viernes, diciembre 23, 2005

Más sobre derechos humanos y simulación

Salió una nota el pasado lunes 19 de diciembre en Milenio Diario en la que se lee: "Amonesta la CNDH al ombudsman capitalino"; "Emiten una recomendación a la Comisión de Derechos Humanos del DF por no haber emitido resolución en caso de negligencia médica". La recomendación, y la noticia, deben haberle caído como un balde de agua helada al presidente de la CDHDF, quien hace un par de años se enemistó no solamente con Soberanes y la CNDH -que también tiene cola que le pisen-, sino con todos los ombudsman del país (una larga y patética historia que algún día deberían de buscar en las noticias). Con esa aura moral y santurrona que se han arrogado los defensores de los derechos humanos, la recomendación de la CNDH provocó en el ombudsman capitalino el siguiente comentario en voz de su directora de Comunicación Social: "A la CDHDF le extraña y lamenta que deba conocer la información sobre las Recomendaciones que le turna la CNDH por los medios de comunicación" (Dirección General de Comunicación Social , México, D.F., a 19 de diciembre de 2005. Boletín de Prensa N° 139/2003. LA CDHDF ACEPTA LA RECOMENDACIÓN DE LA CNDH).

Después de haber sido reelecto vía fast track por la viciada y cuestionable ALDF para otro periodo de cuatro años al frente de la CDHDF, Emilio Álvarez Icaza quiere consolidarse y exigió hace unos días la renuncia de su secretaria técnica, Rocío Culebro, quien, se supo, anduvo cabildeando entre asambleístas y diputados para tratar de llegar a la presidencia de ese organismo público. Debe ser doloroso dejar de percibir 70 mil pesos mensuales por defender a la ciudadanía del Distrito Federal contra los abusos de la autoridad. En fin, chamba no le habrá de faltar en alguna caritativa ONG de las que tanto abundan y que se dedican a repetir consignas zapatistas y políticamente correctas. (Por cierto, algunos de sus más cercanos colaboradores serán capaces de renunciar con ella?)

En tanto, las cosas siguen igual en la CDHDF sin que a nadie se le ocurra hacer una investigación a fondo: descuentos ilegales al salario, operación mochila, malos tratos, discriminación y sueldazos de lujo para los incompetentes altos mandos. Ah, pero eso sí, cómo se ufana Álvarez Icaza de su lucha contra la pederastia y la prostitución infantil. Ya no se acuerda que fue él quien ordenó el cierre del Centro de Atención Integral y Servicios a sexoservidoras que operaba en La Merced y que dependía de la Comisión? La CDHDF no es más que otra secretaría de Estado, con sus vicios burocráticos, una estructura vertical y autoritaria y su eterna simulación.

País de lectores

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Foto de Raúl Silva, X Teresa.

sábado, diciembre 03, 2005

Tijuana en Replicante

Mi amigo Leobardo Sarabia publicó en el suplemento Identidades del diario tijuanense El Mexicano, hace unos días, este texto, del cual reproduzco solamente los párrafos que nos atañen, sobre las recientes menciones a Tijuana en varias revistas del país. Me permití poner entre corchetes algunos breves comentarios y precisiones. Me sorprende, por otra parte, que no haya sabido leer la promiscua intención de Replicante al enfrentar en sus páginas los diversos géneros periodísticos y el ensayo de corte académico. Bueno, con el tiempo...

Crónica de la ciudad 21
Tijuana en las revistas: un repaso rápido

Leobardo Sarabia

Hay un alud de publicaciones que tienen a Tijuana por tema. Hay de todo en estos repasos: desde el examen riguroso, la indagación gremial hasta el turismo literario, que se ejerce con menor o mayor fortuna. Se trata de una reflexión colectiva que nos da una perspectiva múltiple y acaso novedosa, que conviene revisar para ampliar nuestra percepción de la ciudad. La mayoría de las revistas aquí citadas se editaron este año. Las refiero en el orden de su publicación.
[...]

Replicante. Humor, fantaseo y el peligro de la solemnidad
La revista Replicante se ha caracterizado por su atención a Tijuana. No es raro: Rogelio Villarreal, su editor, tiene una conexión con la frontera que viene desde inicios de los años noventa, cuando publicaba La Regla Rota [en realidad desde mediados de los ochenta... -R.V.] y La Pusmoderna, que fueron una renovación en la forma de hacer revistas. La información sobre la cultura underground, la red de corresponsales regionales y los artistas gráficos, enriquecen a la revista en forma notable. En casi todos los números suele haber textos que aluden a Tijuana, la cultura regional, la dimensión binacional y la cultura estadunidense, lo que nos hace verla como una revista cercana por no decir local. Eso también sucedía con La Regla Rota y La Pusmoderna. Ahora, Replicante avanza sin la incómoda tarea de representar forzosamente a la contracultura (es decir, sin despertar a johns fantes en Hermosillo, bukowskis en Tlaxcala o ginsbergs de Tacubaya, como si fueran células durmientes de Al Qaeda). En el número más reciente, Rubén Bonet incluye un documento informativo y a tramos, complaciente, de lo que fue INSITE 05. Casi no reconozco su estilo, proclive al escarnio festivo y a la crítica, en esta educada corresponsalía, donde incluso acusa a los artistas locales de haber 'dado la espalda a un proyecto que se desarrolla en 'su' comunidad'. También se incluye un texto de Sergio Rommel Alfonso, 'Estéticas en la frontera' donde analiza la escena de las artes visuales en la frontera norte. En su texto, el ensayista recrea una genealogía de la crítica artística, en forma documentada, y explica lo distintivo de algunos programas culturales (INSITE, Tercera Nación). De las obsesiones de Rogelio, la más divertida es su interés por la gráfica mexicana a contracorriente, los moneros-okupas que acuden de vez en cuando a reventar la página; la crítica al socialismo real (ya un poco a destiempo) [a destiempo? Y el proyecto estalinista de Bejarano-López Obrador? Y la dictadura castrista, tan venerada aún por los perredistas y los globalifóbicos? -R.V.] y la burla carnicera a las autoridades de cultura. En esta nueva aventura editorial irrumpe un tono académico que no percibí en las revistas anteriores (La Regla y La Pus). La gravedad expositiva, la pedantería curricular, la grandiosidad de los marcos teóricos convive con la vocación natural de Villarreal por darle campo al humor, al relajo, a la literatura, a la pulsión erótica en la tradición de H. Batis. Apenas se logra el difícil equilibrio de estas fuerzas adversarias. Ante la solemnidad del medio, Replicante es una revista divertida y aleccionadora y, una especie de guerrilla editorial.

sábado, noviembre 19, 2005

La cultura en Sanborns...

Ahora es un joven crítico literario -lo hemos leído en Letras Libres y en Confabulario- el que parece sorprenderse de que Replicante -una revista contracultural, según él- se venda en... Sanborns! Caray. Qué desazón! Pensé que ese dislate era exclusivo de Martínez Rentería y no de una inteligencia más refinada como la del punzante crítico en cuestión... Pero, como dice irrebatiblemente mi amiga Beatriz Aldaco, escritora de Hermosillo: 'Qué bueno que se venda de todo ahí [en Sanborns], cultural, semicultural, anticultural, contracultural, narcocultural..., no sé qué haríamos sin esa tienda en esta ciudad sin librerías. El vil rancho, pues'. Así que, joven literato, más seriedad, por favor.

sábado, octubre 29, 2005

Notas sobre contracultura: fantasías e incongruencias

Anoche, en el Black Horse, quise leer este texto pero no hubo chance, así que solamente comenté algunos de los puntos que trata. Fue la última sesión del Seminario de Comunicación y Contracultura organizado por la Universidad Iberoamericana. En vista de los comentarios sobre Replicante expresados por Carlos Martínez Rentería la semana pasada en el Claustro de Sor Juana durante el encuentro de revistas culturales, le respondí anoche con la amabilidad y la camaradería que me caracterizan. En sus ofuscadas intervenciones, Carlitos defendió nostálgica y apasionadamente su idea de la contracultura y no dudó en aludir una y otra vez a los beatniks y al carácter irreverente de la contracultura del siglo XXI. Incluso llegó a decir que le gustaría ver desnudarse a López Dóriga en su noticiero y que... en fin. Espero que haya agarrado la onda, porque se fue como alma que lleva el diablo directo al Bombay, aunque antes reconoció a regañadientes que le gustaría que Generación se vendiera también en Sanborns... Es tiempo de declarar ya la muerte de la contracultura?

I. Por más vueltas que le doy, no alcanzo a ver en qué la estoy regando. Dice mi amigo Carlos Martínez Rentería que publicar una revista como Replicante y después venderla en las tiendas Sanborns es una incongruencia. Pero Replicante también se vende en las librerías Gandhi, en las de Educal, en las del Fondo de Cultura Económica, en librerías de usado, en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en varios lugares más. Es decir, en puntos de venta desde Tijuana a Mérida a los que habitualmente va la gente de este país de lectores para comprar libros y revistas. Pero creo adivinar que su resquemor se debe a que probablemente piensa que las revistas contraculturales no deberían de venderse en las tiendas del señor Slim. (No sé por qué.) (Y no estoy muy seguro de que Replicante sea una revista contracultural de acuerdo con el baremo que, me imagino, le gustaría establecer al buen Carlitos.) Ahí, en los Sanborns, se venden libros de muchos autores extranjeros y mexicanos (como el viejo José Agustín y el no tan joven Guillermo Fadanelli), revistas del país y extranjeras (como Adbusters) y diarios estalinistas como La Jornada, en el que cada semana publica Martínez Rentería su columna 'Salón Palacio' sin que a la fecha, que yo sepa, le haya reclamado nada a la comisaria Carmen Lira por esa misma razón.

II. Lo que me desconcierta un poquitín es que quizá el maloso de Carlos piense que una revista contracultural no debería de venderse en Sanborns pero sí en las librerías del Estado, como las de la red de Libros y Arte de Educal. O sea: en los estantes del culto Carlos Slim no pero en los de la ignorante Sari Bermúdez sí... Según esto, una revista como la nuestra, producida con nuestro dinero y con nuestro esfuerzo, no debería empañar, al exhibirse impúdicamente en los detestables Sanborns, la pureza virginal de la contracultura -cualquier cosa que eso sea en la era digital y de globalización rampante: ¿por qué no están aquí Naief Yehya y Antulio Sánchez? Pero, eso sí, los editores deberíamos de pedir (y hasta exigir a sombrerazos, como hacen algunos) becas y subsidios de Conaculta (al cabo hay becas del Fonca hasta para los hoyos fonqui, H. Yépez dixit) y quizá atrevernos a negociar humildes intercambios con librerías, restaurantes, bares y pequeños negocios. (Usted perdone, pero, ¿no quisiera anunciarse en nuestra revistita? Ándele, ¿sí?)

III. Estoy seguro de que el perverso Carlos juega conmigo. Todo mundo sabe que su revista, de la que nadie duda que sea contracultural, faltaba más, ha subsistido casi toda su vida gracias al Estado y que además se jacta de no pagar las colaboraciones. Es que no es un negocio, dice el pícaro Carlos, como queriendo precisar: 'un negocio pérfido y sucio'. ¿Y ahora cómo le digo que Replicante sí lo es? O más bien, que lo quiere ser. Como lo son los negocios en los que Carlos compra alcohol y alimentos y ropa y zapatos y medicinas y libros y discos y electrodomésticos y regalos para él y su familia. Y alcohol. Y como los negocios en los que compra el papel para su revista y los que la imprimen y encuadernan. Porque, que yo sepa, nadie regala nada en este mundo (ni Conaculta), y si nosotros podemos pagarle a los numerosos (y extraordinarios) escritores, académicos, fotógrafos, ilustradores y diseñadores que colaboran con Replicante, lo vamos a hacer, así sea modestamente y aunque no quieran -y para eso estamos buscando la maldita publicidad. (No sé por qué los dioses, y los funcionarios, sonríen cada vez que se menciona la palabra 'contracultura'.)

IV. Dice el diantre de Carlos que los objetivos de la contracultura son, entre otros, provocar y desmadrar los estereotipos. Oh sí, eso está bien. Pero me gustaría saber cuáles. Es curioso cómo la imagen del director de Generación siempre ha estado invariablemente asociada a la bohemia -ahí están los cientos de fotos de él y sus compinches publicadas en su bonita sección de 'sociales'-, es decir, a un estereotipo perfectamente definido y previsible en el cual confluyen la noche, el alcohol, las mujeres, la poesía, los bares, ¡el performance! ¡argh!, las putas, las drogas y el amanecer. (Hey, ¿por qué no pedirle también becas a Bacardí, al Grupo Modelo o al cártel de Juárez?) Bueno, no quiero ser aguafiestas, pero eso, eh, no tiene nada de contracultural... Una cosa es divertirse en donde y como a uno se le pegue la gana, como en las sanas y benditas cantinas, y otra asociar ese tipo de vida con la provocación, la irreverencia, la crítica y el aniquilamiento de los estereotipos. ¿Acaso no es en los bares donde millones de padres de familia de este país guadalupano y priista buscan esparcimiento? ¿Son todos ellos contraculturales? (Por cierto, en esos lugares lo único que he visto desmadrarse son numerosas narices y miles de bolsillos.) Ahora que, si de meterse cantidades industriales de drogas vamos, yo creo que en este país los más contraculturales, por amplia mayoría, son los artistas de Televisa y los políticos. Preguntémosle al Niño Verde, por ejemplo.

