisha y su pequeño hijo Julio en el que hay reproducciones fotográficas de objetos y esculturas prehispánicas apareadas con las imágenes de personajes de Pókemon] es una pieza única, y para poder compartirlo con alguien en otra parte del mundo tendría que duplicarlo. Con la tecnología digital puedo hacer varios ejemplares impresos o electrónicos en una tarde y mandártelo, del mismo modo que podría hacer diferentes versiones y publicarlo en Art in America o exhibirlo en una galería. ¿Te imaginas cuánto nos tardaríamos si lo hiciéramos con las técnicas tradicionales, y cuánto costaría? También lo puedo subir a la red y establecer ligas con todos los sitios de Pókemon en el mundo, con los lugares de subasta de tarjetas... o sea, puedo hacer una cosa fantástica en donde confluyen el mundo de los pokemones con el del Museo de Antropología. Es asombroso cómo dos mundos totalmente distintos se pueden llegar a conectar de esa manera.


Navegar por el ciberocéano

?La fotografía digital viene a ser la concreción de un nuevo espacio donde confluyen tiempos, lugares y hasta culturas distintas. Rompe también, como en la noción posmoderna, con la estructura lineal de desarrollo de la historia y del progreso; abre horizontes más vastos.
?Lo asombroso es que en los antiguos códices se manejaba esa misma noción del tiempo, en ellos había reyes que morían y que tres páginas adelante volvían a aparecer; los códices tienen una estructura que no tiene nada que ver con el pensamiento occidental. Nos hemos alejado de esa sabiduría, de ese pensamiento. Si lo analizas, la mente funciona de una manera mucho más semejante a la del mundo digital que a la del analógico. Por ejemplo, en esta charla, cuando tocamos algún tema inmediatamente mis neuronas hacen cientos o miles de conexiones que hacen que otras ideas vengan y vayan, creando una serie de ramificaciones neurológicas que son muy parecidas a las ramificaciones digitales del internet, con sus millones de ligas.
?Si navegas en internet es posible que a los veinte minutos ya no sepas dónde empezaste ni qué es lo que buscabas. Lo mismo sucede cuando la mente empieza a divagar...
?Me acuerdo de las primeras experiencias que tuve en internet, y te estoy hablando de hace cinco años, que equivalen a cinco mil años en la historia de este medio. Terminé en un burdel en las Filipinas ?pero no era un sitio pornográfico: sucedía que una chica se fue a vivir a ese burdel porque estaba haciendo un reportaje desde ahí y enviaba sus textos y sus fotos desde un prostíbulo en Manila. Cuando veo una foto digital de las que yo puedo armar, esa foto representa mucho más mi manera de pensar que una foto tradicional. De la misma manera en que un escritor edita su texto y elimina o añade elementos para enriquecerlo, o pasa para adelante lo que estaba al final o en medio, de esa misma manera yo puedo eliminar o añadir elementos que se acercan con más precisión a lo que yo quiero expresar en una fotografía. Me acuerdo por ejemplo también de la añeja discusión sobre el collage, en el sentido de que también era algo artificial y que sus elementos no tenían que ver unos con otros. Es un poco como la discusión que se genera ahora con la aparición de la fotografía digital. Si Josep Renau se quedaba corto con sus ideas era porque las herramientas no le daban para más. Ahora, hay que tener cuidado con esto, porque lo que más hoy se encuentra con más frecuencia como representación de lo digital son, de hecho, ilustraciones, no son fotografías. Si comparas las fotos que yo he hecho, por ejemplo ésta de ?¿Dónde está la lana?? [una imagen que puede verse en ZoneZero, mayo del 2000], ¿qué tienen qué ver con los collages? Absolutamente nada. Hay que distinguir entre las visiones exclusivamente fotográficas y las que no lo son. Creo que este tipo de problemas no se han resuelto, ni siquiera hemos empezado.
?También tenemos el hecho de que la fotografía digital ya no necesita exclusivamente de un espacio físico para difundirse, como lo demuestra por ejemplo el sitio que fundaste, zonezero.com, con decenas de exposiciones virtuales de fotógrafos de todo el mundo. Aun así, con toda esta evidencia en favor de las ventajas, parece que hay mucha renuencia a aceptar las nuevas tecnologías
?La renuencia es la misma que ha habido en toda la historia de la humanidad. En el siglo XVI Maquiavelo escribió en El príncipe sobre el miedo de la gente a los cambios en las estructuras de poder ya establecidas, porque todavía no se habían demostrado las bondades específicas de cualquier nuevo tipo de gobierno ?y podemos hablar lo mismo de partidos políticos o de tecnología digital, de lo que quieras.
?Ese terror a aceptar cambios tan drásticos, como los que proponían Giordano Bruno, Copérnico o Galileo, que les valieron el escarnio, el descrédito o hasta la hoguera. Quizá sea pertinente comparar esta época con el Renacimiento, con el internet y las nuevas tecnologías... es como cuando se inventó la imprenta y se democratizó la información, se podía leer la Biblia, y cada vez más gente tenía acceso al alfabeto.
?Bueno, ¿quiénes son los que se opusieron a la imprenta? Tú sabes...
?La propia Iglesia...
?¡Los monjes que escribían los libros a mano! Y los príncipes que financiaban a los monjes y que les daban a los mismos príncipes la posibilidad de poseer bibliotecas privadas. Es decir, quienes obtenían algún beneficio derivado de esa estructura eran los primeros en oponerse. Es lo que pasa en el mundo digital: todos los fotógrafos establecidos, con una gran reputación, me ven como un hereje, ¡cómo puede ser que yo esté promoviendo y haciendo todos los esfuerzos en el ámbito digital y renunciando a mi pertenencia a la casta de los fotógrafos! En el CD-rom que hice [Verdades y ficciones, 1992] incluí todas las cartas que me mandaron, y muchas de ellas son muy críticas y escépticas en ese sentido, pero a los cinco años muchos de los que me criticaban cambiaron de opinión y ahí están ahora con sus fotografías en la red. Es como el famoso epitafio del hipocondríaco: ¿No que no?