V. Los beats. Ah, los beatniks. Ya déjenlos en paz, por favor. Está bien leer a Kerouac, a Ginsberg, a Ferlinghetti, a Lamantia y a todos ellos, y además al viejo Burroughs y al bienamado Bukowski, por supuesto. Pero déjenlos ya descansar en paz. Cada vez que se habla de contracultura en este país se les debe invocar forzosamente. Como en un ritual. Como si fueran los únicos grandes escritores estadounidenses. Algunos lo son, sin duda, pero la mayoría, seamos honestos, no superan al genio de William Faulkner ni al de Philip Roth ni al de Kathy Acker, por escoger nomás tres magníficos ejemplos de tres generaciones. Qué afán el de la contracultura el de rendirles homenaje al menor pretexto. Les apuesto lo que quieran a que uno de los primeros actos del Centro de Estudios de la Contracultura (impulsado por el propio Carlos y por la Universidad de Guadalajara), cuya sede estará, al parecer, en Lagos de Moreno, Jalisco, será precisamente eso: homenajear a los iconos de la contracultura estadounidense. La cátedra Ferlinghetti. El auditorio Bukowski. Y, bueno, el aula José Agustín, la cafetería María Sabina. Qué buena onda.

VI. Con todo este relajo ya no me queda claro qué es la contracultura. Rebeldía, provocación. Algo así, ¿no? Yo creo que Carlos debería sacarnos de la duda de una vez por todas y hacer una lista muy precisa y estricta en la cual se nos explicara qué es ser contracultural y qué no lo es. No se puede vivir en esta incertidumbre. Imagínense la confusión que privará entre los estudiosos y los biógrafos y los chavos que están haciendo su tesis... Porque, si nos fijamos bien, de la antigua contracultura de los años cincuenta y sesenta ya no queda nada. El rock es uno de los principales puntales de la industria discográfica y de los medios, y la psicodelia y el amor libre y el vegetarianismo y la buena onda oriental ya valieron madres, lo mismo que los intentos por cambiar las conciencias y hasta el mismo mundo. En Rebelarse vende. El negocio de la contracultura (Taurus, 2005) los autores, un par de ex anarcopunks un tanto decepcionados de la rebeldía hueca y estridente de la contracultura globalifóbica norteamericana y europea, muestran suficientes ejemplos de cómo la contracultura no ha hecho más que aceitar -eso sí, a veces de maneras muy creativas- el mecanismo del consumo capitalista. (Aunque es justo decir que Heath y Potter despiden un tufillo un tanto derechoso al justificar tan vehementemente en su libro su acendrado gusto por las normas y la competencia.)

VII. Replicante ya no es tan agresiva como lo fueron en su momento La Regla Rota (1984-1987) o La Pus moderna (1989-1996), las revistas que dirigí hace muchos años. Esto no lo afirmo yo, sino, ¿quién creen?, el travieso Carlos (se me hace que no has leído los cinco números que llevamos, pillín). Tampoco lo es su motto: 'Ideas para un país en ruinas'. Ni tampoco los temas que hemos explorado en un año (Migraciones, racismo y mestizaje; Ideologías: de la ultraizquierda a la ultraderecha; El mito de la posmodernidad; Erotismo y sexualidad y El estado del arte) ni, por supuesto, el acercamiento a éstos por parte de especialistas como Roger Bartra, Néstor García Canclini, Luis González de Alba, Octavio Rodríguez Araujo, Jorge Juanes... Tampoco parecen convencerlo los textos de autores más jóvenes como Heriberto Yépez y su aguda diatriba contra Huntington y Krauze, Guillermo Fadanelli y su llamado a abrir todas las puertas, Héctor Villarreal y su puntual análisis sobre la escenificación mediática de los grandes debates contemporáneos, Alejandro Rozado y su manifiesto sobre la noche de la civilización, Diana Palaversich y sus filosas críticas literarias, Francesca Gargallo y su amargo descreimiento del amor, Wenceslao Bruciaga y su crudísima crónica sobre las orgías homosexuales en San Francisco. Tampoco, snif, mi ensayo sobre el fracaso del socialismo real y la pervivencia de los mitos de la revolución cubana -una auténtica dictadura en pleno siglo XXI- y del tan querido por los mamones e ignorantes altermundistas Che Guevara: un tipo autoritario, intolerante y homofóbico. Vaya, tampoco encuentra agresividad en las imágenes de María Gorozo embarazada y desnuda ni en los cómics de Clement burlándose de las tesis indigenistas más socorridas ni en la crónica de Paola Garibi-Harper sobre la promiscuidad en un mochísimo pueblo de los Altos de Jalisco ni en las reseñas de Rubén Bonet o J.M. Servín o Jorge Flores-Oliver o Zektor 01 ni en el ensayo de Maricruz Castro sobre las cómicas del cine mexicano ni... Bueno, concedamos, quizá no hay tal agresividad. Quizá porque hemos preferido el discurso de la inteligencia y la sutileza antes que el de la provocación adolescente y la vulgaridad. Porque agresividad, así como en los fanzines de los patinetos y de los thrashers, pos no. (Aunque la verdad ese tipo de agresividad nos da un poco de risa, cuando no de ternura.)

VIII. Los contenidos de Replicante ya los juzgan sus lectores. Lo que hacemos nosotros, los editores y los miembros de la mesa de redacción y del consejo editorial, a partir de nuestro criterio y de nuestras preferencias estéticas e intelectuales, es proponer temas, textos e imágenes y armar discursos con distintas voces y tesituras. Son ya cinco números en los que hemos publicado a más de doscientos autores entre escritores, académicos, periodistas, críticos, fotógrafos, ilustradores, humoristas, artistas, diseñadores, poetas y comiqueros, muchos de ellos publicados por primera vez en las páginas de una revista cultural abierta y horizontal. (Porque las hay cerradas y verticales, como ésas que muy de vez en cuando abren sus compuertas para dejar pasar a uno o dos nuevos valores de las letras y, claro, las vuelven a cerrar.)

IX. Vamos, incluso publicamos en dos partes un larguísimo ensayo sobre una transvaloración cultural que nos envió un viejo amigo en el que abordaba, entre otras cosas, la impostura de Jorge Volpi. El trabajo constaba de más de cien cuartillas, razón por la cual le propuse a su autor que lo editaría para poder publicarlo en los dos primeros números de Replicante. Accedió y así se hizo. Lo publiqué incluso ante la opinión adversa de Roberta Garza, la directora, y de otros honorables miembros del consejo, a quienes les parecía enfadoso y farragoso y horroroso. Al ver publicada la primera parte de su extenso artículo el autor estaba de plácemes. Qué felicidad, eres mejor editor que [Huberto] Batis, me decía, gozoso. Bien. Pero al ver la segunda parte cambió de opinión y lo que antes había sido un acucioso trabajo de edición (lo que hacemos con todos y cada uno de los textos) se convirtió en una vulgar censura. Ahí va el autor con el chisme a Batis y a la sección cultural de un diario capitalino. ¡Censura en Replicante! Oh, no. Y ahí está otra vez mi amigo Martínez Rentería repitiendo mecánicamente la acusación. ¡Mecachis! Nomás no le da gusto uno a nadie... (Ya luego les platicaré de la vez que mandé a chingar a su madre a Gurrola.)

X. Ni modo, qué le va uno a hacer. Replicante no es monedita de oro y jamás se venderá tan bien como Quién o Caras o TV y Novelas. Quizá eso consuele un poco a Carlitos. Somos un poquito contraculturales y un poquito comerciales, ¿no? ¿Se puede ser eso? Pero, después de todo este rollo, quiero dejar muy claro que no tengo nada contra Carlos ni contra Generación. Somos viejos amigos y hemos compartido muchas cosas a lo largo de veinte años de trabajo editorial y cultural y se ve mal que a estas alturas nos estemos peleando por frivolidades, y más en un bar. Los bares son para pasar bien el rato. Por nuestra parte, nos queda muy claro que su revista es, sin discusión, la única realmente contracultural en este país y la nuestra, pues... eh, solamente una revista de cultura. ¿Eh?

sábado, octubre 22, 2005

Las opiniones de mi compadre...

Ayer, 21 de octubre, se publicó esta nota en La Crónica de Hoy

El objetivo de la contracultura es desmadrar estereotipos
Raquel Sanz

Las revistas culturales en ocasiones resultan poco atractivas para los jóvenes, por lo que los medios independientes tratan de hacer contracultura y tener un mayor alcance en la sociedad mexicana, como sucede con Replicante, Arte al Día y Generación, cada una con diferentes tácticas.
Los editores de estas ediciones se reunieron en el primer encuentro de revistas universitarias e independientes, que se llevó a cabo en la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde coincidieron que el objetivo de la contracultura 'es molestar a la sociedad, desmadrar todo tipo de estereotipo', expresó Carlos Martínez Rentería, director de Generación.
Los tres ponentes reconocieron que este tipo de periodismo se volvió viejo y aburrido: 'El formato viene desde los años ochenta, y tal vez el hecho de que no tengan éxito es porque a la larga se vuelven aburridos. Ahora lo que intentamos hacer es algo diferente, fresco y llegar a toda la sociedad que esté deseosa de saber cosas que en otros medios censuran, como el caso del cómic, las crónicas duras y la fotografía que no sólo muestra a los indígenas y niños de la calle', expresó Jorge Flores, colaborador de la revista trimestral Replicante la cual se distribuye en la cadena de Sanborns.
Ese detalle de que la revista independiente se distribuya en centros comerciales de un cierto estatus social, no es bien visto por Martínez Rentería: 'No quise expresar que era malo, cada quien ve sus propias herramientas para triunfar, pero se me hace algo incoherente', aseguró el editor de Generación.
Lo cierto es que el medio se ve afectado, porque la gente siempre ha visto la cultura como algo selecto y mucho más el tipo de contenido de las publicaciones independientes: 'que son escritos sin censura o artistas pocos conocidos que realmente tienen algo que ofrecer y que decir', por lo que algunos han encontrado la solución para difundir la cultura y el arte de manera gratuita como es el caso del periódico Arte al Día, que se distribuye de manera internacional, en Miami, Argentina, México y Sudamérica gratuitamente.
El director de esa publicación, José Costa Peuser, asegura que el regalar los ejemplares en México no es la mejor solución: 'Por desgracia los mexicanos no están acostumbrados a leer y aunque se les regalen las cosas, muchas veces ni así se acercan'.

jueves, octubre 20, 2005

Encuentros y desencuentros

Hoy al mediodía Jorge Flores-Oliver, integrante de la mesa de redacción de Replicante, leyó en el Claustro de Sor Juana el texto que reproduzco a continuación, con unos breves comentarios a la mesa en que participó en nuestra representación.

GENERACIÓN EQUIS (o sea, equis)

Jorge Flores-Oliver (brutalblumpi.blogspot.com)

Ya regresé del encuentro ese. Me sentaron junto a José Costa Peuser, director de Arte al Día. También estuvo Carlos Martínez Rentería, de Generación. El texto que leí creo que le llegó y se tomó todo de manera personal, así que comenzó a tirar ondas contra la Replicante ('no es tan cabrona como La Pus y La Regla Rota', 'pero ya está en Sanborns', 'mi revista yo no la veo como un negocio') y se armó un leve debate.

A mí me tiró uno del público porque dije que Repli era una revista horizontal y en mi texto nombro varias veces a Roger Villarreal, lo cual le pareció incongruente. No había incongruencia, pues mi texto lo escribí como lector de los proyectos de Rochelieu, antes que como coordinador o colaborador. Fue una pifia de mi parte pero ni modos, así es mi tatema.

Pero en general me jué re bien, pus hasta me aplaudieron y varios chavos que hacen fanzines se acercaron para presentarme sus publicaciones. Una chica del claustro me felicitó y me dijo que le gustaba la revista y la moderadora, Alejandra Quiroz, me preguntó por qué cuestionaba a los fanzines. Para nada: qué mejor que sigan existiendo; muchas veces son mucho mejores que las revistas 'pro'. Simplemente creo que en el caso particular de Repli se pasó de una edición más rústica típica de los años en que se editaba la Pus a lo que ahora es.

Quedamos de vernos en una cantina cercana al Claustro, pero nunca la encontré y mejor: el debate iba a seguir con alcohol de por medio y así Rentería es más necio aún. Bueno, pues aquí les dejo el texto que leí, a ver qué opinan. Si no opinan nada no hay pedo, pus ya me acostumbré a que nadie comente nada, esnif.

Estoy aquí para hablarles del proyecto de Roberta Garza y Rogelio Villarreal. Para mí, que antes que nada fui un lector ávido de La Regla Rota y La Pus moderna, la cosa es muy clara: Replicante sigue teniendo el espíritu desmadroso y abierto de sus antecesoras. El panorama actual es diferente pero sólo un poco, pues a diferencia de los tiempos en que aquéllas fueron publicadas, ahora abunda todo tipo de revistas. Las hay hasta culturales. Pero la cantidad, como ya sabemos, casi por regla está peleada con la calidad. Exceptuando muy honrosos casos, los estantes están llenos de catálogos de boutiques que hablan de bandas, cineastas, pintores y proyectos hechos por y para juniors, ese segmento de la población que bien podríamos denominar 'artistas'. Sí: artistas del engaño.

Por otra parte, los viejos estandartes editoriales de la cultura nacional siguen allí, pero fuera de que resultan indispensables para saber los últimos chismes de la intelectualidad mexicana, la solemnidad las vuelve en ocasiones francamente intragables. Es que el intelectual no tiene (o no quiere tener) ni una sola pizca de sentido del humor, como si las artes y las letras tuvieran que ser serias para volverse relevantes.

En Replicante se da espacio a aquellas expresiones que no tienen cabida en ningún otro lado: la gráfica enferma, el cómic, las crónicas duras, la fotografía que prefiere saltarse el lugar común de retratar indígenas y niños de la calle, así como las disciplinas de las que sólo sabemos por publicaciones especializadas, como la biología o la lingüística. En vez del clásico retrato en acuarela, un dibujo de Freud en baby doll mientras dice: '¡Ay, chiquilines!' En lugar de las caricaturas de los ya muy conocidos moneros -quizá demasiado-, alguna ilustración de un artista desconocido pero con mayor vitalidad y fiereza.

Esa es otra de las principales características de Replicante: dar cabida a los artistas emergentes, esos que para entrar en alguna de las revistas culturales deben esperar a que el editor o el director de arte esté de buen humor. Lo malo no es hacer cola en este medio tan atiborrado, sino que publicar dependa de editores desastrosos y pedantes. Replicante es horizontal. Colaborar en ella no es tan difícil (pero sí): sólo se necesita tener propuestas frescas, macizas y que provoquen la discusión. Supongo que en realidad no es tan fácil, pues la experiencia nos dice que las revistas se hacen justamente con los ingredientes opuestos: ideas anquilosadas, blandas y olvidables.

Replicante destaca porque sabe diferenciarse. Villarreal y Garza aprendieron a dejar de hacer fanzines impresos en papel chafa repletos de colaboraciones más chafas aún, para intentar colarse en donde a la gaceta 'contracultural' le da miedo. Ser una revista independiente tiene que ver más con los contenidos que con la presentación, pero las reglas no escritas del underground mexicano han dictado desde siempre que para ser independiente se debe editar e imprimir como en los años ochenta. Qué raro ser una revista 'alternativa' y acompañar textos con viñetitas de hadas y manchones de tinta como esos viejos periódicos de poesía absolutamente olvidables: ¿dónde queda la apuesta por diferenciarse?

Después de que brotaran tantas y tantas revistas 'radicales', lo mejor era publicar una revista sin adjetivos. Replicante no es alternativa ni contracultural ni vanguardista. Replicante es simplemente una revista de cultura, pero no de la cultura tal y como la entienden los editores tradicionales. Es bien conocido el gusto de Villarreal por levantar ámpula en este medio en el que se acostumbra a ser totalmente condescendiente por miedo a perder la chamba o los cuates. A hacer crítica sin criticar. A no burlarse. ¿Por qué en las cantinas, esos lugares de encuentro de la intelectualidad, se comenta que Octavio Paz tenía voz de pito y no se puede hablar de ello en voz alta? ¿Por qué las críticas de los libros se hacen sólo leyendo los boletines de las editoriales y la contraportada de los libros? ¿Por qué ser autocomplacientes y no buscar colaboradores que verdaderamente rifen? ¿Cuál es el miedo? ¿Perder las becas y los anuncios de restaurancitos?

En un país en el que los muy pocos lectores optan por las propuestas más elementales, al equipo detrás de Repli no nos deja de sorprender que la gente verdaderamente lea los contenidos de la revista. Aunque ese es el objetivo, podría no suceder: yo mismo en muchas ocasiones sólo hojeo las revistas culturales pero no las compro ni me detengo demasiado en sus contenidos porque, aceptémoslo, la mayoría son brutalmente aburridas. Si siempre nos hemos quejado de que la cultura no tiene más adeptos por su terrible hermetismo y seriedad militante, ¿por qué repetir la fórmula? Mejor no tener una fórmula o, por lo menos, irla creando en cada número.

Queremos que el número de lectores crezca y que la revista no se quede sólo en el DF. Por eso se ha optado porque la distribución no sea la típica de antaño, esa que se basaba en regalar números a los cuates y esperar a que las pocas librerías dispuestas a mover nuestras publicaciones lograran vender un ejemplar. Eso sería condenarnos a que los lectores volvieran a ser nuestros tres amigos. Cuesta trabajo y esto no habría sido posible hace años, pero, como dijera Damon Albarn: 'There's no other way'. No hay otra forma de hacer las cosas. La industria editorial es eso: una industria y un negocio, así se hable de publicaciones independientes. Preferiría ver el fanzine Invasión convertido en una publicación de alta calidad y solvencia como la vieja Ben is Dead de San Francisco, porque tiene con qué. Ojalá el culto que crean ciertas publicaciones subterráneas llegaran a más gente porque supongo que la idea del editor es que su publicación se venda. Dejar el ostracismo aferrado y autoimpuesto para que, ahora sí, por fin, exista eso que llaman la escena cultural independiente. Si no, seguiremos siendo recordados como las 'jóvenes promesas' del under, reconocidos solo por otros borrachos en las cantinas y por los puesteros del Chopo.

Quiero agradecer, a nombre de Roberta y Roger, que estén aquí, escuchándome, pero agradecería aún más que compraran la revista y, mejor aún, la leyeran. Y si es posible, que reaccionen. No le saquen.

miércoles, octubre 19, 2005

El estado del arte

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En la primera semana de noviembre... una revisión exhaustiva del mundo del arte, desde los artistas hasta los museos y galerías, ferias, bienales y fiestas, curadores, empresarios, coleccionistas y diletantes... Un número esencial para comprender lo que pasa con el arte contemporáneo. (Y por qué el arte conceptual ya no le dice nada a nadie).

miércoles, septiembre 28, 2005

El gran fiasco

Una reseña...

Rebelarse vende. El negocio de la contracultura
Joseph Heath y Andrew Potter
México: Taurus, 2005

Luis Racionero, en Filosofías del underground (Anagrama, 1977), explica que una mala traducción de counter culture hace que 'contra cultura' adquiera connotaciones de movimiento anticultural, de oposición frontal a la civilización occidental, y no de equilibrio, contrapeso: 'El término inglés contracultura significa el intento de equilibrar la cultura occidental compensándola en aquellos aspectos cuya carencia está provocando su declive'.
En el underground de los años sesenta confluyeron las filosofías individualistas, el pensamiento oriental y las experiencias psicodélicas. Fue el afloramiento de una actitud antiautoritaria, comunal, libertaria y descentralizadora caracterizada por su énfasis en el rock, las drogas, la poesía y la vida en comunas. Occidente y su tecnología apestaban. Lo cool era el místico y lejano Oriente y su vida sencilla apegada a la naturaleza.
Sin embargo, si aquellas manifestaciones de la contracultura escandalizaban a los conservadores de hace cuarenta años, hoy son parte de nuestra cotidianidad: la Era de Acuario y el mercado se llevan de maravilla. El rock muy pronto se volvió un entretenimiento mediático y las drogas sirven para todo menos para expandir la conciencia. La glamorosa moda del siglo XXI no sería la misma sin los aportes de hippies, punks, raperos negros y narcotraficantes y la alimentación sana y el comercio justo hoy son demandas y privilegios de las clases pudientes.
En Rebelarse vende. El negocio de la contracultura, Joseph Heath y Andrew Potter arremeten con agradecible sarcasmo contra los mitos de una contracultura extraviada entre la mera rebeldía adolescente y las nuevas banderas de una izquierda deshilachada. Ex anarquistas y ex punks, los autores desmenuzan la experiencia de la contracultura anglosajona y la contrapuntean con algunos ejemplos de la vieja Europa, enmendándole la plana al mismo Baudrillard y sus remilgos ante lo 'superfluo'. Los pataleos de la contracultura contra la tecnología, las instituciones, las convenciones y el mercado solamente han logrado revitalizar a este último cada tanto. Las comunas fracasaron y en una generación los hippies se convirtieron en yuppies. En su intento por ser diferentes y distanciarse de la sociedad de masas, los autistas jóvenes de la contracultura dejaron ver su carácter elitista y abominaron de la política y de la democracia, sin saber que su añorado Oriente crecía hasta convertirse en una de las regiones más consumistas y prósperas del mundo. Una a una, las contradicciones de una contracultura ingenua, ignorante y crédula van cayendo a cada página de este libro que a ratos parece convertirse en una defensa del capitalismo. Sin embargo, al final es poco lo que puede rebatírseles: ¿de qué sirve apedrear las ventanas de una franquicia de Mac Donalds cuyo dueño es un pequeño empresario local? ¿Por qué tantos rebeldes globalifóbicos usan tenis Nike, una marca a la que muchos de ellos aborrecen? ¿Por qué la contestataria revista Adbusters lanza su propia marca de tenis deportivos? ¿Qué hay de malo en tratar de vivir bien y exigir mejores servicios a cambio de nuestros impuestos?
La rebeldía sin inteligencia no sirve de gran cosa, afirman Heath y Potter. El rechazo irreflexivo de las normas -y de las marcas- conduce solamente a una anarquía que acabará por perjudicar a todos. (En México los autores habrían encontrado aún más materiales de estudio: un país en el que precisamente la falta de civilidad -la irresponsabilidad, la corrupción- lo sume continuamente en crisis económicas y políticas, las cuales parecen cada vez más insalvables, y los llamados contraculturales están más preocupados por reivindicar a Gloria Trevi y reventar al máximo todas las noches, como cualquier padre de familia que se respete.) Entre otros ejemplos, el repaso crítico que le dan a la biblia de los globalifóbicos, No Logo, de Naomi Klein, es avasallador: un libro paranoico escrito por alguien que se queja amargamente de que su barrio 'alternativo' y 'cool' de Toronto se ve amenazado por la inminente llegada de... más profesionistas 'cool' y 'alternativos', con lo que la autora perderá estatus y originalidad.
Después de docenas de casos examinados con ironía y claridad, Heath y Potter concluyen que la contracultura acabó engañándose a sí misma. El mundo contemporáneo, imperfecto, injusto y desequilibrado, requiere de discusiones, de investigación y análisis, de denuncia y participación crítica. ¿Para que queremos la rebeldía hueca de la contracultura si ya tenemos MTV?

Dale con la contracultura...

Les paso al costo (ahí participaré con un texto contra la contracultura...):

El Área Académica de Investigación del Departamento de Comunicación de la UIA Ciudad de México,

INVITA al CURSO:

'Comunicación y Contracultura en la Ciudad de México:
de los textos a los espacios'.

INSTRUCTORES:

Carlos Martínez Rentería (revista GENERACIÓN),
Alfredo Nateras (investigador UAM-Iztapalapa)
Rogelio Villarreal (revista REPLICANTE),
Juan José Gurrola (indefinible),
Jorge Reyes (músico),
Guillermo Fadanelli (editorial MOHO),
Carlos Jaurena (X-Teresa)

Viernes 23 y 30 de septiembre
y viernes 7, 14 y 21, 28 de octubre

Horario:
de 17:30 a 21:30 pm

El programa incluye seis sesiones opcionales de 'observación participante'
en espacios contraculturales urbanos

Costo: 400 pesos (se entregará antología de lecturas y reconocimiento)

Inscripción: con la Srta. Diana Mariscal en el Departamento de Comunicación de la UIA Ciudad de México,
5950 4000, extensión: 4238

INFORMACIÓN Y PRE-REGISTRO DE ASISTENCIA (cupo limitado a 35 personas): samuel.martinez@uia.mx

miércoles, septiembre 21, 2005

Gol...

Ni modo. Alvarez Icaza acaba de ser reelegido vía fast track por la abyecta Asamblea Legislativa por un periodo de cuatro años más. Lástima, éste sí es un golazo contra el pueblo.