?Hay varios intentos por controlar la red, hay países donde el internet está prohibido o donde su acceso está muy restringido.
?El mundo se reproduce en la red: los mismos debates y discusiones. La red es siempre una representación de todo lo que pasa en la realidad.
?Pero ver tantos sitios de odio, racistas o de pornografía infantil me hace pensar que la red padece un cáncer que está creciendo, que se expande de manera vertiginosa. ¿Cómo percibes el futuro de la red?
?En México siempre hemos sostenido que aquí no hay racismo, por ejemplo, pero cuando empiezan a aparecer cada vez más diarios y más libertad en el manejo de la información, con más investigación, se tiene la impresión de que de repente se desató una ola de racismo, de violencia. Pero eso ya existía. ¿Cómo me entero de que ayer mataron a veinte tipos aquí en el Distrito Federal en varios asaltos? Pues por la información, y si esa información no circula nunca lo sabría. Yo prefiero que todos estos grupos de odio estén en la red y que puedan detectarse y localizarse y no pensar que estamos sentados aquí y que todo eso no existe. Si algún imbécil ve un sitio de éstos y se inscribe y se vuelve neonazi, de todas maneras, si no iba a ser neonazi sería cualquier otra idiotez en la vida. Hay que ser muy estúpido para leer esas boberías y convertirse en neonazi.
?Desde luego. Pero tampoco creo que la solución vaya en el sentido de legislar rígidamente el internet. Hay tendencias autoritarias tanto en Estados Unidos como en China.
?Como en todo, no hay soluciones ideales. Pero qué ocurre, por ejemplo, con alguien que te vende algo en Australia y te estafa, ¿a quién demandas?, ¿dónde?, ¿qué haces? Para el desarrollo de un comercio mundial tiene que haber una regulación, tiene que haber responsables: ¿son las cortes de Estados Unidos las que tienen jurisdicción sobre las Islas Caimán, donde hay casinos que están robando? ¿Quién tiene jurisdicción legal en una cosa que es totalmente virgen? Y no estamos hablando nada más de si tú quieres subir a la red un manifiesto terrorista o de cómo cometer asesinatos. Una sociedad, no importa si es pequeña o primitiva, tiene códigos y leyes, incluso las familias las tienen. Hay por supuesto muchas consideraciones que tendrán que ventilarse, quiénes serán los que determinen en la red las reglas del juego, porque la completa libertad no es la solución: es una buena idea, una buena intención, pero sucede que todos quieren definir la libertad desde su propio punto de vista.
?A mí me sorprendió enormemente la convocatoria de la gran protesta contra la Organización Mundial de Comercio en Seattle el año pasado, al parecer una buena parte se gestó por Internet...
?Tampoco seamos tan ingenuos, no se trata de enviarle noticias a 20 mil personas que de pronto dicen: Vámonos, súbete al camión que nos vamos a Seattle... Existían ya muchas cosas y por internet se gestaron complementariamente muchas otras, pero no fue internet el principio y el fin de todo este asunto. ¿Tú sabes cuál fue efectivamente el punto neurálgico de agilización de todo eso? Encontrar mediante el correo electrónico alojamiento para 20 mil chavos y chavas, en casas particulares, así toda esa gente podría ir sin que les costara mucho dinero.
?Supongo que zonezero es el sitio más grande de fotografía en el mundo virtual...
?Es posible... Piensa en La Regla Rota o en La Pus moderna, las revistas que tú hiciste y que ya no existen, excepto los ejemplares que están por ahí en algunas bibliotecas. El punto es cómo aquello dejó de existir. En cambio, en zonezero tenemos cerca de 180 ediciones, desde la primera, y no hay una que no se visite todo el tiempo desde los más distantes puntos del planeta (¡99 países!, si bien 80 por ciento provienen de Estados Unidos). Es una inmensa galería donde las 180 exposiciones permanecen montadas todo el tiempo. Y lo más sorprendente es que de pronto la 40 se convierte de la noche a la mañana en la más visitada, y te preguntas por qué sucede eso, posiblemente alguien hizo una liga quién sabe dónde y de repente vienen 10 mil personas a ver una exposición en particular.
Este mes ?noviembre? llegamos a tres y medio millones de hits, y para el siguiente seguramente esa cifra va a incrementarse aún más. ¿Cuántos museos o galerías reciben noventa mil visitantes al mes? Mi editorial, por ejemplo, es leído por unas 3 mil 500 o 4 mil personas al mes, y no te estoy diciendo si lo publico en algún diario con un tiraje de 100 mil o no sé cuántos, pero de esos 100 mil lectores no todos van a detenerse en mi artículo, y nadie podría decir cuántos lectores lo leyeron. Nosotros sí podemos saber cuántos leyeron tal o cual nota, y cuántos vieron esa o aquella fotografía en particular.. También ha habido cosas insólitas: en medio de la guerra, en Kosovo, imagínate, alguien me escribió para registrarse y para que le enviara el boletín mensual. En otra ocasión me llegó un correo de alguien de quien no podía descifrar la dirección, le contesté diciéndole: Oye, qué bien que te registraste, ¿pero de dónde eres tú? El tipo me contestó y resulta que vive en pleno círculo polar ártico, ¡a unos kilómetros del Polo Norte! ¿Puedes creer eso?
[2000]