Una carta a mi paisano Gilberto Prado Galan

[Hoy le envié esta carta a mi paisano, el escritor torreonense Gilberto Prado Galán, conductor de un programa en Radio Ibero, 90.9 FM]

Mi estimado Gilberto, cómo andamos? Hace tiempo, no?

Ayer me llevé un par de sorpresas no muy agradables al escuchar tu programa. La primera, al escuchar las opiniones de dos voceros de la CDHDF, institución simuladora, si las hay. No sé si te comenté que trabajé en esa institución durante un año como subdirector de Publicaciones, y en ese periodo pude darme cuenta del discurso falaz y complaciente que esgrimen en todos los foros en que se presentan. En la CDHDF hay discriminación contra empleados, hostigamiento laboral, revisión a bolsas y portafolios a la entrada y la salida, descuentos ilegales al salario por retrasos y faltas y, lo que es más grave, sexismo y machismo, como lo demuestra el hecho de que las edecanes son mujeres y solamente cumplen funciones decorativas en los actos presididos por Alvarez Icaza. Todo esto lo denuncié primero en una carta de renuncia dirigida al presidente de la CDHDF y después, ante su silencio, en un largo artículo publicado en el semanario Día Siete, en febrero de 2004. Por respuesta recibí solamente una carta de la directora de Comunicación Social en la que, en vez de rebatirme, se dedicaba a resaltar una vez más los logros de la Comisión -recomendaciones enviadas a diversos funcionarios del GDF. Poco más tarde fui sujeto de un juicio administrativo unilateral, en el que la Comisión fue juez y parte, para acusarme de haber sustraído ilegalmente información perteneciente a esa institución. Debo decirte que nunca sustraje información indebidamente. Con todo, no me arrepiento de haber trabajado en ese organismo ya que me permitió conocer de cerca a esa nueva especie de predadores sociales: los llamados defensores de derechos humanos. Al respecto he estado escribiendo algunos textos que se publicarán próximamente.

La otra sorpresa fue la de la autora del libro de López Obrador, un tipo zafio, que desprecia la cultura, intolerante, autoritario y cómplice indudablemente de la corrupción de varios funcionarios de su gobierno.

Desde luego, creo, como tú, que todos tienen derecho a expresar sus opiniones, lo que me causa cierta desazón es que esos discursos tramposos y falaces puedan pasar tan amablemente y casi sin crítica en programas abiertos y críticos como el que diriges.

En fin, me permito decirte todo esto con la confianza que me da ser tu amigo y paisano.

Bueno, te dejo un abrazo fuerte,

Rogelio

A Morelia...

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viernes, septiembre 09, 2005

Burocracia, prostitucion y derechos humanos

He estado leyendo -y preparando para su próxima edición- el magnífico trabajo de investigación y crónica de la psicóloga Elvira Reyes que llevará por título Una agenda vacía: los derechos humanos y la prostitución en el Distrito Federal. Una experiencia desde el CAIS-CDHDF.
Se trata de los testimonios de las personas que trabajaron en el Centro de Atención Integral y Servicios que dependía de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, enclavado en la zona de La Merced. Ahí la autora y otras trabajadoras de la Comisión atendieron a muchas trabajadoras sexuales proporcionándoles atención psicológica, médica y legal, hasta que el llamado ombudsman de la capital, Emilio Alvarez Icaza, decidió, de la mano de su secretaria técnica, Rocío Culebro, cerrar ese Centro porque, entre otros pretextos, 'sangraba el presupuesto de la Comisión' y porque 'no tenía nada que ver con la promoción y defensa de los derechos humanos...'. El Centro, en pocos años de funcionamiento, se ganó la confianza de las mujeres trabajadoras sexuales de la zona y logró incluso crear pequeñas fuentes de ingreso opcionales, como la elaboración y venta de artesanías. Pero también se ganó la enemistad de influyentes grupos de lenones que veían cómo muchas de las trabajadoras sexuales decidían independizarse y acercarse al CAIS para conocer más sobre sus derechos y aprender a defenderse de abusos, extorsiones y malos tratos por parte de padrotes y madrotas, policías y autoridades e incluso funcionarios de la delegación Venustiano Carranza. Varios grupos de padrotes y madrotas, alarmados ante la influencia del CAIS, se organizaron y empezaron a presionar a la CDHDF para que clausurara el Centro, amenazando a Alvarez Icaza con armarle escándalos en la Asamblea Legislativa y frente al edificio de la Comisión si no accedía a sus demandas. De manera cobarde y pusilánime, el presidente de la CDHDF y su secretaria técnica decidieron cerrar el CAIS, abandonando a su suerte a muchas de las trabajadoras sexuales que habían encontrado en ese lugar un espacio para aprender a vivir mejor y defenderse en un medio que las hostiliza y estigmatiza cotidianamente.
Una vez cerrado el Centro, Elvira Reyes, psicóloga de ese lugar, fue marginada en las instalaciones de la CDHDF e incluso amenazada por lenones y lenonas ante la pasividad y la sorna de Rocío Culebro. Finalmente, fue despedida por haberse atrevido a cuestionar al pequeño defensor de los derechos humanos en relación con el oscuro y engañoso procedimiento de desaparición del CAIS, un lugar único en México, y cuya experiencia difícilmente se repetirá en un país devastado y plagado de simuladores y corruptos. Este trabajo extraordinario y necesario verá próximamente la luz en una prestigiada editorial. Por lo pronto, pueden leer un avance en las páginas del no. 4 de Replicante ('Rosalinda, Rafaela, Berta. Trabajadoras sexuales de La Merced').

Por cierto, mi primazo Héctor Villarreal y un servidor escribimos al alimón un texto sobre la malhadada defensora de derechos humanos Digna Ochoa, el cual se publicará próximamente en la compilación que está realizando Gerardo Villa del Angel y que llevará por nombre El Libro Rojo, en conocida editorial... En ese texto deconstruimos el mito que se han empeñado en acrecentar los falsos defensores de derechos humanos respecto de su trágica muerte. Ya les daremos un adelanto un día de éstos.

La poetica de la historia

[Se publicó en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica
(agosto de 2005)]

Gerardo Deniz vs. Max Mordon

Hay quien ejerce cuarenta y tantos años prosa o verso
sin emplear ni una vez el verbo sublevarse.
Gerardo Deniz, Paños menores [Tusquets, México]

Mea culpa
Hace varios años, desde las páginas de La Pus moderna, una revista marginal que dirigí de 1989 a 1996, le reproché al poeta y editor Fernando Fernández lo que me parecía una excesiva atención a otro poeta completamente desconocido para mí: Gerardo Deniz. Viceversa, la revista comandada por Fernández, le prodigaba generosos espacios al autor de Picos pardos, publicado por la Editorial Vuelta en 1987. También desconocía ese poemario de inusitado título y el puñado de libros editados por otras tantas casas importantes. No fue sino hasta 1998 cuando el también poeta José María Espinasa me dio a corregir las pruebas tipográficas de Anticuerpos para sus Ediciones Sin Nombre. En los breves textos de ese pequeño y evocador libro descubrí a un autor inteligente, ingenioso y dotado de un finísimo humor que amenizaba página tras página. Poco después supe que Deniz había sido antes Juan Almela y que había nacido en Barcelona en 1934. Quiso la suerte que eventualmente me topara con varios de sus poemas y ensayos y con una entrevista que le hizo Eduardo Hurtado para La Jornada Semanal en 1997, de la cual copio el párrafo introductorio porque viene ahora como anillo al dedo:

La poesía de Gerardo Deniz es tan intrincada y fascinante como la Tabla Periódica de los Elementos. Experto en química y en música, conocedor de lenguas que incluyen el ruso, el alemán y el turco, suscriptor de complejas revistas de filología, degustador de los más cotidianos placeres (de las 'frases hechas' a los cigarros Faros), Deniz es el poeta excepcional de Enroque, Adrede y Picos pardos.

Años más tarde, cuando La Pus ya era historia (contracultural), le agradecí a Fernando Fernández con un brindis (tequila y cerveza) por el descubrimiento de este original poeta de arraigado espíritu científico. Ahora me doy cuenta de que si hasta hace poco era un mal lector de poesía era por culpa de poetas engolados y cursis, sobre todo jóvenes, que, inflamados, ardorosamente acogen en su seno el llamado estro a la hora de sentarse a escribir.

La poesía
Hace veinticinco años trabajé en la Editorial Grijalbo, cuando la dirigía mi amigo Rogelio Carvajal. Ahí conocí a Alejandro Rozado, quien a la postre se convertiría en poeta, y también en crítico de cine, ensayista y terapeuta. Había desertado recientemente de las filas del Partido Comunista, lo mismo que yo, y nos unía una especie de desánimo existencial, pero crítico. Poco después él huyó a Guadalajara, donde comenzó otra vida, y yo más tarde me dedicaría a editar La Regla Rota, una revista de arte, cultura y humor que vio solamente cuatro números de 1984 a 1987. Todo ese tiempo lo perdí de vista.
Pero hace unos meses descubrí en las páginas de una extraordinaria revista tapatía, Tedium Vitae, un par de artículos firmados por Alejandro Rozado ('La melancolía de Mauricio Garcés' [no. 2] y 'Octavio Paz: la invasión nocturna' [no. 3]), pero no estaba seguro de que se tratara del mismo que yo conocía. Sí, me aseguró otro buen amigo, René González, responsable del cuidado editorial de esa revista y el primero que me habló en los años ochenta del oxímoron, una invaluable figura retórica que él hacía llegar a extremos delirantes.**
Luego de un cuarto de siglo Alejandro y yo nos reencontramos en la Ciudad de México y advertimos que aún habitamos el exilio de los descreídos, pero aún con el espíritu intacto. Sin embargo, lejos de la desesperanza y de la parálisis, coincidimos en que vivimos ahora la decadencia de Occidente y que, para afrontarla, no hay sino encontrar la mejor manera de perecer, como lo afirma en su lúcido ensayo 'La noche de la civilización' y en cuya parte inicial apunta: 'La única filosofía que es pertinente en los tiempos que corren es la poética de la historia'. Y escribe más adelante, después de discurrir sobre el agotamiento de la civilización occidental y su debacle irremediable:

La noche de la civilización será larga, durará todavía algunos siglos. Lo que nazca ulteriormente -si es que nace- dependerá de circunstancias ajenas a nosotros e impredecibles. Sólo la praxis poética puede amacizar la subjetividad histórica del individuo. Porque la poesía verdaderamente significativa es incorruptible. Lo supieron desde siempre los románticos, los malditos y los surrealistas. Decaídas las grandes religiones y aplastados los voluntaristas proyectos de transformación socialista, la poesía es la única dimensión sagrada que le queda al ser humano, pero no para salvarse -insistimos, no hay escapatoria-, sino para dar sentido histórico a la vida contemporánea.

Sin embargo, continúa Alejandro Rozado,

Apostarse en el mundo poético no significa dedicarse a versificar la vida. Estar en esa dimensión es el resultado de un largo proceso después del cual se van fusionando las tareas del filósofo, el científico, el luchador social, el historiador, el sociólogo, el poeta e incluso el profeta. Proferir la gran caída, hacer uso de la palabra magnética para nombrar el extremo a que está llegando la época, implica vivir en el centro de nuestra extrema existencia sensible, representa una manera condensada de responder al falso optimismo del progreso, al utopismo revolucionario que se reedite y se encuentre en boga, a la ingenuidad trágica del ecologismo o a la predecible violencia del cafre pendejo; significa asumir el desencanto del mundo sin azotarse como víctima; aceptar la jodidez de la vida que nos toca, sin las flaquezas del fanático o del supersticioso de pacotilla que no puede soportar con virilidad los tiempos que corren. Desde la terraza del mundo poético se forja un ser macizo, templado por las viejas luchas radicales -sus logros y fracasos-, y ese ser no puede más que ser pesimista. Pero el pesimismo es la única actitud humanista posible hoy en día; es un pesimismo activista [...] incansablemente crítico y apasionado. [...] Los poetas serán de lo más peligroso y perturbador para el orden establecido, y serán deliberadamente ignorados o, en su defecto cooptados, y hasta perseguidos, precisamente porque sus voces serán escuchadas y respetadas a fondo. Porque revelarán una realidad ineludiblemente agónica que nos compete a todos encarar con entereza. [Replicante no. 3]

Este ensayo esclarecedor despejó varias dudas que venía arrastrando desde mi adolescencia y mi fallida y decepcionante militancia comunista. Por ejemplo, ¿por qué admiraba a Octavio Paz y al mismo tiempo lo detestaba? A su muerte, en 1997, escribí para la sección cultural de El Financiero un breve texto que llevaba por título 'La muerte de Paz, del que transcribo lo que sigue:

Octavio Paz fue una figura tan prominente como controvertida en el paisaje de la cultura mexicana. Certero crítico temprano del socialismo real -a la par que Istrati, Gide, Trosky...-, en los últimos años de su vida su acercamiento al poder fue reprochable, así como su protagonismo, su intolerancia y sus tajantes sentencias políticas y filosóficas: el Encuentro de Vuelta por la Libertad fue el Olimpo donde el Júpiter tonante de las letras mexicanas daba y quitaba la palabra a los dioses del pensamiento occidental. Irritado por no haber sido invitado 'a tiempo' al Coloquio de Invierno [...] exige a Carlos Salinas la destitución de Víctor Flores Olea, entonces pusilánime representante de la cultura oficial. Al final de sus días ya no era el mismo Paz que condenó en su tiempo al funesto Díaz Ordaz, sino el intelectual que condescendía con los peores presidentes que ha padecido este país. [...]
Si bien la mayor parte de su obra ensayística es indispensable para entender la historia contemporánea de México y del mundo, no se trata de un cuerpo teórico sólido e incuestionable, como quieren sus fanáticos y aduladores, sino, por el contrario, uno que requiere de la profunda revisión y crítica por parte de lectores y analistas [...]. El laberinto de la soledad, por ejemplo, es un texto totalizador que olvida los diferentes países superpuestos en un solo territorio y las distintas clases de mexicanos que los habitan.
En el ocaso de su vida, más un semidiós que un escritor vivo, Paz dio su espaldarazo a los grandes fraudes electorales, dejando ver su animadversión por la desbalagada izquierda democrática, por el movimiento zapatista y, lo que es peor, su escasa sensibilidad ante un conflicto de tal magnitud. [...]

¿Por qué un poeta actuaba a veces como un político?
Unos años antes yo había publicado en uno de los últimos números de La Jornada Semanal dirigida por Roger Bartra un largo alegato contra respetables escritores mexicanos, habitantes todos ellos de la República de las Letras, a quienes les señalaba errores, gazapos, sinsentidos y otras tonterías en los libros que me había tocado en suerte corregir y editar a lo largo de varios años de labor editorial, y he aquí la razón, supongo, por la cual ahora escribo sobre Gerardo Deniz, poeta, ensayista y antiguo corrector de pruebas tipográficas y quien ha contado mucho mejor que yo los avatares de este malpagado pero ilustrativo y entrañable oficio editorial, ahora plagado de improvisados... En aquel texto enardecido y casi ignorado, 'Tribulaciones y reflexiones de un lector por obligación, llegué a contar lo siguiente:

Cuando fui estudiante nunca imaginé que alguna vez me encontraría revisando nuevas ediciones de textos consagrados e intocables pero a veces, por qué no decirlo, también olvidables. Y el peso de la cultura hizo su aparición: ¿cómo cambiarle un par de frases ceremoniosas al Laberinto de la soledad? Imposible -aunque la pregunta quedaría mejor planteada con un ¿para qué? ¿Cómo insinuarle a la infalible maestra que la saga de García Márquez posterior a Cien años de soledad no es más que su secuela reiterada y alargada abusivamente? No obstante, en textos más recientes me he permitido retocar aquí y allá (bueno, eso es precisamente lo que hacemos los correctores) oraciones y hasta párrafos enteros: el opaco Espejo enterrado de Carlos Fuentes estaba plagado de anglicismos y frases mal construidas. [1995; reproducido en El dilema de Bukowski, Ed. Sin Nombre, 2004]

En efecto, confieso que retoqué una frase de El laberinto de la soledad, una en la que el Poeta escribía a la francesa 'jugar un papel' en vez de 'cumplir' o 'desempeñar'. Pero Paz sí sabía escribir. En cambio, a muchos otros autores los correctores de las numerosas casas editoriales por las que he pasado les rehacíamos párrafos enteros para que pudieran leerse sin problema. Simplemente los poníamos en español correcto.

El ataque de los maxmordones
En una deliciosa serie de artículos publicados en Biblioteca de México ('Mester de maxmordonía, I a XI, 1991 a 1993) Deniz escribe acerca de las desdichadas glorias de los maxmordones que conoció a su paso por varias editoriales. Maxmordón es un término en desuso que significa 'Hombre de poca estima, tardo, pasmado y sin discurso' y también 'Hombre taimado y solapado'. La palabra, rescatada por Deniz, le fue aplicada inmediatamente a uno de sus colegas, 'un sabihondo típico de editorial', uno de ésos que se solazan exhibiendo sus conocimientos del diccionario y explicando a la menor provocación la grafía o el uso correcto de tal o cual frase o palabra y por qué debe escribirse Estados Unidos y Argentina y no los Estados Unidos ni la Argentina o viceversa. Ratas de escritorio que no tienen otra cosa que hacer en su tiempo libre más que esperar a que den las ocho de la mañana para empezar a fastidiar al resto de la oficina con su sapiencia superficial. Yo mismo, confieso, fui víctima en varias ocasiones de sendos ataques de maxmordonía. Con petulancia adolescente llegué a corregir a quienes pronunciaban o escribían 'mal' algún vocablo o ignoraban el significado de otro. Sin embargo, el trato frecuente con otras personas del medio editorial, mucho más experimentadas que yo y también más equilibradas, me hizo entender al cabo que esa actitud sólo presagiaba mi ruina y mi desprestigio. Mi padre, un viejo sabio, me enseñó los principios de la corrección y de la edición y me encaminó en el oficio, en el que sigo y por el que he conocido a otras eminencias a quienes he tenido el placer de publicar o de colaborar con ellos.
Uno de los mayores maxmordones que he conocido fue un apocado corrector del departamento editorial de una institución pública que dice defender los derechos humanos, en la que lo que menos importa es, desde luego, la publicación de libros y revistas y en donde privan, en cambio, el lucimiento y la simulación (si no, que me expliquen por qué un funcionario de medio pelo debe ganar 80 mil pesos mensuales -o más, mucho más- en un país miserable). Siempre de traje gris y bañado en una loción vulgar y penetrante, el hombrecillo de unos treinta años se las daba de genio infalible en cuestiones de marcado tipográfico, corrección, redacción y cuidado editorial. Por lo menos eso me presumió cuando me apersoné en mi primer día como director de ese departamento. Bien, me dije, aquí tendré un buen colaborador. Las decepciones no tardaron en aparecer al ver su personal estilo de marcar, más una red incomprensible de rayones rojos y azules que signos de marcado tipográfico, como si quisiera destacar la imbecilidad o la ineptitud del autor del texto destazado (o, por lo menos, la del capturista). Los primeros enojos y diferencias asomaron cuando le sugerí que era mejor ensayar un marcado limpio y apegarse a los criterios sugeridos por don Manuel Ramos en su Manual de corrección de pruebas tipográficas (UTEHA) o por lo menos a los de Roberto Zavala en El libro y sus orillas (UNAM, 1995). Sus gestos y sus ademanes indicaban que desdeñaba mis recomendaciones y que su estilo era mejor, ya que, me decía, incluso el anterior director de ese organismo lo había felicitado por su extraordinaria labor como editor de la gaceta interna. El perfumado maxmordoncito es de los que Deniz describe con agudeza en su profusa serie: de los que evitan divisiones de palabras que empiecen en pene- o ano- y terminen en -culo o -teta y que tratan a toda costa de impedir la cercanía de dos o más adverbios en mente y eliminan con saña callejones, viudas, colas y otras excrecencias tipográficas que la tecnología digital no ha podido exterminar todavía. No está de más contarles que ahí empezó una larga sarta de desencuentros no solamente con el pequeño maxmordón, sino con otros burócratas que también merecen ese apelativo. Los maxmordones, mi estimado Gerardo Deniz, ocupan puestos y lugares en todos los ámbitos de la vida y de alguna manera se las arreglan para confabularse en contra de los que ejercen su derecho a vivir con la menor burocracia posible y con una concepción poética de la vida y de la historia, como quiere mi amigo Alejandro Rozado: en la burocracia proliferan los maxmordones.
El 'Mester de maxmordonía' es una de las lecturas más provechosas que he hecho en los últimos meses. Ignoro si esta serie se ha publicado en un libro o si se publicará en el futuro cercano, pero me gustaría que así fuera. Acaso Deniz lea estas líneas y vea que descubrí algunas erratas perdidas (no muchas: Tolhuasen en vez de Tolhausen, por ejemplo) entre las once partes de su saga suculenta. Juro que traté de evitar al máximo caer en el pecado atroz de la maxmordonía, pero me sigue incomodando en frases como 'pues no sólo disminuyen con ello dichas correcciones...' la palabreja dichas (o dicho, o dichos). ¿Por qué no escribir simple y sencillamente esas correcciones? Nadie dice dichos cuando habla, creo... Esta y otras sutilezas de la redacción las aprendí de Laura Lecuona, que no es poeta, o no lo sé, o debería, pero sí una de las editoras más preparadas que he conocido. Es coordinadora editorial de Paidós, por cierto.
He dado unos cuantos rodeos y hablado aquí de poesía, de poetas, de amigos, de corrección de estilo y de pruebas tipográficas, de la noche de la civilización, del aliento poético que nos permitirá sobrellevar la decadencia de Occidente para concluir que, finalmente, todo esto me lleva de la mano al acercamiento a la poesía ?de la que me alejé tanto tiempo? y a la poética de la historia ?en la que siempre he creído, así haya sido intuitivamente. En cuanto a los maxmordones (maxmordón casi rima con oxímoron, y los dos son vocablos imponentes), el pertinente hallazgo de Gerardo Deniz, poeta de rasgos geniales y lenguaje preciso, ojalá el término llegara a popularizarse (y desde aquí trato de contribuir un poco a la causa): hay muchos maxmordones aún por señalar. Ellos son nuestros oponentes. No podrán comprender jamás el espíritu de la poesía, son como los grises habitantes de un mundo permeado por los sintagmas prefabricados por la hegemonía imperial a que se refiere el también poeta Heriberto Yépez en 'Defragmentación. Adiós al posmodernismo (y a los Estados Unidos)'.***

Notas
* Quien también fue poeta en su inquieta juventud: 'Ah profetas estúpidos / guardianes / y alimento del gusano / donde reptan / imprevisibles mariposas' [El cuello de la botella, Ediciones de la revista Punto de Partida, UNAM, ¿1976?].
** 'En la figura que se llama oxímoron se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro', escribe Borges en 'El Zahir', y en El Aleph describe la 'graciosa torpeza' de Beatriz. Esta figura que, como se ve, permite ocultar un agudo sarcasmo bajo un absurdo aparente, proviene de las palabras griegas oxys: agudo, y moros: estúpido. René González decía algunos como 'Era fea pero estúpida', 'Era cursi pero pobre' y otros de ese tenor.
*** 'El nacimiento de la sintagmática se observa, inclusive, en el plano del idioma. Los idiomas -sobre todo el inglés- tienden ahora a fijarse en un reducido número de asociaciones automáticas. El habla entre dos estadounidenses comunes se reduce casi siempre a ser un intercambio de clichés, aprendidos en el cine y la televisión, donde han sido fijados cuáles son los estímulos, las respuestas, las interacciones pertinentes en la comunicación interpersonal. Los idiomas podrían convertirse en un catálogo de frases hechas y temas a las que dos personas acudirían, como un banco de datos (incluso convertido en órgano o implante en el cuerpo). La variedad desaparece en el plano sincrónico, aunque en cada época muy probablemente se sucedan unas series sintagmáticas por otras, para así simular variedad, aunque a final de cuentas las series más bien tenderán a fijarse, porque las series sintagmáticas del pasado volverán al presente, a ser parte del juego, a modo de sintagmas retro' [Replicante no. 3].

domingo, agosto 28, 2005

Sexualidad replicante

Hoy, dominguito 28 de agosto, Antulio Sánchez publicó esta nota sobre el no. 4 de Replicante en Milenio Diario...

El tema de la sexualidad tiene tantas aristas como posiciones. Por ello, no es de extrañar que la más reciente edición de Replicante aborde tantos matices de la misma. Así, hay un sabroso trabajo de Paola Garibi sobre la diversidad sexual extrema y esquizofrénica de la mocha zona de los Altos de Jalisco, pasando por una 'incorrecta' serie de fotos de embarazadas de María José Gorozo, hasta el provocativo ensayo de Miriam G. Medel, 'Amaos y reproducíos: el extraño mundo de los derechos sexuales y la libertad personal'.

Por el particular interés de quien esto escribe de explorar los vasos comunicantes entre tecnología y cultura, particularmente entre red y sexualidad, destacamos el corto pero sustancioso trabajo de Esther Gasca, 'Diana ha ingresado'. Para la autora, por internet circula la variedad sexual típica de los tiempos que corren, una es la bisexualidad femenina. Para ella dicha preferencia no nació con la red, pero gracias al ciberespacio muchas féminas han podido experimentar dimensiones sexuales que en el pasado no se atrevían. El amplio universo de sitios dedicados a promocionar encuentros, foros de discusión y chats son parte de ese escenario que ha llevado a muchas mujeres a experimentar nuevas dimensiones del placer.

De acuerdo con Gasca, podemos decir que nuestras incursiones, a medio camino entre la etnografía del ciberespacio y la sociología digital, nos han llevado a hurgar en servicios P2P, de mensajería instantánea y chats en donde nos hemos percatado que en nuestro continente ha crecido el número de chavas que se declaran abiertas a la experimentación sexual, dentro de ese espectro sobresalen las inclinadas por las de su mismo género, en donde a diferencia del pasado hoy incluso hacen públicos datos personales como correos electrónicos o teléfonos. Una práctica que también aumenta es la de usar fetiches y gadgets sexuales para alcanzar el placer. El crecimiento de ese fenómeno es desigual y es en el Cono Sur en donde el incremento es destacado. Sin duda es una tendencia en auge pero sin ser todavía el estado perfecto para toda mujer de los tiempos que corren, como dice la referida autora.

En todo caso sirva esto para acercarse a leer Replicante, que sobresale en un entorno cultural de revistas adocenadas y acomodaticias, de publicaciones políticamente correctas. Apenas con cuatro números de vida demuestra que combina la frescura y originalidad con el debate y la reflexión. A lo largo de sus páginas desfilan la desigual transculturación de nuestro país, los muchos mundos y submundos urbanos que convergen en esta nuestra rota nación de inicios del siglo XXI. En fin, sin intentar trazar oráculos y sin afán de dibujar en cada página el advenimiento del apocalipsis, Replicante ofrece una mirada plural de nuestro fragmentado entorno cultural.

antulio.blogspot.com

miércoles, agosto 24, 2005

La decadencia y el desvanecimiento de la contracultura

[Un articulillo publicado en el suplemento Traspatio del Milenio Diario, el 14 de agosto d'este año...]

La incultura en México

¿Por qué se divide la historia, la más reciente, en cápsulas decenales? ¿Es que los acontecimientos se aglutinan en décadas para hacer más fácil la labor de los historiadores? Así, los años de la posguerra, los sesenta, los setenta y los ochenta serían inconfundibles y tendrían características muy definidas. Pero, ¿qué pasó con los posmodernos noventa? ¿No se asemejaban un poco a todos esos decenios anteriores, con sus roqueros que eran punks y fresas a la vez, con tantos remakes cinematográficos y esos constantes y machacones covers musicales? (Una tendencia que continúa en nuestros días: a este ritmo nadie conocerá nunca las versiones originales de las viejas películas y canciones.) ¿Y el sospechoso revival del arte conceptual? ¿Qué con el resurgimiento de los políticos y líderes guerreros y fundamentalistas de uno y otro signo, de Oriente a Occidente?
Los noventa arrancaron con Carlos Salinas de Gortari espuriamente acomodado en la silla presidencial. Un jefe de Estado que quiso modernizar el país y fracasó con todo y su doctrina del 'liberalismo social', pero que logró amansar desde el Conaculta a una buena parte de los artistas e intelectuales (por no hablar de empresarios, inversionistas y narcotraficantes). Ya sabemos cómo llegó al poder su sucesor Ernesto Zedillo, quien al término de su sexenio, con un PRI desacreditado y desgastado, transfirió en el año 2000 el poder a un aspirante no priista por primera vez en siete décadas.
'El presidente del cambio', se autonombró Vicente Fox. Sin embargo, en el México profundo las cosas siguen igual o peor. Pese al discurso oficial, las estadísticas del propio INEGI en rubros como alimentación, salud, vivienda, educación y empleo arrojan números que sonrojarían a países más pobres que el nuestro.
En los noventa creímos que México despegaría por fin y se integraría al primer mundo, como quería Salinas. Habría vinos y quesos franceses para todos y el Tratado de Libre Comercio atraería inversiones y la ansiada prosperidad que nos habían prometido -y escamoteado- los cachorros de la Revolución. La cultura estaba de fiesta con los encuentros de la revista Vuelta ('El siglo XX: la Experiencia de la Libertad', 1990) para festejar el desgajamiento del comunismo, coordinado por el premio Nobel Octavio Paz y sus liberales a puerta cerrada en los estudios de Televisa, y el 'Coloquio de Invierno' (1992), organizado por la revista Nexos, ligeramente a la izquierda, con el apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo, el paisaje distaba mucho de ser idílico. Se trataba de dos fieros grupos antagónicos entonces, los de Vuelta y los de Nexos, en sorda pugna por conseguir los favores y los reflectores del Estado: puestos en la gestión pública, espacios en los medios de comunicación, publicidad para sus respectivas revistas, asignación de trabajos... La historia de este encono está documentada en los diarios y las revistas de la época, así como uno de sus significativos resultados: Octavio Paz pidiendo a Salinas de Gortari la destitución del presidente del Conaculta, Víctor Flores Olea, porque no fue invitado 'a tiempo' al coloquio invernal. Nuestro mayor poeta ejerciendo de censor...(1) Por su parte, los izquierdistas de Nexos ocuparon cada vez más importantes puestos en el gobierno, como quería Carlos Fuentes desde los años setenta.
La relación de los intelectuales y los artistas con el poder, siempre intrincada y veleidosa y no pocas veces cómplice, nos lleva necesariamente a observar el carácter de las manifestaciones culturales en los últimos años en México, en los que el Estado ha asumido un papel protagónico como promotor y difusor (especialmente si se trata de proyectos monumentales y oropelescos como los que exaltan el esplendor de las civilizaciones prehispánicas o lo sorprendente que es el arte de nuestros jóvenes genios). Aunque es cierto que es obligación del Estado proteger y fomentar la cultura, entiéndala como la entienda y lo haga como mejor le parezca, las gestiones del ex funcionario, fotógrafo y profesor investigador de la UNAM Víctor Flores Olea a la periodista Sara Bermúdez han sido profusas en políticas erráticas y los habituales viajes y gastos de representación, más las consabidas y ridículas escenas en el extranjero, inauguraciones suntuosas, intercambios faraónicos, megabibliotecas... Es cierto también que muchas de las becas y los apoyos otorgados han servido para paliar temporalmente la precaria situación de cientos o miles de artistas, escritores y comunidades marginadas, así como para impulsar la labor discreta y constante de investigadores en distintos campos de las ciencias sociales.
Pero si hay algo que puede sorprender por su rareza y originalidad es que en este país incluso la contracultura -o lo que se entiende por contracultura en México: un rosario de clichés importados de la contracultura estadounidense de los años sesenta- ha sido subvencionada por un Estado marcadamente patrimonialista y paternalista, para el que todos, antes que ciudadanos, somos menores de edad a los que hay que cuidar, vigilar y castigar.
A mediados y fines de los ochenta surgieron grupos de rock que poco después se desgañitaban en éxtasis místico por Chiapas mientras triunfaban en las pantallas de TV; pintores y artistas de barriada (Tepito Arte Acá) y grafiteros perseguidos por las patrullas que hoy exponen tranquilamente en muros y recintos oficiales y publican su trabajo en revistas de gran tiraje; fotógrafos y videoastas, escritores y poetas malditos que se morían por aparecer en las listas de los escogidos; periodistas y editores de revistas alternativas que insisten aún en la legalización de la mariguana y adoran eternamente a Bukowski (quien, si viviera, les daría una patada en el culo); bailarines y performanceros 'transgresores' y proyectos de toda índole de chavos-banda que más bien pronto se desvanecieron en la enrarecida atmósfera de la ciudad. De entonces a la fecha son pocos los que no han recibido alguna clase de beca o apoyo estatal, incluyendo a los exitosos artistas conceptuales que rechazaban el arte tradicional por su impropia condición de mercancía. Concedamos que todo esto no está mal para quienes buscan el reconocimiento (así sea afanosamente) o para los que simplemente desean vivir de su trabajo, como todos los demás. Todos saben que una norma de las manifestaciones marginales, alternativas o contraculturales es que éstas, tarde o temprano, se incorporan al mainstream, al gran mercado: ahí están los ejemplos suficientemente conocidos del punk y otros movimientos musicales, artísticos y literarios. Lo que parece un tanto risible es que muchos artistas y escritores beneficiados insisten en mantener una rabiosa postura contra el sistema, adoptando poses insolentes o graciosamente rebeldes, tomando casi al pie de la letra la fallida traducción literal de contracultura (against culture): contra la cultura establecida, y no counterculture: servir de contrapeso a la cultura dominante. (Pero de esto ha escrito mucho mejor Luis Racionero en sus Filosofías del underground.)
Pero México es un país de paradojas. La Ciudad de México está al borde del colapso y el país entero es ya una sucesión de suburbios de la capital, con sus grandes malls y sus estrenos hollywoodenses simultáneos; con todos sus jóvenes bailando y cantando al unísono las tonadas de los concursantes de La Academia (ya nadie será ingeniero o doctor o abogado); con la inmensa mayoría de la población pendiente de las expulsiones del Big Brother; con informadores que dan las noticias a medias o a conveniencia de las dos grandes corporaciones televisivas. Es también este país uno de revolucionarios de pacotilla, con sus boinas y sus playeras con la imagen del Che Guevara ?un mito cuya patética historia desconocen: un invento descarado del dictador con más años en el poder en todo el mundo. O con sus playeras de Marcos, un enmascarado que quiso hacer una revolución y se ocultó en la selva como el enigmático coronel Kurt de El corazón de las tinieblas para rumiar el rechazo y el semiolvido mientras trama... ¡el regreso de la vieja nueva izquierda! Y con sus políticos de Tijuana a Cancún que han perfeccionado el arte del engaño, de la corrupción, del asesinato y de la fuga. Con sus narcos, que han amasado un poder inmenso que muchas veces se traslapa con el de las instituciones. Y con los asesinatos y las ejecuciones impunes de hombres, mujeres y niños en todos los jirones del territorio. Y con sus jerarcas eclesiásticos que saben darse la buena vida a costa de la fidelidad de creyentes y la gratitud de los políticos. Con todo esto, ¿hay lugar para la contracultura, o lo que eso sea ahora, como no sea en los minúsculos escondrijos de una sociedad cada vez más alienada y mediatizada?
Fuera de México todo es Cuautitlán, se decía antes, insinuando que lejos de la metrópoli no había sino rancheros, vacas y pastizales. Ahora la gran ciudad también se ha convertido en un gran rancho, más provinciano que nunca. Un presidente que nunca pudo crecer para convertirse en estadista y encauzar la lenta transición democrática y que, encima, recomienda a los pobres no leer para no enterarse de las malas noticias. Un jefe de Gobierno zafio y mesiánico que desprecia el diálogo y la cultura y que en ella ve exclusivamente un campo de apoyo para su próxima campaña electoral. Políticos y funcionarios que velan solamente por su propio bienestar y que se aumentan el salario a la menor provocación. Universitarios que apenas saben leer y ciudadanos que votarán por alguien que les dará la espalda al poco tiempo. Por si esto no bastara, la era de las revoluciones se ha acabado, como escribió Octavio Paz, lo mismo que el de los grandes proyectos de transformación social. La revolución vive ahora en los programas de MTV.
La noche de la civilización también se cierne sobre este país. Los intelectuales encumbrados permanecen ensimismados y los artistas sólo quieren fama y dinero, al igual que los escritores que se desviven por publicar ya la obra que los consagrará y que leerán solamente quinientos lectores.(2) Hay dispersos en el territorio nacional, seguramente, otros proyectos de creación y confrontación inteligentes que quizá no reciben ningún apoyo. Existen de manera independiente, si bien pocos, algunos sellos disqueros, estaciones de radio vía internet, editoriales de libros, revistas y CDs y otras empresas culturales que aprovechan las oportunidades de las nuevas tecnologías informáticas. Quizá la contracultura esté oculta y no sabemos reconocerla, deambulando por el ciberespacio o en oscuros cuartuchos de vecindad. Aun así hemos perdido la batalla. La degradación y la descomposición continúan su marcha irrefrenable. Las décadas serán todas iguales de ahora en adelante.

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* Una primera versión de este texto fue leída en la conferencia 'Mexico City 1990s: The Paints Not Dry', organizada por el Departamento de Artes Visuales de la Universidad de California en San Diego, el 13 de mayo de 2005.

Notas
1. En su relatoría, a cargo del doctor Gerardo Estrada, director de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, éste dedicó la mayor parte de su tiempo a desmentir varias de las afirmaciones de mi ponencia. Sin embargo, incurrió en el error ?uno de tantos? de decir que yo había acusado a Octavio Paz de 'neoliberal' y acto seguido se dedicó a presentarlo como uno de los mayores impulsores de la democracia mexicana. En efecto, nadie puede negar las valiosas contribuciones del poeta a la construcción de la endeble y caricaturesca democracia en este país, como tampoco el hecho de que su intervención fue decisiva para que Salinas de Gortari despidiera de su cargo a Flores Olea, lo que también negó Estrada. Según él, a Flores Olea lo hundieron 'los numerosos enemigos dentro del Conaculta...'. Fue inevitable que durante la exposición de Estrada el público se mirara entre desconcertado y divertido por la infame, chusca y cantinflesca pronunciación del inglés del conspicuo funcionario de la UNAM. El colmo fue cuando, para atenuar quizá las referencias a la acelerada descomposición de la sociedad mexicana, de la violencia en todos los ámbitos de la vida en México, Estrada dijo alegremente, ante sesenta atónitos testigos, que en este país hay fiesta cada noche, y puso por ejemplo la Plaza de Garibaldi. ¿Qué otra cosa podría esperarse de un alegre funcionario que ha cambiado según sopla el viento, de la izquierda al priismo al foxismo? Un funcionario que ha vivido casi cuarenta años del presupuesto no puede vivir en el error.
2. A quienes no les haría mal leer las siguientes palabras de Javier Marías: 'Un escritor [...] lo es siempre por elección. Nadie le obliga a ello, decide voluntariamente, opta por un tipo de vida arriesgada en la que puede fracasar o triunfar, en la que nada le está garantizado, ni siquiera la publicación de sus textos, menos que nada su talento, o la perduración de éste. A cambio no tiene patrón ni horarios, o sólo los que se impone, y nadie le dice lo que debe escribir (o él no debería escucharlo). No es un trabajador por cuenta ajena y por tanto no debe aspirar a nada semejante a un empleo seguro, ni a pensiones (porque nadie lo jubila de su actividad), ni a seguridades sociales. [...] un escritor no es mejor que ningún otro ciudadano por el mero hecho de escribir. Algunos quedarán como benefactores, en la medida en que sus libros conmovedores o inteligentes sirvan a las generaciones venideras, que los seguirán leyendo. Pero no sabemos quiénes serán, ignoramos quiénes permanecerán vigentes y vivos después de muertos. Mientras tanto, hay también escritores pésimos que deberían dedicarse a otra cosa, los hay ruines y los hay ofensivos. [...] Nadie tiene 'derecho' a que le publiquen, nadie tiene 'derecho' a que se lo ampare si tuvo mala fortuna o no fue precavido o gastó su dinero. Quizá, si me apuran, el escritor menos que nadie. Lejos de considerar su actividad sagrada, como tienden a hacer la mayoría de quienes la ejercen, hay que verla cercana a la del jugador profesional, el tahúr, el apostador impenitente que ha decidido vivir como le gusta y asume sus riesgos' (Mano de sombra, 1997).

domingo, agosto 21, 2005

Replicante en El Informador, de Guadalajara

Una entrevista de Liliana Zamora, publicada hoy en Guadalajara

Sale el cuarto Replicante
Una revista que se enriquece

El cuarto número de la revista Replicante aborda el tema de la sexualidad. Uno de los atractivos de la publicación es la serie de fotografías incluidas en la misma.

A cuatro números de su gestación, Replicante se afina. Si lo hace es porque está dispuesto a provocar a todo aquél que la sostenga en sus manos. No es cuestión de apantallar, es cuestión de dar ideas para un país en ruinas...

El cuarto Replicante ya danza por las librerías y alguno que otro puesto de periódicos. El tema de la sexualidad es el distintivo en esta ocasión. Había que hablar al respecto, cuenta Rogelio Villarreal, director editorial de la revista trimestral.
La razón es sencilla. Se habla mucho, pero se dice poco del sexo. Villarreal comienza a sospechar de 'tanta aparente libertad para hablar de sexo en la televisión, en todos los medios, en términos cotidianos, y sigue habiendo temas tabúes, prejuicios; las marchas gays son mal vistas, se hace mofa de lo trasvesti, de lo que hay en la televisión'.
Son estereotipos que permanecen en el ambiente diario. El director editorial la llama 'hipocresía', por el hecho de que la sociedad presume una tolerancia que simplemente, no existe. En el fondo no implican más que intolerancia y prejuicios desde diferentes propuestas... 'El sexo es bien visto, pero con toda la carga hipócrita que hay detrás de la política de los derechos humanos'.
Es entonces cuando Replicante sale al ataque. Y es que en esas más de 120 páginas hay historias, reseñas, fotografías, caricaturas que se refieren a la sexualidad, sin censura.
Son contenidos reales, que parten de la experiencia y de la investigación. En resumen: cada letra está respaldada por un argumento. No se trata de hablar, sino de profundizar en el tema. 'Son contenidos que se alimentan tanto del periodismo como de la academia', explica Rogelio Villarreal. 'Llegar a más gente, pero de manera más seria'.
Hay artículos como el de Elvira Reyes, psicóloga por la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. Ella publica en el cuarto número parte de las entrevistas que integrarán su próximo libro, que llevará como título Una agenda vacía: los derechos humanos y la prostitución en el Distrito Federal.
Se trata de historias reales de tres trabajadoras sexuales de La Merced, abordadas desde otro punto de vista, en este caso, desde la psicología.
También aparece uno que Eusebio Ruvalcaba, cuentista, novelista y ensayista, escribió a partir de una experiencia personal, sobre un amigo que estaba enamorado de él y que murió sin confesarlo. Lo descubrió gracias a unos poemas que se encontró en su departamento días después de su 'accidente': Luis Ignacio escribió de puño y letra, con letra nerviosa y menuda, de pronto ilegible: ?Las mujeres son superiores a los hombres, pero prefiero a los hombres... Decirle a Eusebio Ruvalcaba que compré un vino especial para él para ahora que venga a visitarme (no compré nada; ni siquiera me acuerdo quién me lo regaló ni cuándo). A ver si así viene''.
También hay imágenes fotografiadas por distintas personas. Son aportaciones que van en torno al mismo tema. Según el director editorial, la respuesta ha sido entusiasta, sobre todo de jóvenes estudiantes, sus principales seguidores. ?Son los más interesados e, incluso, proponen colaboraciones y escriben para felicitar?. Aunque esto no significa que Replicante sea, ni busque, ser una revista generacional.
Pero está la otra cara de la moneda, el lector que de alguna manera rechaza los contenidos de la publicación. 'Es un poco raro porque gente que se supone tiene bibliografía, que tiene maestros, que está cumpliendo un programa académico, de repente hay como dudas, inquietudes que también reflejan un poco el prejuicio del entorno familiar o social, o de una sociedad conservadora como la mexicana'.
Replicante no quiere convencer, quiere provocar. Esa es la idea. 'Hay gente que dice que publicar eso es peligroso porque estamos dando ejemplos, en vez de comprender y entender qué pasa. No estamos publicando para sorprender a nadie, ni para apantallar a nadie, simplemente porque es una realidad y le estamos dando un tratamiento periodístico, literario y gráfico, más o menos ameno, interesante, según nuestro punto de vista'.

Mas bonita que ninguna...

Que no te dé hueva leer...
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martes, julio 19, 2005

19 de julio del 2002

Hace tres años murió Don Roger, mi padre. Para los que lo conocieron y para los que no, va una foto de Pedro Meyer tomada hace casi veinte años en el famoso Bar Nueve (mi papá es el de lentes), y algunos testimonios de amigos míos que lo trataron lo suficiente como para dejar unos cuantos testimonios (que se publicaron poco después de su fallecimiento en un número de Generación). Salud!

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Anecdotario mínimo de Don Roger

I. Cinco anécdotas cinco
Jaime Muñoz Vargas

Rogelio Villarreal solía invitar amigos a departir con él en su minúsculo departamento de Torreón. Era disparador, generoso. Durante un tiempo ?les pichó las caguamas? (así decía él) a dos jóvenes poetas con quienes conversaba, bebía y fumaba durante largas horas. En alguna ocasión se enfrascó en una polémica con uno de los jóvenes poetas. La molestia del muchacho fue tanta que con un cuchillo arremetió contra don Roger y logró propinarle un puyazo en la indefensa espalda. Chorreó sangre, llamaron a la Cruz Roja, y en ningún momento el viejo denunció al agresor. Pasadas las semanas, don Roger me narró los pormenores del altercado. Pudo recurrir a las instancias judiciales, pero su aprecio por el joven escritor era mucho y no quiso afectarlo. Sólo le guardó un tenue resentimiento enunciado con un retruécano para mí imborrable:
?Yo sabía que era un poeta maldito, no un maldito poeta.

* * *

Hay una estrofita del dominio público entre los laguneros. La oí por primera vez en mi adolescencia, o tal vez antes. La memoricé, y durante años he sentido que ella condensa, humorística y cruelmente, nuestra norteña barbarie. En 1997 negocié con don Roger la impresión de un libro. Lo visité varias veces a su departamento, y en una de nuestras conversaciones surgió el tema. Me dijo que cuando era estudiante a él se le ocurrió escribir esos terribles versos. Desde el principio corrieron con suerte entre todos sus compañeros, y hasta la fecha sobreviven como santo y seña de nuestra laguneridad. Sea o no de don Roger, esa estrofa admite una breve disección literaria: la primera línea dibuja con maestría la mayor peculiaridad de nuestro entorno geográfico; la segunda ?obra maestra de la brutalidad escatológica? sigue siendo realidad visible y olfateable en la Comarca Lagunera; el verso tercero pinta de una sola pincelada a todos los nuevos irritilas; el cierre incorpora, sin ánimo poeticista, la más notable característica de nuestro clima. En cuatro versos, pues, se perfila el contorno físico y espiritual de nuestra chula tierra. Va la estrofa íntegra y sin censura:

Cerros chatos y pelones
tajos llenos de cagada
una bola de cabrones
y un calor de la chingada.

* * *

En una ocasión me encontré a don Roger en la presentación de un libro. Llegó agitado y con una burla escondida tras el gesto. Le pregunté qué le ocurría, y me platicó que acababa de tener un extraño encuentro. Caminaba por la calle cuando se le acercó una viejecilla con una canasta.
?Ándele, señor, cómpreme un dulce ?le dijo la mujer.
?No puedo, soy diabético ?respondió don Roger.
?Entonces deme una ayudita por el amor de dios.
Don Roger no traía monedas, pero sí una espléndida respuesta:
?Tampoco puedo. Soy musulmán.
?¿Y eso qué es?
?Tengo otro dios, no el suyo.
?Por eso les caen esas enfermedades. Por no creer en dios nuestro señor se los llevará a todos la chingada. ¡Cómo se les ocurre creer en otro! ¡Sólo hay uno! ¡Sólo hay uno!

* * *

Rogelio hacía libros para sobrevivir. En una ocasión le imprimió una edición de autor a un pobre hombre que en La Laguna se dedica todavía a escribir montañas de basura, seudopoesía y seudohistoria. Yo quería saber qué opinaba de esos lamentables autores a los que por necesidad les imprimía sus bodrios. Don Roger me enseñó el mamotreto del escritorzuelo aquel. Había allí una hoja plegable con un intrincado árbol genealógico elaborado a mano, además de cientos de fotos y párrafos inservibles. Rogelio entonces editorializó, meneando la cabeza tocada por su panamá de Mike Brito y echando el humo de su Delicados:
?Un esfuerzo digno de mejores causas, sí, un esfuerzo digno de mejores causas.

* * *

Algunas conversaciones de don Roger hubieran intimidado al marqués de Sade, quien a su lado quedaría rebajado a la categoría de tío Gamboín. En una reunión, mientras todos mencionaban encuentros y conquistas amorosos, Rogelio tomó la palabra para narrar una escena de zoofilia. Contó que en su juventud fue a un rancho, y allí vio a un jornalero echarse a una cabra. Todos nos quedamos boquiabiertos hasta que alguien, al fin, pudo preguntar:
?¿Y qué ocurrió después, don Rogelio?
?Nada, sólo que el ranchero no pudo terminar porque se puso celoso el cabrón, en este caso sin metáfora.


II. Réquiem para Don Roge

Daniel Herrera

El conductor del taxi cruzó la calle sin fijarse en el rojo. La camioneta frenó pero no fue suficiente: el golpe hizo que el carro diera un par de vueltas y se estrellara contra un poste de luz. En esos momentos yo estaba tocando a la puerta de Rogelio Villarreal Huerta, Don Roge. La mujer que lo cuidó en sus últimos días salió inmediatamente, movida por la morbosidad y diciendo: ?Ay, qué feo, don Rogelio, qué feo choque pasó en la esquina.? Don Roge estaba acostado en uno de sus sillones, rodeado de ventiladores, combatiendo el calor aplastante de Torreón. ?¿Ah, sí? No me importa?, fue su impasible respuesta.

* * *

A Don Roge lo conocí gracias a su hijo, Rogelio Villarreal. Su padre era un personaje de esta ciudad norteña, una leyenda viva ?desde hacía mucho tiempo circulaban muchas historias truculentas sobre su vida. Editor de escritores mediocres (exceptuando algunos: publicó un ensayo de Miguel Báez sobre la obra de Rulfo; también algo de Jaime Muñoz y Saúl Rosales, quizá los mejores escritores de la laguna), era inconfundible: la cara casi transparente gracias al mal del pinto, vestido de guayabera, siempre con su sombrero blanco y el bastón que lo ayudaba a caminar. En todas las presentaciones de libros, en todas las exposiciones, en todas las obras de teatro, en todos los eventos de la bonita familia cultural lagunera. Apreciado por la mayoría y sólo rechazado por alguno que otro bienpensante. Al final ya casi no iba a ningún lugar y cruzaba las calles despacio, retando a los conductores, como quien sabe de la poca importancia de aventajar unos cuantos minutos al reloj.

* * *

Visité su casa un par de veces, siempre con algún encargo de su hijo que vive en el DF. Una ocasión fue para llevarle su libro: Cuarenta y 20, publicado por Moho. Su respuesta fue contundente: ?Este muchacho que escribe estas cosas... si ya Henry Miller lo hizo, ¿para qué hacerlo de nuevo??

* * *

Volví a visitar su casa cuando vino Rogelio a despedirse de él. Hice lo que muchos amigos de Don Roge habrían querido hacer (Jaime Muñoz se lamenta por no haber estado en la ciudad durante esos días). Él vivía en una pequeña casa de dos pisos. Subí las escaleras y entré a su cuarto. La palabra exacta es: alucinante. Pude ver la cantidad impresionante de libros que tenía. Los libreros eran los muebles principales, en una esquina había una pequeña cama, parecía la cama de un moribundo. Conté cerca de cuatro o cinco ventiladores, un refrigerador pegajoso ?lo abrí y dentro del congelador encontré los restos de un six. Enfrente una pequeña barra vacía, la habitación casi a oscuras gracias a las cortinas; cuadros y fotos colgados de las paredes y en una esquina un mueble con figuras de porcelana, ¿no es una escena encantadora?

* * *

Lo más importante eran los libros: Cortázar, Borges y Onetti junto a Groucho Marx y George Simenon; Fadanelli y escritores malditos junto a libros de trucos y bromas. Al parecer Don Roge leía todo lo que le caía en las manos.

* * *

Estuve ahí mientras su familia se repartió las pertenencias, me sentía un invasor. Ahora estoy leyendo la Última salida para Brooklyn, de Hubert Selby Jr. Lo tomé de uno de sus libreros. Don Roge era generoso, cualquiera que fuera a pedirle alojamiento por una noche podía encontrarlo en su casa. Por eso me alegro de tener ese libro: fue su herencia, aunque yo no fuera parte de su familia.


III. Batallas en el desierto

Guillermo Fadanelli

De don Rogelio Villarreal ya otros realizarán el recuento de su entusiasta labor como editor y hombre de letras. No merece menos un hombre que trabajó para la literatura de una manera tan generosa. Yo sólo quiero escribir el cuánto siento que nos haya dejado sin antes hacerse viejo de a deveras. Coincidí con él en algunas reuniones a las que me invitaba su hijo Rogelio. Me sorprendía que me leyera, pero sobre todo que me leyera con atención. En algún momento nos apartábamos del bullicio de los invitados para conversar sobre literatura. Me hizo comentarios sobre mis primeros libros con especial sentido crítico. Tenía una voz enérgica, pero pausada. Y una sonrisa de hombre perverso. La primera vez que conversamos me preguntó si en realidad era yo el personaje de mis propios artículos. Le respondí que sólo a medias porque nada de lo que había hecho en mi vida rebasaba la mediocridad. Sonrió antes de decirme: ?Me parece que efectivamente eres el personaje de tus propias historias.? En otra ocasión, durante una pequeña fiesta en casa de su hijo, Don Rogelio bebió sin pudor alguno al mismo ritmo que nosotros. En un principio titubeamos frente a la imagen del viejo respetable que presidía el encuentro desde su sillón. Cuando nos dimos cuenta de que estábamos frente a un hombre de espíritu lúdico y vocación pantagruélica para gozar con toda clase de vicios, no tuvimos más remedio que reconocerlo como el más joven de la fiesta. A mí me sorprendió siempre la relación que llevaba con su hijo Rogelio. Una amistad más que una obligación filial. Los envidiaba, pues yo con mi padre jamás pude tener esa vena de complicidad que suelen llegar a tener los hombres a pesar de su parentesco. La formalidad jamás abrió puertas en la relación con mi padre quizás debido a que desde niño me fue impuesta la imagen de su autoridad incuestionable.
Hace unos meses estuve en Torreón. En cuanto descendí del avión sentí el calor cínico del desierto. Había llegado a la Comarca Lagunera, tierra del Santos y de los Villarreal. Sólo estuve dos días, sin embargo conocí por primera vez en mi vida cuál es el verdadero sentido de una cerveza helada. Una noche reunidos en la azotea de una casa ?el calor vuelve callejera a la gente? varios escritores recordaron anécdotas de don Rogelio. Cada uno sabía un cuento distinto. Entonces me di cuenta de que no sólo se trataba de un mito torreonense, sino que además hablaban de él con una simpatía fraternal. Una de las anécdotas que más recuerdo es aquella que narra la pequeña fiesta que Don Rogelio organizó en su casa para sus amigos más viejos, entre ellos algunos eminentes hombres públicos torreonenses. Les prometió una noche diferente, oferta que todos tomaron con escepticismo. Cuando el aquelarre acabó los viejos no tuvieron la menor duda de que habían asistido a la reunión que abría las puertas del nuevo siglo. ¿Qué pasó aquella noche allí dentro? Existen varias versiones, pero don Rogelio se llevó el secreto a su tumba. Además de hombre culto era un hedonista. En estos tiempos donde abundan los pusilánimes nadie sabe vivir de acuerdo con sus vicios. Qué importancia tiene vivir diez o veinte años más metido en un ataúd virtual o sometido a las castrantes reglas de una disciplina longeva. He visto a hombres jóvenes morir a pesar de haber extremado sus cuidados médicos (uno de ellos era macrobiótico). Don Rogelio sobrevivió a varios infartos que estoy seguro disfrutó como se disfruta el recuerdo de las batallas ganadas. La tristeza que nos causa su ausencia no se compara con el placer de haber compartido su vitalidad. Yo fui beneficiado de su conversación. Ahora me quedan algunos libros de su biblioteca, la amistad de su hijo y el recuerdo de su voz prominente y sabia.

De blog a blog

(publicado en El Angel del diario Reforma el 10 de julio)

A veces me pregunto cómo se las arreglan todos aquellos que no escriben, componen o pintan para liberarse de la locura, la melancolía y el miedo, el pánico, inherente a la condición humana.
Graham Greene

Son muchos los autores estadounidenses reconocidos, como el crítico de la cibercultura Mark Dery y los poetas y teóricos Jonathan Mayhew, Nick Piombino y Ron Silliman, que escriben en weblogs, o blogs, esto es, sitios en la red prediseñados y listos para vaciar textos e imágenes y sonido en ellos; bitácoras electrónicas, diarios personales e incluso libros en proceso y en línea. Dery, por ejemplo, también ofrece sus servicios como conferenciante y articulista y vende sus libros Escape Velocity y The Pyrotechnic Insanitarium, además de contar con un organizado archivo de sus principales ensayos publicados también en boletines y revistas. De este lado, '¿quién será el primer escritor hispanoamericano de las grandes ligas en hacer su blog?', pregunta Heriberto Yépez, que profundiza en las cuestiones de la autopublicación electrónica (en www.literaturas.com/heribertoyepezweblogfebrero2003.htm). '¿Por qué se han tardado tanto? ... Por favor bajen del Olimpo y ya entren al Internet. Click here'. Quizá podamos apostar a que muchos de los grandes autores no lo harán porque prefieren la seguridad y el prestigio que otorga publicar con tinta en las editoriales terrestres -y por el proverbial miedo al cambio-, pero hay otros como Cristina Rivera Garza, Alberto Chimal, Luigi Amara y Tryno Maldonado, entre tantos otros, que sin el menor reparo escriben (postean) puntualmente notas, comentarios, poemas, aforismos, insinuaciones, recados, bromas, bosquejos, recomendaciones y toda clase de textos literarios, biográficos -y no- en sus respectivos blogs ('Cosas personales y también lo que sucede alrededor de este confuso e inagotable océano digital', apunta el investigador Antulio Sánchez en el suyo), además de fotografías e ilustraciones, canciones y sonidos, que son leídos/vistos/escuchados también con regularidad por una cifra quizá abultada de lectores mexicanos y extranjeros que a su vez probablemente son también escritores en sus respectivos blogs. (¿Es el ciberespacio acaso el único lugar sin fronteras?)
Hay quienes incluso tienen dos o más blogs para cada necesidad, como el prolífico Fernando Nachón, que diseñó uno para hablar de sus novelistas preferidos y otros para sus diferentes escrituras, y los que incluso escriben en dos o más idiomas o jerigonzas ciberespaciales, como el tijuanense Rafa Saavedra (uno de los primeros bloggernautas) y el crítico Ernesto Priego. Existe también una extensa comunidad de tipógrafos que prefieren usar pseudónimos (Autocomplaciente, el Judío, Urymonsta, la señorita Masturbación, el Charquito) por varias razones, aunque significativamente entre éstos abundan las invectivas y los denuestos contra otros habitantes del ciberespacio o las fantasías voluptuosas y hasta pornográficas (véase, por ejemplo, el blog del especialista Jorge Rueda). Y quizá haya varios casos más de blogs apócrifos, además del que le hizo de manera anónima a Guillermo Fadanelli un solícito fan oculto que se encarga de subir algunos de los artículos que este escritor publica en diferentes espacios impresos. Desde luego, entre los miles de bloguitas (como los bautizó Rafa Saavedra) hay hackers que destruyen blogs por venganzas o por simple gusto, como sucedió hace unos días con los del Chango 100 y la poeta y melómana Karlatone, quien nos comparte su desconcierto: 'Me acordé de mi clase de política internacional comparada, del terrorismo en particular, del hecho de no tener un enemigo con rostro y domicilio, sino un rival anónimo pero con capacidad destructiva sobresaliente. Así me siento con respecto al hacker. Hoy he sido hackeada. Alguien o algunos osaron transgredir mi privacidad y borrar todo mi inbox. La sensación fue extraña'.
Los blogs también han originado a los photologs (en los cuales sus autores postean fotos y comentarios, como el recientemente censurado photolog de la tapatía de La Puta del Cuento por 'vulgar e inapropiado', le explicaron los administradores) y a los podcasts (de iPod + broadcast), una variante que privilegia la música y permite programar selecciones personales a la manera de una estación de radio. Se calcula que ya hay cerca de 750 mil sitios de este tipo.
No es necesario atiborrar esta nota de direcciones electrónicas, ya que lo más fácil es anotar en google el nombre de algún escritor 'amateur, emergente o reconocido' y zambullirse entre las decenas de resultados arrojados: alguno de ellos llevará a su blog, si tiene uno. Los blogs por lo general contienen varios links que a su vez conducen a otros que enlistan a su vez otras referencias, lo que convierte a este medio en un interminable organigrama fractal, una pizarra electrónica con cientos de miles de desdoblamientos: la biblioteca de Babel está aquí. Lo sorprendente es que a pocos años de su creación (1999) los blogs se han popularizado tanto que constituyen ya un medio imprescindible para millones de usuarios en todo el mundo y cuyos intereses comprenden prácticamente todas las actividades humanas (¿dónde estaban antes del internet?). Tanto, que la Fundación Electronic Frontier ha publicado una guía legal (www.eff.org/bloggers/lg/) para el uso de weblogs que ofrece información sobre las posibles implicaciones jurídicas de esta actividad. La guía orienta a los usuarios de blogs que tienen dudas sobre cuestiones como el anonimato de las fuentes o los derechos de autor.
En el pasado remoto quedaron ya los volantes mimeografiados, los esténciles, los fanzines fotocopiados, las máquinas de escribir... recursos utilizados hoy solamente por artistas o entes nostálgicos. Si a los sitios que hasta ahora ofrecen blogs gratuitos no les da por cobrar por este servicio, en pocos años éstos competirán con los grandes diarios, revistas y editoriales por estos millones de ávidos e inquietos lectoescritores.
Finalmente, con todas las ventajas de los blogs, no está de más recordar la advertencia de Yépez en el sentido de que ?el Internet es un no-lugar, es decir, estrictamente una utopía; sí, pero una utopía llena de virus y que suele caerse cada cinco minutos?.
Por un país de lectores en línea.